Del dicho al hecho hay un buen trecho. El 19 de septiembre, Moritz Kraemer, jefe de calificaciones soberanas de Standard and Poor's (S&P) para Europa, Oriente Medio y Asia, indicó que veía poco probable que España cayese hasta el nivel de bono basura.
"Nos parece improbable que la calificación baje del grado de inversión en un futuro cercano. Obviamente, el futuro es incierto y los retos son enormes y políticamente muy difíciles de superar", afirmó en una entrevista a Thomson Reuters.
Sin embargo, de forma inesperada el miércoles S&P rebajó en dos escalones la nota crediticia a España de BBB+ a BBB-, con lo que deja al país dentro del llamado grado de inversión pero al mismo tiempo en la cuerda floja a sólo un peldaño del bono basura.
Una nota de solvencia que si España finalmente recibiera, las consecuencias no sólo serían nefastas para el coste de financiación de la deuda española, sino que tendría unas implicaciones más grandes para el mercado secundario de renta fija europeo. En este momento, el volumen de intercambio de bonos de alto riesgo nominado en euros ronda los 200.000 millones. Si el Reino de España descendiera hasta el high yield, este se multiplicaría por 5 veces ya que el total de toda la deuda pública española es de casi 750.000 millones de euros.
Además, una degradación del rating de la deuda soberana tiende a arrastrar también a las grandes empresas de ese país, en especial a las del sector bancario, que son los grandes tenedores de deuda del Estado.
Por otro lado, un hipotético recorte hasta el grado de no inversión supondría un nuevo obstáculo para que España pueda financiarse a unos intereses razonables en el mercado. Todo ello porque muchos compradores de bonos españoles son fondos de inversión y planes de pensiones que para adquirir este tipo de activos exigen unos estándares mínimos de calidad en los que la deuda de alto riesgo queda fuera de sus carteras.
De esta forma, el estigma del bono basura podría atascar seriamente una de las principales vías de financiación del Estado y precipitando una petición de rescate. Al margen de todas las posibles implicaciones, la rebaja de S&P ha resultado tan sorpresiva como inoportuna, ya que este mismo mes Moody's debe dar su veredicto sobre si finalmente mantiene o no al Reino de España dentro del grado de inversión.
Presión para solicitar ayuda
Con este panorama, la única agencia de calificación crediticia que mantiene a España un poco más alejada de las puertas del infierno es Fitch al darle una nota crediticia de BBB. No obstante, esta aparente deferencia no es ni mucho menos sin condiciones.
De hecho, esta agencia dijo sin tapujos en septiembre que no rebajaría la nota de solvencia a España en el caso de que el Gobierno decidiera activar los mecanismos de rescate (FEEF/Mede), permitiendo así la actuación del Banco Central Europeo (BCE) en los mercados secundarios de deuda, ya que esto ayudaría a mantener el acceso de España a los mercados a costes asequibles.
En cualquier caso, no se espera que Fitch sea la primera agencia de rating que ubique a España en bono basura. No en vano, tras la presentación de los Presupuestos Generales del Estado para 2013 y los test de estrés a la banca dijo que no modificará la nota actual al menos durante el presente año.
Sobre las implicaciones que la rebaja de S&P pueda tener sobre la capacidad del Estado para financiarse en el mercado opina José Luis Martínez Campuzano, estratega jefe de Citi en España. "Pese al carácter sorpresivo de esta rebaja, a corto plazo el impacto es limitado ya que las tres agencias mantienen al país dentro del grado de inversión", indica. "No obstante, el actual rating en el medio plazo constituye una amenaza, ya que eleva mucho las posibilidades de que finalmente las agencias degraden a España hasta bono basura", añade.
No obstante, el panorama, aunque sombrío, aún arroja ciertas luces. Una de ellas es que este recorte de S&P influiría muy poco en que Moody's finalmente se decante por poner al país en grado especulativo. "Los argumentos de S&P para esta última rebaja son muy similares a los que indicó Moody's para degradar a España hasta Baa3, de manera que si rebaja aún mas la solvencia de España deberá indicar factores adicionales para justificar su decisión", señala Martínez Capuzano.
El experto también recuerda que si nuestro país solicita finalmente la asistencia financiera, la presión sobre su solvencia se reduciría e incluso mejorarla. No en vano, e1 22 de agosto Standard and Poor's señaló que si el país pidiera ayuda a Europa o al Fondo Monetario Internacional no degradaría el rating España.