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Prueba de fuego para el Tesoro: colocar deuda a tres y diez años

Llegó la hora de la verdad. Tras el aperitivo de la subasta del martes, en la que el Estado consiguió sin demasiadas complicaciones captar más del objetivo máximo de financiación al coste más reducido desde el mes de abril en letras a 12 y 18 meses, viene el plato fuerte de la semana.

La subasta del Tesoro de bonos a 3 años y de obligaciones a 10 con la que el organismo emisor pretende captar otra vez entre 3.500 y 4.500 millones de euros.

Una emisión con una importancia significativa por dos motivos. El Estado se ha propuesto captar entre 7.000 y 9.000 millones esta semana para tratar de hacer frente a los pagos de vencimientos de deuda que tiene a la vuelta de la esquina (casi 29.500 en octubre) y, como mínimo, aún le faltan unos 2.424 millones para cumplir con el objetivo de esta semana ya que en la subasta de letras obtuvo 4.576 millones. Además, esta colocación supondrá un buen baremo para calibrar en qué condiciones puede financiarse España en el largo plazo, ya que las obligaciones a 10 años son unos títulos que quedarían al margen del programa de compras que anunció el Banco Central Europeo (BCE) del que se podría beneficiar España en caso de que este país finalmente solicite el rescate.

Lograr 'el más difícil todavía'

La última vez que el Tesoro saltó a la arena en una emisión de estas características fue el 2 de agosto. En esa ocasión consiguió captar hasta 2.108 millones de euros (1.046 en papel a 3 años y 1.062 a una década). Una cantidad que deberá superar si el Tesoro pretende lograr sus fines. Además, para los títulos a un trienio, el mercado le exigió al Estado un rendimiento del 4,77% con una demanda que triplicó a la oferta. Mientras que para la deuda a un decenio el coste de financiación fue del 6,65% con una ratio de cobertura de 2,4 veces.

No obstante, aunque el reto pueda parecer complicado, el Tesoro cuenta ahora con unos vientos que soplan a su favor que no tenía en la subasta anterior. No en vano, la última reunión del BCE ha insuflado cierta calma a los mercados que se han traducido en un relajamiento de la presión que los inversores ejercen sobre las economías periféricas para financiarse.

Durante esta semana así lo ha atestiguado no sólo la subasta española de letras del martes. También, las emisiones a corto plazo que llevaron a cabo Grecia el martes y Portugal . En ambos casos estos países consiguieron colocar mayor cantidad que su objetivo máximo y a un menor interés que en las anteriores emisiones comparables (en el caso del país luso el interés exigido se redujo hasta un 33%).

Una relajación con la que mañana podría contar el Estado español para su emisión. No en vano, en la jornada previa a la subasta de agosto el rendimiento del bono a 10 años en el mercado secundario se situaba en el 6,73%, frente al 5,69 con el que cerró . De manera que en la subasta de hoy no se debería exigir para adquirir deuda española a una década un interés muy alejado de esa referencia.

Por otro lado, la prima de riesgo en la víspera de la colocación precedente finalizó en los 536 puntos básicos casi 130 puntos por encima de los 407 con los que terminó el diferencial.

S&P calma al diferencial

De hecho, en la jornada de la brecha entre la rentabilidad que el mercado exige para comprar deuda española a una década frente a la alemana a igual vencimiento se estrechó en nada menos que 19 puntos.

A esta corrección ayudó bastante las declaraciones de Moritz Kraemer, jefe de calificaciones soberanas para Europea, Oriente Medio y Asia de la agencia de rating Standard and Poor's, quien indicó que no ve probable que el rating de España pierda la categoría de grado de inversión y pase a ser bono basura en el corto plazo.

"Nos parece improbable que la calificación baje del grado de inversión en un futuro cercano. Obviamente, el futuro es incierto y los retos son enormes y políticamente muy difíciles de superar", afirmó Kraemer durante una entrevista con Reuters Televisión, señaló el representante de la calificadora que actualmente confiere a España una nota de solvencia de BBB+, sólo tres escalones por encima del grado especulativo.

Kraemer añadió que "ahora mismo", especialmente tras las decisiones adoptadas por el Banco Central Europeo, "las condiciones para el éxito son algo mejores que hace un mes".

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