Apenas hace un mes los peores presagios planeaban sobre la moneda única. La inminente proximidad del soporte clave de los 1,19 dólares (su cambio más bajo desde 2006) y la persistencia de la inseguridad que propiciaba que el dólar actuase como una divisa refugio, encendían todas las alarmas. Sin embargo, la mayor de las preocupaciones se asentaba sobre la posibilidad de que esa debilidad se alargase mucho más en el tiempo.
No obstante, parece que el sol vuelve a brillar sobre el cielo de la divisa comunitaria. El euro marcó máximos desde principios de julio (cuando el valor del cambio se situó en 1,2527 dólares), y escaló hasta los 1,2472 billetes verdes.
Desde que marcara su mínimo anual el pasado 24 de julio en 1,2061 dólares, la moneda única se ha revalorizado más de un 3 por ciento, alimentada por las expectativas que existen de que se produzca una relajación en la crisis de deuda soberana.
Aunque en esta recuperación cobró una especial importante el presidente del BCE, Mario Draghi, que aseguró que haría todo lo posible por salvar al euro. Unas palabras que impulsaron la subida de la moneda comunitaria fortaleciendóla y alejandóla de niveles peligrosos.
Eso sí, los mercados estarán atentos a la próxima reunión del BCE que tendrá lugar en septiembre.
Con la mirada en Grecia
Esta semana el euro estará muy pendiente de Grecia. Los mercados miran con esperanza la situación del país heleno, cuyo primer ministro, Andonis Samarás, se reunirá el viernes en Berlín, con la canciller alemana Angela Merkel y, el sábado en París, con el presidente francés François Hollande.
Además, hoy llega al país griego el jefe del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, quien se ha mostrado a favor de que a Grecia se le conceda todavía más tiempo para que pueda cumplir con sus compromisos.