
Con los bancos norteamericanos enredados en una batalla por la supervivencia, ahora tienen que mostrarnos qué pasará si no lo consiguen. Ayer lunes, las principales entidades financieras -aquellas consideradas una vez 'demasiado grandes para caer'- tuvieron que remitir a los reguladores sus llamados testamentos vitales.
Unos planes que diseñan cómo se partirán estos bancos si son incapaces de seguir existiendo en su forma actual. Pero el plan, parte de la regulación bancaria Dodd-Frank establecida tras la crisis financiera de 2008, puede que no sirva más que para guardar las apariencias si una catástrofe del mismo tamaño vuelve a golpear al sistema financiero.
La reforma buscaba, entre otras cosas, asegurarse de que los bancos tienen suficiente capital para protegerse de fuertes pérdidas y no devastar el sistema financiero global si caían.
"El capital es el oxígeno de los bancos. No obstante, cuando tu cuerpo está devorado por el cáncer, como es el caso con la deuda europeo u otras operaciones estúpidas con derivados, no importa", según Matt McCormick, gestor de Bahl & Gaynor. "Si estos bancos desaparecen o llegan al extremo donde eso está a punto de ocurrir, en mi opinión va a ocurrir por circunstancias inesperadas", añade.
McCormick señala el caso de Dexia, el banco franco-belga que tuvo que ser rescatado después de casi quebrar. Los problemas del banco continuaron incluso después de conseguir el ratio de capital más alto de sus homólogos y de aprobar fácilmente los test de estrés.
"Cuando mirar un testamento vital sobre una situación personal, cuando lo llevas a la práctica, sigue terminando en la muerte", indica. A su juicio, "si cualquiera de esos bancos se hunde las consecuencias para todos los demás y para el mercado serán catastróficas".
Aunque los bancos han subido con fuerza en el último mes, McCormick afirma que el entorno regulatorio es una de las razones por las que no compraría el sector. "Hay otras alternativas mejores que estos tipos. No quiero tener en cartera algo que ya está planeando su propia muerte", explica.
Los defensores de la norma Dodd-Frank y de los testamentos vitales en particular insisten en que son medidas necesarias para prevenir otro colapso financiero. Los testamentos obligan a los bancos a identificar vías por las que pueden deshacerse si se ven en la situación de hacerlo. Si los bancos no consiguen presentar un plan factible, los reguladores se harán cargo, aunque sería como último recurso.
Aun así, los opositores se erizan ante las implicaciones de la insistencia del Congreso en humillar a las grandes entidades financieras que EEUU necesita para competir globalmente. "Si los reguladores piensan en lo que está ocurriendo, también se desmoralizarán por la falta de fe del Congreso en ellos". Según Dick Bove, analista de Rochdale Securities.
Además, el FDIC (fondo de garantía de depósitos) ya ha preparado su receta de lo que se debe hacer para desmembrar a los grandes bancos: los titulares de acciones serán 'barridos' y los de deuda verán sus bonos convertidos en acciones con un valor mucho menor.