Ben Bernanke, el persistente. Arrimar el hombro, una y otra vez, desde 2007, es lo suyo para intentar remontar esta tremenda crisis, bautizada como Gran Recesión, una herencia directa de la Gran Depresión de los años 30 del pasado siglo. Para evitar que la secuela no sea peor que la original, el presidente de la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, ha recurrido a más herramientas monetarias que ninguno de sus trece predecesores.
Ayer volvió al ataque, esta vez preocupado por la debilidad que viene mostrando la recuperación en los últimos meses, afectada en parte por los problemas que está exportando, de forma creciente, la zona euro. "Tenemos que estar preparados para un deterioro de la situación en Europa y proteger la economía de EEUU y su sistema financiero", subrayó ayer Bernanke.
Para intentar que la ralentización no vaya a más, la Fed prorrogó el último de los estímulos que puso en marcha. Se trata de la denominada Operación Twist, una estrategia consistente en comprar deuda pública norteamericana a largo plazo -bonos y obligaciones entre 6 y 30 años- con el dinero procedente de la venta de deuda a corto plazo -títulos a tres años o menos- que tiene la institución en su balance. Esas compras y ventas simultáneas, que forman un bucle constante, son las que dan nombre a esta medida -la traducción de twist es girar, retorcer-. Bueno, eso, y que cuando la Fed recurrió a esta iniciativa por primera vez, allá por los años 60, el Twist era el baile de moda.
Medio siglo después, Bernanke ya comenzó a bailar el Twist en septiembre de 2011, que fue cuando desempolvó esta estrategia monetaria. Como caducaba a finales de este mes, el banco central norteamericano ayer anunció que la alarga durante seis meses más, hasta final de 2012. ¿Con qué objetivo? "Presionar a la baja sobre los intereses a largo plazo y contribuir a que las condiciones financieras sean más favorables", reconoció la entidad en el comunicado oficial en el que anunció la decisión.
En este sentido, conviene tener presente que los intereses de las hipotecas y de los préstamos a las compañías en EEUU están ligados a las rentabilidades de los bonos a 10 y 30 años. Como las compras de estos títulos mantienen controlados esos rendimientos, puesto que bajan cuando el precio de los títulos sube, la Fed trata de ese modo de generar unas condiciones financieras más ventajosas para la economía real. Desde septiembre de 2011, la rentabilidad de los bonos a 10 años se ha achatado del 1,86 al 1,66 por ciento. Eso sí, no todos los miembros de la entidad opinan lo mismo. Jeffrey Lacker, que se ha convertido en la voz disidente de la Fed en 2012, se opuso a la ampliación de la Operación Twist.
Con la escopeta cargada
Por si aún quedaban dudas sobre el compromiso de Bernanke con los estímulos anti-crisis, la institución reiteró el mensaje de que la Fed "está preparada para tomar más medidas con el fin de promover una recuperación más fuerte y una mejoría sostenida en las condiciones del mercado laboral en un contexto de estabilidad de precios".
Durante su comparecencia ante los medios de comunicación, Bernanke explicó que desde su última reunión de abril se ha conocido una oleada de datos económicos "decepcionantes" pero de "difícil interpretación" dadas las circunstancias y "los problemas adicionales provenientes de Europa". Vamos, que si la recuperación flaquea, acudirá presto a sostenerla. La posibilidad de que ponga en marcha una tercera ronda de creación de dinero (QE3) aún está abierta. Bernanke aseguró que considerarán "una nueva recompra de activos y bonos", es decir un QE3, en el caso de que se precise nueva ayuda.
Poco antes de la conferencia de prensa protagonizada por Bernanke, la Fed publicó su revisión sobre las perspectivas económicas de EEUU. El banco central rebajó drásticamente sus perspectivas de crecimiento para el país desde este año hasta 2014 y no espera que la tasa de paro vaya a mejorar mucho más desde los niveles actuales. Así, en su último diagnóstico, situó el crecimiento del PIB estadounidense entre el 1,9 y el 2,4 por ciento este año, cinco décimas menos que el 2,4-2,9 por ciento proyectado en abril. En cuanto a 2013, baja la horquilla hasta el 2,2-2,8 por ciento, frente al 2,7-3,1 por ciento de hace dos meses.
El banco central estadounidense también estimó que la tasa de desempleo del país no caerá por debajo del 8 por ciento en lo que queda de año. En la actualidad, el paro alcanza ya el 8,2 por ciento y la Fed espera que baje sólo una décima en el conjunto del 2012, cuando el pasado mes de abril señaló que la tasa de paro podría reducirse hasta el 7,8 por ciento a finales de año. En lo que se refiere a la inflación, la reserva prevé un descenso de la misma. En su nivel más alto, se espera que alcance un 1,7 por ciento este año, muy por debajo de su objetivo clave del 2 por ciento.
Como, además, la inflación "se ha moderado" como consecuencia de la caída del precio de los combustibles, el terreno está abonado para el mantenimiento de unos estímulos monetarios tan extraordinarios como los actuales.
Los tipos no se tocan
Entre ellas también figura que los tipos de interés seguirán entre el 0 y el 0,25 por ciento, nivel en el que se encuentran desde diciembre de 2008, durante bastante tiempo. Al menos, hasta finales de 2014, tal como ya había confirmado en las últimas reuniones.