La prima de riesgo (el interés adicional que exige el inversor al bono español a diez años respecto a su homólogo alemán) sólo cumplió el guión dos horas. A las 8:00 de la mañana comenzó bajando, tal y como se esperaba al despejarse la incógnita sobre si España pediría ayuda y en qué cantidad: el diferencial abrió en 488 puntos básicos y retrocedió hasta los 444, mínimo que marcó sobre las 10:15.
A partir de ahí comenzó a remitir la euforia, repitiéndose la situación de días anteriores: venta de bonos españoles, cuyo interés alcanzó el 6,5 por ciento en el mercado secundario, y compra de bunds -cuyo rendimiento cayó hasta el 1,3 por ciento- para refugiarse de la incertidumbre. Finalmente, el diferencial cerró la jornada en los 520 puntos, máximos del día y el mismo nivel al que terminó el lunes de la semana pasada.
La clave, el emisor del crédito
¿Qué frustró una jornada que prometía ser histórica? "Se mantiene el sesgo negativo a la reforma financiera, hay muchas dudas sobre la recapitalización de los bancos" explica Iván San Félix, de Renta 4, que apunta que la línea de crédito de 100.000 millones que se concederá a España para sanear a los bancos incrementará el déficit del Estado (la deuda actual equivale al 80 por ciento del PIB). "Aunque ahora la banca española inicia un proceso de recapitalización que le permite resistir potenciales problemas, lo cierto es que provocará un incremento equivalente al 10 por ciento del PIB de la deuda del Estado, ello con una economía que se está contrayendo y un gobierno que ha perdido credibilidad en exterior" abunda Javier Flores, de Asinver.
No obstante, la clave no está en el cuánto, sino en el quién. La liebre la soltó Reuters, al publicar una información en la que planteaba que el futuro de España dependerá de qué mecanismo de la UE va a emitir el dinero para la banca española, si la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (EFSF por sus siglas en inglés), el fondo de rescate temporal, o el Mecanismo de Estabilidad permanente (Mede), que entra en funcionamiento en julio. La diferencia entre ambos es que el segundo emite deuda de carácter preferencial, por lo que en caso de producirse una quiebra del Estado español sería el primero en cobrar frente al resto de acreedores senior. Esto a su vez pasaría factura a España, porque los inversores exigirían intereses más fuertes para comprar la deuda emitida por el Tesoro (creando de facto una suerte de deuda A y deuda B del Reino de España), que a su vez repercutiría sobre el déficit del Estado al encarecer el coste de financiación.
La elección del Mede como emisor del crédito "cambia las condiciones del resto de acreedores y plantea dudas de que eso podría generar un evento de crédito", explica Juan Ramón Caridad, de Swiss& Global España. De hecho, ayer los seguros contra impago españoles remontaron hasta los 595 puntos, quedándose a un 1,3 por ciento de su máximo histórico, los 603 puntos. Así, España se sitúa como el octavo país más peligroso del mundo para invertir.
Estos fueron los mimbres para convertir en negativa una noticia que, según todas las fuentes consultadas por elEconomista, debería haber sido positiva pero que dio paso a un clima de desasosiego que, de rebote, también pasó factura a Italia al ponerla otra vez en el ojo del huracán. El diferencial del bono transalpino a 10 años con el alemán escaló 28 puntos básicos hasta los 472 puntos, nivel inédito desde el pasado 16 de enero. "España es sólo un eslabón dentro de la cadena de Europa, no es el más débil pero llega un momento en el que da igual porque los eslabones más fuertes también se van a romper" considera Daniel Álvarez, de XTB, que juzga que la escalada de la prima de riesgo no fue tanto un reflejo del miedo de los inversores como una crítica a la UE. "Europa debe tomar medidas, el mercado está deseando oír que el continente camina haca una unión monetaria óptima", añade.
Adiós al rebote bursátil
La evolución de la prima de riesgo, una vez más, volvió a convertirse en la mano que meció la bolsa. Los parqués del Viejo Continente despertaron con euforia después de que el sábado se confirmaran las ayudas europeas para recapitalizar a la banca española. Una euforia que llevó al principal selectivo español a dar continuidad a las subidas con las que despidió la semana anterior, con alzas de casi el 6 por ciento, hasta rozar los 7.000 puntos en la apertura. Sin embargo, el desconocimiento de la letra pequeña del acuerdo que permitirá ayudar a las entidades que lo necesiten y con la prima de riesgo al alza, el rebote del Ibex 35 toco fin, para cerrar la sesión con una caída del 0,54 por ciento, hasta los 6.516 puntos.
Las dudas aparecieron de nuevo. Dudas motivadas por el importe definitivo que necesitarán los bancos a la espera de conocer las valoraciones independientes el próximo 21 de junio, y dudas por las condiciones que este préstamo supondrá a las entidades que reciban las ayudas. "Sabemos que son 100.000 millones de euros, es una línea de crédito. Así que las cifras de los intereses que vamos a pagar no las tenemos. Todo el mundo hace sus cálculos, pero no tenemos cifras porque entre otras cosas no sabemos si vamos a necesitar los 40.000 millones que dice el FMI o será más dinero", apunta Miguel Ángel Paz, de Unicorp.
Ante esta tesitura, ayer toda la atención dentro de la bolsa española se fijó en la reacción de la banca. A primera hora de la mañana, algunas entidades acumularon subidas de doble dígito, que se mitigaron al cierre. Fue el caso de Bankinter, CaixaBank, Sabadell o Bankia, que subieron en torno a un 1 por ciento. No tuvo la misma suerte Santander, que cedió un 0,27 por ciento.
Acordada la ayuda para sanear a la banca española, ayer los inversores volvieron a mirar a Italia. Detrás se situaron las débiles previsiones de crecimiento que augura Citi para el país transalpino. La firma apunta a que si la tensión en los mercados sigue empeorando, lo más probable es que Italia tenga que recibir también alguna clase intervención por ayuda a la banca como la española o un rescate como mal definitivo.
Todas estas circunstancias ahogaron el rebote en Europa, donde la bolsa italiana fue la más perjudicada con un descenso del 2,76 por ciento. Sólo el parqué alemán se salvó de los números rojos, con una subida del 0,10 por ciento, hasta los 6.137 puntos.