Cuando en medio de una crisis de deuda sin precedentes como la que está protagonizando la eurozona hay un país con una calidad crediticia de triple A que no ha sido nunca cuestionada, la única reacción que se puede esperar de los inversores es que compren masivamente esa deuda. Sobre todo en aquellas sesiones (ya van varias) en las que lo que está sobre la mesa es la sostenibilidad de la eurozona.
La de ayer fue una de esas sesiones. El optimismo del que disfrutaron tanto el mercado de renta fija como el de renta variable el martes, al calor de la llamada Cumbre del Crecimiento, se diluyó cual azucarrillo en la sesión de ayer. La razón, la misma que la de días anteriores: la posibilidad de que Grecia acabe abandonando la zona euro. Una posibilidad que, esta vez, defendió el exministro griego Lucas Papademus en una entrevista con el diario Wall Street Journal.
Alemania se financia casi gratis
La reacción, también la misma que se produce cada vez que cunde el pánico: venta masiva de activos de riesgo, incluido el bono español, cuya rentabilidad volvió a subir hasta el 6,2%, y compra igual de masiva de activos libres de riesgo. Y, dentro de este segundo grupo, el claro ganador suele ser el bono alemán.
Tan alta fue la demanda de bunds que su rentabilidad, que cae cuando sube el precio, volvió a marcar un nuevo mínimo anual, en el 1,39%. Pero esos inversores no sólo acudieron a la deuda pública alemana a diez años. También mostraron gran interés por otros plazos. Tanto a largo -la rentabilidad de la renta fija a 30 años cayó por primera vez en la historia por debajo del 2%- como a corto, como se vio en la subasta que el Bundesbank realizó de renta fija a 2 años. Por primera vez en la historia vendió esta deuda con un cupón del 0%, frente al 0,25% que hubo de pagar en la última emisión de este tipo, hace poco más de un mes. "No parece que los líderes vayan a llegar a ningún acuerdo sobre los temas importantes y eso va a decepcionar al mercado, por lo que los bunds seguirán siendo los grandes protagonistas", afirma David Schnautz, estratega de renta fija de Commerzsbank en declaraciones a Bloomberg, quien además destaca que la subasta de ayer fue en la que menos dinero se quedó el Bundesbank, lo que demostraría el gran interés que aún despierta este tipo de activos.
La caída del rendimiento del bund, unido al alza de la rentabilidad del bono español, que se elevó hasta el 6,2%, fue suficiente como para que la prima de riesgo española retomara la senda alcista a la que nos tiene acostumbrados. Marcó un máximo diario en los 486 puntos, aunque acabó en los 482 puntos básicos. Lo mismo sucedió con el bono italiano. Su prima de riesgo pasó de los 411 a los 426 puntos básicos, después de que las ventas de deuda a diez años dispararan su rentabilidad del 5,5 hasta el 5,6%.
Y todo apunta a que esta huida de inversores, sobre todo de los extranjeros, se mantendrá a corto plazo. Así al menos lo defienden desde la agencia de calificación crediticia Fitch. "Vemos un alto riesgo de que los reembolsos continúen en España e Italia en los próximos trimestres hasta que aumente el apetito por el riesgo del inversor extranjero o mejoren las perspectivas económicas de ambos países", afirman desde la agencia. De momento sus cifras no son nada halagüeñas, ya que afirman que la inversión extranjera en bonos españoles sólo supone ya el 34% del total frente al 60% que llegó a suponer en 2008.
No es descartable que buena parte de esos inversores que han huido de la periferia hayan ido a parar, ya no a Alemania, sino al resto de países europeos que aún presumen de una calificación de triple A.
Sólo así se explica que, además del bund, también hayan registrado rentabilidades mínimas históricas los bonos a diez años de países como Austria, Finlandia, Países Bajos y, ya fuera de la eurozona, la deuda británica.