España ha viajado en el tiempo esta semana. Y el viaje ha demostrado que cualquier época pasada no tiene por qué ser mejor. De hecho, la experiencia no ha resultado agradable, precisamente. La bolsa, con el Ibex 35 como estandarte, ha sufrido el mayor descalabro semanal desde noviembre de 2011.
Una caída del 6,1 por ciento, edulcorada ayer con un avance del 0,4 por ciento, que le ha situado en los 6.566,7 puntos. No se le veía en unos niveles tan bajos desde 2003, una realidad que se traduce además en que ya acumula un retroceso del 23,3 por ciento en 2012.
Aunque esta vez su comportamiento ha desempeñado un papel secundario. Los focos, el protagonismo ha correspondido a la deuda pública y la prima de riesgo. Contagiada por la grave crisis política que atraviesa Grecia, que amenaza con sacar al país del euro, y por la desconfianza que envuelve al sector financiero español, la rentabilidad de los bonos españoles a 10 años ha repuntado durante la semana del 6 al 6,27 por ciento, aunque el miércoles llegó a tensarse hasta el 6,51 por ciento, muy cerca del 6,7 por ciento alcanzado en noviembre.
Mucho más atrás viajó en el tiempo la prima de riesgo, es decir, la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y los alemanes a 10 años. En los primeros minutos de negociación de la jornada del miércoles, esa brecha llegó a ampliarse hasta los 507 puntos básicos -ó 5,07 puntos porcentuales-. Nunca, desde el nacimiento del euro, había llegado tan lejos, por lo que hay que remontarse a los tiempos de la peseta -a 1995, para ser concretos- para verla tan arriba. Luego se ha moderado, pero sin alejarse de ese nivel. Ha terminado la semana en los 484 puntos básicos, un 8 por ciento por encima de la semana anterior.
Pero la prima no ha caminado sola. La presión vendedora también ha sido mayúscula sobre los bancos españoles cotizados. La nacionalización de Bankia, combinada con la reforma financiera anunciada por el Gobierno el pasado 11 de mayo, ha conformado un cóctel que el mercado bursátil no ha terminado de digerir. Los títulos de la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri han vivido en un frenesí constante en las últimas sesiones. Entre el lunes y el jueves dieron continuidad al castigo de la semana anterior y se hundieron un 31,3 por ciento, hasta los 1,422 euros, el precio más bajo desde su salida a bolsa y un 62,1 por ciento por debajo de los 3,75 euros a los que debutaron. Pero el viernes, tras nueve caídas consecutivas, llegó el rebote. Las acciones de Bankia remontaron un 23,5 por ciento, hasta los 1,756 euros, su mayor subida en su breve vida bursátil. Esta reacción sirvió para que su caída semanal se redujera hasta el 15,2 por ciento.
En cuanto al resto del sector, le ha resultado imposible escapar de los números rojos. Bankinter ha perdido un 11,4 por ciento; Banco Popular, un 9,3 por ciento; CaixaBank, un 8 por ciento; Sabadell, un 6,7 por ciento; Santander, un 6 por ciento; y BBVA, un 5,7 por ciento.
Con la banca en contra, el Ibex se ha colado entre los peores índices europeos de la semana. Pero no el peor. Le han superado el griego FT/ASE 20, con un desplome del 11,7 por ciento, y el italiano FTSE Mib italiano, que se ha dejado un 7,1 por ciento. A los restantes indicadores tampoco les ha ido mucho mejor, puesto que el Dax alemán ha cedido un 4,7 por ciento y el Cac 40 francés ha descendido un 3,9 por ciento. Al otro lado del Atlántico, las pérdidas también han impuesto su ley con claridad ante la incertidumbre que exporta la eurozona. El Dow Jones y S&P 500 han sufrido recortes semanales comprendidos entre el 3 y el 4 por ciento, que les han situado en sus niveles más reducidos desde enero.
El 'pararrayos' del euro
La aversión al riesgo también ha dejado una evidente huella en el euro y el petróleo. La divisa europea, receptora de toda la energía negativa que transmite ahora Grecia y las dudas sobre su presencia futura en la eurozona, se ha depreciado un 1,5 por ciento contra el dólar, hasta los 1,273 dólares, con un mínimo semanal de 1,262, su cambio más bajo desde enero.
En cuanto al crudo, ha prolongado la corrección que viene registrando desde abril. El barril Brent, de referencia en Europa, ha caído un 4,5 por ciento en el conjunto de la semana, hasta los 107,3 dólares, su precio mínimo desde diciembre. Y el barril estadounidense WTI ha descendido un 4,2 por ciento, hasta los 92,1 dólares, que en su caso representa su cotización más reducida desde noviembre.