Primero fue el rescate de Grecia; luego la reestructuración de su deuda; y ahora la repetición de las elecciones a la presidencia del país. Tres crisis helenas que han tenido las mismas consecuencias: repunte de las primas de riesgos de los países mediterráneos, caída de sus mercados de valores y, como no podía ser de otra manera, depreciación del euro.
De momento, en esta última crisis, la que empezó el 6 de mayo con el disgregado resultado de las elecciones griegas que ha impedido que se forme un Gobierno -de hecho, se han pactado ya unos nuevos comicios para el 17 de junio- la moneda única se ha depreciado ya un 2,5 por ciento, tras caer de los 1,3084 a los 1,273 dólares a los que cerró ayer, lo que le deja a sólo un 0,2 por ciento de su mínimo anual de 1,2681 que sí marcó intradía.
Esto eleva hasta el 1,70 por ciento las pérdidas que el euro acumula ya frente al dólar en el conjunto del año. Aunque de mayor magnitud son las que sufre frente a divisas como la libra esterlina, frente a la que se deja un 4,24 por ciento, o refugios como el dólar canadiense o la corona noruega, frente a los que pierde un 3 y un 1,88 por ciento, respectivamente. En la otra cara de la moneda está el yen japonés, divisa frente a la que se aprecia un 2,7 por ciento gracias principalmente a las medidas cuantitativas que ha llevado a cabo el Banco de Japón para frenar la apreciación de su moneda, considerada uno de los activos refugio por excelencia. Estrategia que les ha dado buen resultado.
Tiene las peores previsiones
Pero aquí no acaba la negativa evolución del euro en su cruce frente a otras divisas. La crisis de deuda de la eurozona y la posibilidad de que el BCE termine por claudicar ante los mercados y anuncie nuevas medidas cuantitativas convierten al euro en la divisa con más papeletas para seguir protagonizando una depreciación. Sobre todo si se tiene en cuenta que cada vez son más los expertos que creen que las políticas cuantitativas que hasta ahora se han llevado a cabo en EEUU, Reino Unido o Japón ya han escrito su punto y final.
Un ejemplo de ello se ve en la última encuesta a gestores de fondos que mensualmente publica Bank of America-Merrill Lynch. El 60 por ciento de estos profesionales ya ve un nuevo QE (quantitative easing) en el horizonte del BCE, lo que explica que el 32 por ciento infrapondere ahora los euros en sus carteras y que el 49 por ciento defienda que la divisa europea será la que más se deprecie durante el próximo año, frente al 32 por ciento que así lo defendía hace tan sólo un mes. Pero ¿hasta dónde puede caer?
¿1 euro= 1 dólar?
Aunque según el consenso que recoge Bloomberg, y pese a las oscilaciones que pueda sufrir a corto plazo, el euro acabará el año en niveles de 1,30 dólares, algunos expertos no descartan que un nuevo recrudecimiento de la crisis griega y, por ende, de la crisis de la eurozona acabe por llevar al euro a cotizar a un dólar o, lo que es lo mismo, a la paridad. Es el caso de Nordea. "Creemos que los tipos de interés seguirán bajos hasta finales de 2013 o incluso principios de 2014 y esto, lógicamente se traducirá en un aumento de la inflación, sobre todo si se mantienen las políticas cuantitativas. Es por ello que creemos que el dólar seguirá apreciándose e incluso que llegue a la paridad con el euro", afirmó ayer Helge Pedersen, macroeconomista jefe de la gestora noruega.
La previsión de esta firma de inversión es la más drástica, aunque otros diez analistas también ven a la moneda única cotizando por debajo de los 1,20 dólares el próximo año.