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El alto interés de financiar las autopistas

Hace más de treinta años recorrer los 62 kilómetros que separan La Coruña de Santiago era cuestión de dos horas. Hoy cubrir esa misma distancia es posible en algo más de media hora gracias a la construcción de la AP-9, una carretera de peaje que el estado asignó a una sociedad llamada Autopistas del Atlántico Concesionaria Española -más conocida como Audasa- en 1937.

Pero los más de 200 kilómetros que van desde El Ferrol a Tui -en la frontera con Portugal- no son la causa de que su nombre haya vuelto a la palestra este año, la razón es que esta concesionaria de infraestructuras ha acudido al mercado con el fin de captar 180 millones de euros mediante obligaciones bonificadas a una década, que ofrecen un cupón con un interés del 5,75 por ciento -que pagará cada 15 de diciembre hasta 2022-, junto a atractivas ventajas fiscales. Una retribución que sólo encuentra rival en la deuda pública española a largo plazo.

'Tome la AP-9'...

La inversión en una autopista no es la alternativa más frecuente, ni tampoco la más conocida, entre los inversores particulares, al menos, no todos los días se tiene esa opción. Sin embargo, ahora puede hacerlo gracias a la nueva emisión de obligaciones-existen otras seis activas en el mercado- de Audasa.

En esta ocasión, el rendimiento que ofrece esta concesionaria de infraestructuras se sitúa en el 5,75 por ciento bruto anual. Un jugoso rendimiento al que se unen una serie de ventajas fiscales a la hora de tributar. Un dato: estas obligaciones gozan de una bonificación fiscal del 95 por ciento sobre las retenciones a cuenta del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Pero, ¿de dónde procede este beneficio? La respuesta hay que buscarla en la ley de mayo aprobada en 1972 sobre la construcción, conservación y explotación de aquellas autopistas que están en régimen de concesión. Ahora bien, ¿qué significa esto en la práctica?

Gracias a esta normativa, aún vigente, la bondad de estas obligaciones bonificadas es que en el momento de cobrar el cupón sólo se retendrá un 1,2 por ciento de los intereses ganados y, además, existe la posibilidad de deducir hasta un 24 por ciento en el IRPF. Es momento de echar cuentas. El resultado es que después de aplicar todo lo anterior, el rendimiento final que ofrecen estas obligaciones será del 5,85 por ciento para un tipo impositivo del 21 por ciento -que comprende hasta los 6.000 euros-; un 5,63 por ciento para el siguiente escalón del 25 por ciento -a partir de los 6.000 euros-; y un 5,52 por ciento para los que tributen al 27 por ciento -tramo para ahorros superiores a los 24.000 euros-. Atractivos intereses a los que un ahorrador podrá acceder hasta el próximo 10 de mayo a partir de los 600 euros, el valor norminal de cada título. Aun así, si la demanda superase a la oferta, la adjudicación se realizaría mediante el prorrateo.

...y conoza sus 'peajes'

Sin embargo, el interés no es lo único a valorar en el momento en el que decidimos invertir en un producto. El factor riesgo también es importante, y el que tienen estas obligaciones simples es menor al que presentan las obligaciones subordinadas, ya que las simples no se encuentran en el último escalón de pago en el caso de que el emisor, en este caso Audasa, quiebre.

Conocer a qué se dedica el grupo en el que decidimos invertir también es importante. La principal actividad de Audasa es la explotación de la AP-9, más la explotación de las vías de servicio que recorren esta infraestructura. Y gane o no dinero con esta actividad, el grupo se compromete a pagar el interés correspondiente. No obstante, la capacidad de pago -igual que en otros tipos de deuda- dependerá de la solvencia de la compañía o, en su defecto, de su matriz Ena Infraestructuras. Una sociedad participada por Sacyr, NovaCaixaGalicia o BBK, entre otros.

Por el momento ni Audasa ni Ena Infraestructuras -ni tampoco los valores que emiten- disponen de calificación por parte de las agencias crediticias. Esto, entre otras cosas, impide que los fondos de inversión puedan comprar estas obligaciones, por lo que, previsiblemente, la mayor parte se quedará entre los inversores particulares.

Unos particulares que deben recordar que la emisión tendrá una vida de diez años y que, una vez adquiridos, cotizarán en el mercado secundario de renta fija, poco líquido. Algo que Audasa ha tenido en cuenta al garantizar un 10 por ciento de liquidez con el fin de facilitar la venta a los inversores que quieran desprenderse de estos títulos antes de la fecha de vencimiento. Eso sí, deberá venderlos al precio que marque el mercado en ese instante, por lo que nada asegura que ese precio sea superior al de compra.

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