
Fueron las grandes protagonistas de 2011. Aupadas por la convulsión vivida en la deuda pública, las letras del Tesoro vieron subir su rentabilidad hasta niveles de tiempos de la peseta, es decir, desde antes del nacimiento oficial del euro en 1999. Esa realidad, muy desfavorable para las arcas públicas porque implicaba un encarecimiento sustancial de los costes de financiación, suponía una alegría para el bolsillo de los ahorradores más conservadores.
Tenían a su alcance unos títulos muy seguros cuya rentabilidad llegó a ser incluso mayor que la ofrecida por otros productos de corte defensivo, como los depósitos bancarios. Esta situación alcanzó su máxima expresión en noviembre, cuando el Tesoro Público subastó las letras a 3, 6, 12 y 18 meses a un rendimiento medio superior al 5%; ningún otro producto, entre sus semejantes, les hacía sombra.
Consumido el primer trimestre de 2012, el panorama ha cambiado diametralmente en la deuda pública española a corto plazo. De esos rendimientos apenas queda el recuerdo. En las operaciones de marzo, el Tesoro ha adjudicado las letras a 3, 6, 12 y 18 meses con unas rentabilidades medias comprendidas entre el 0,38%, para el plazo más corto, y el 1,71%, para el más largo. La mengua de los intereses provoca que haya perdido puestos en el escalafón de los productos destinados a inversores con perfil conservador, puestos que esos rendimientos ya se encuentran muy por debajo del 2,74% en el que se sitúa la rentabilidad media de los depósitos a 12 meses y del 4,5% que llegan a ofrecer a un año los pagarés comercializados por las entidades financieras.
Lo mismo ocurre con las rentabilidades de la deuda a medio plazo. Así, los bonos a tres años, que a comienzos de diciembre se colocaron al 5,19%, también han visto decrecer su atractivo. En marzo se han subastado al 2,44%.
Lluvia de dinero
Para desgracia de los ahorradores y alivio del Tesoro, esta evolución ha estado mediatizada por la extraordinaria política de liquidez del Banco Central Europeo (BCE). Primero en diciembre y luego en febrero, la entidad presidida por Mario Draghi ha hecho historia al conceder a la banca europea dos préstamos a tres años con los que, en total, les ha suministrado 1,02 billones de euros brutos -520.000 millones de euros netos-. Esta inyección ha resultado clave para que España -e Italia- haya podido financiarse en los mercados sin problemas y, además, a un coste cada vez más bajo.
Ha sido así porque la banca ha buscado rentabilizar parte de ese dinero invirtiéndolo en deuda pública, que ofrece un rendimiento superior al interés que el Banco Central Europeo exige por ese préstamo. "La inyección récord de un billón de euros por parte del BCE no sólo ha suavizado las restricciones de financiación de los bancos, sino que también ha apoyado indirectamente a los bonos gubernamentales porque las entidades han usado el dinero procedente del BCE para rentabilizarlo", confirman los expertos de Deutsche Bank. Con la liquidez de la institución monetaria apadrinando las colocaciones de deuda, los expertos vaticinan que, pese al retorno de las presiones sobre la deuda española en las últimas semanas, la rentabilidad de las letras permanecerá más cerca de los niveles vistos en 2012 que de los registrados a finales de 2011.