La fuerte dependencia que tienen de la eurozona les lleva a caer más que otros emergentes cuando el mercado es bajista y a ganar menos en un contexto de alza generalizadas.
El mayor riesgo al que se enfrentan las economías emergentes es que las altas tasas de inflación acaben lastrando su crecimiento a tasas inferiores al 6 por ciento. ¿Cuántas veces ha oido esa afirmación? ¿Y qué pensaría si le dijéramos que hay mercados emergentes para los que ya se esperan crecimientos para este año inferiores al 3 por ciento e incluso contracción económica? Pues estos mercados tienen nombres y apellidos. Se trata de la Europa emergente. Países como Hungría, Polonia, Rumanía o Bulgaria, cuya elevada exposición a la crisis europea les ha llevado a perder en años bajistas más que los emergentes asiáticos o latinoamericanos y a quedarse rezagados del rally cuando éste ha estado en manos emergentes.
Por ejemplo, los fondos que invierten en los países del este europeo cerraron 2011 con caídas del 27 por ciento, frente a las pérdidas medias del 18 por ciento de los asiáticos, mientras que subieron un 37 por ciento en un año de rally como fue 2009, muy por debajo del 66 por ciento de los asiáticos o del 100 por ciento que se revalorizaron los emergentes latinoamericanos.
¿Se repetirá este año la misma historia? Todo apunta a que sí, sobre todo si la recesión se instala en la eurozona. No en vano, la eurozona concentra el mayor volumen de exportaciones de los emergentes europeos, lo que les convierte en "los más vulnerables a una ralentización económica de los países del centro europeo" afirman desde DWS. De hecho, esta correlación ya se ha visto en su mercado de bonos, cuyas rentabilidades han marcado máximos históricos coincidiendo con el recrudecimiento de la crisis de la deuda europea en los meses de noviembre, como es el caso de la República Checa, o en enero, como en lo que respecta a los bonos húngaros, que superaron el 10 por ciento de rentabilidad a diez años.
Precisamente Hungría tiene buena parte de la culpa de que los gestores opten por sacar a la Europa del Este de su cartera de acciones de países emergentes en sus previsiones para este año. No hay que olvidar que el país presidido por Viktor Orbán, aunque acaba de alcanzar un acuerdo con el FMI para prorrogar seis meses más su programa de ayudas ante la imposibilidad de crecer por sí solo, ha visto como Bruselas les ha recortado las ayudas por engañar con sus cuentas públicas. "Los programas para estimular el crecimiento incluido un impuesto fijo del 16 por ciento no han logrado su objetivo y el alto endeudamiento público (superior al 80 por ciento sobre su PIB) estrecha el margen de actuación del Gobierno", afirma Ronald Schneider, de Raiffeisen.
Tampoco son demasiado buenas las perspectivas que se manejan con respecto al resto de economías emergentes europeas. La Comisión Europea ha recortado su expectativa de crecimiento para Hungría, para la que prevé una contracción del 0,1 por ciento; de República Checa espera un crecimiento plano; los bancos de Bulgaria están participados en gran parte por entidades griegas; y para Rumanía augura un crecimiento inferior al 1,5 por ciento. Sin embargo estas perspectivas aún no se han traslado a sus mercados gracias a la fuerte recuperación que están viviendo sus divisas debido a las implícitas medidas cuantitativas que ha llevado a cabo el Banco Central Europeo, lo que les permite apreciarse frente al euro cerca de un 8 por ciento. Una apreciación que, unida al rebote que en general están protagonizando todos los mercados, permite a sus índices anotarse rentabilidades del 10 por ciento. Ganancias que, sin embargo, pueden recortarse abruptamente al calor de un resurgimiento de la crisis de la eurozona, lo que lleva a gestores como Thomas Gerhart, responsable de mercados emergentes de Edmond de Roths- child, a afirmar que "Hungría o República Checa no son sitios donde invertiríamos".
¿Es Polonia la excepción?
Diferente es su perspectiva con respecto a Polonia. El mercado en el que el banco Santander acaba de reforzar su apuesta con su tercera adquisición, tiene a su favor también que es el único país del este europeo al que Bruselas no ha recortado su perspectiva de crecimiento. Incluso Bank of America ha empezado a sobreponderar sus títulos en cartera, debido a que su economía no está tan apoyada en sus exportaciones como en su consumo interno.