Todo fueron elogios en su despedida. No era para menos. Con la marcha de Alan Greenspan se ponía fin a una época en la Fed. Aquel 1 de febrero de 2006 se acabó el segundo mandato más longevo en la historia del banco central de EEUU. Sólo William McChesney Martin Jr., que ocupó la presidencia entre 1951 y 1970, supera los más de 18 años que permaneció Greenspan al frente de la institución. Pero los parabienes no sólo se debían a la cantidad, sino también a la calidad.
Así, el maestro, como le apodó el periodista Bob Woodward en el libro que escribió sobre su figura, dejó el cargo con la aureola de haber sido, posiblemente, el mejor banquero central de la historia. De eso apenas han pasado dos años. Sin embargo, parece haber transcurrido una eternidad.
Lluvia de críticas
Aunque siempre ha estado en el ojo del huracán, ya que como sostiene José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi, "la actuación de Greenspan , tanto dentro de la Fed como ahora, siempre es objeto de crítica", lo cierto es que el sesgo de las opiniones se ha vuelto mucho menos benevolente. El otrora venerado Greenspan es objeto de críticas constantes en la actualidad. El héroe ha pasado a ser un villano.
Esta pérdida de imagen se inició por sus continuas apariciones públicas. No en vano, sus palabras, aún influyentes, han causado varios de los mayores sobresaltos sufridos en los últimos tiempos. "Es una leyenda, pero no ha llevado bien pasar a la oscuridad y ha decidido mantener su poder de influencia creando polémica y confusión", asegura José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney.
De todas sus intervenciones, la más recordada es la advertencia que formuló hace exactamente doce meses, el 26 de febrero de 2007. Entonces, aludió al riesgo de que EEUU entrase en recesión a finales de 2007. Y aunque su calibre temporal haya podido fallar, lo cierto es que la amenaza de que la primera economía mundial deje de crecer es muy real en estos momentos. De hecho, ayer insistió en esta idea en una conferencia en Arabia Saudí. "En estos momentos, el crecimiento económico de EEUU está en cero y la recuperación podría tardar más tiempo en aparecer de lo habitual", afirmó.
Trasquilado
El problema es que el fino olfato de Greenspan se ha vuelto en su contra. Si con el mensaje lanzado hace un año pretendió ir a por lana, está saliendo trasquilado porque no son pocos los que le apuntan con el dedo acusador. Así, el ex presidente de la Reserva Federal (Fed) está en el punto de mira por haber alimentado los excesos financieros que afloraron el pasado verano. Más en concreto, de lo que se le culpa es de haber prendido la mecha de la exuberancia y la ingeniería financiera por haber puesto en marcha una política monetaria superexpansiva.
Para encontrar los orígenes de esta controversia hay que remontarse al periodo comprendido entre enero de 2001 y junio de 2003. En este intervalo, la Fed recortó el precio del dinero del 6,5 al 1%. Este nivel de llegada situó los intereses en su cota más baja desde 1958. Por sí solo, este hecho ya ponía de manifiesto la excepcionalidad de la situación. Si el pinchazo de la burbuja tecnológica a partir de la primavera de 2000 ya venía poniendo en aprietos al crecimiento norteamericano, el shock provocado por los atentados del 11 de septiembre de 2001 paralizó la actividad económica.
De ahí que la Fed de Greenspan se viera obligada a poner toda la carne en el asador y redujera los tipos al 1%. ¿Se equivocó por abrir tanto el grifo del dinero? Los expertos no lo creen así. "Actuó de ese modo para luchar contra la recesión. Hizo lo correcto", afirma Erick Müller, director de inversión de renta fija de Fidelity. "Logró el propósito de que la economía saliera de la recesión", añade Marta Alonso, gestora de Atlas Capital.
Entonces, ¿por qué se le acusa? Básicamente, por no haber subido los tipos con la misma velocidad con la que los bajó. Para Erick Müller, esta asimetría "fue el detonante de la adopción de unos riesgos excesivos". En efecto, Greenspan mantuvo los intereses en el 1% hasta junio de 2004, momento en que empezó a subirlos. Eso sí, él mismo se encargó de adelantar que el incremento iba a ser "mesurado". En ese momento, los agentes económicos y financieros comprendieron que iban a disfrutar de unas condiciones históricamente favorables para endeudarse e invertir.
Reparto de responsabilidades
Y las consecuencias no se hicieron esperar: se disparó la concesión de hipotecas, la emisión de productos cada vez más sofisticados a partir de esos créditos, el apalancamiento de las compras empresariales, el endeudamiento familiar... Vamos, el caldo de cultivo ideal para que camparan a sus anchas productos como las subprime o hipotecas basura o de alto riesgo, que han terminado dando nombre a la crisis.
Greenspan, sin embargo, no ha dado su brazo a torcer. En su defensa, ha alegado que ningún banco central puede controlar el valor de los activos financieros y que resultaba imposible adivinar el desaguisado que han acabado provocando productos como las hipotecas basura. Pero no es suficiente.
Teniendo en cuenta su dilatada experiencia, ya que creó su propia consultora -Tonwsend- Greenspan - en 1953, debería haber previsto que unos intereses tan bajos eran como un caramelo en la puerta de un colegio para los agentes económicos y financieros. Desde esta perspectiva, el maestro no tiene un expediente inmaculado.
Ahora bien, no todas las culpas se dirigen a él. Greenspan no ha sido el único en fallar. "Nuestra opinión sobre Greenspan sigue siendo positiva. Creemos que en los últimos años los que han fallado han sido los reguladores, los supervisores, las agencias de rating crediticio y los propios controles internos de riesgo de las entidades. El problema es más de uso de la elevada liquidez y de los distintos controles de ese uso", señala Juan José Fernández Figares, director de inversiones de Link Securities.
Para José Carlos Díez, la polémica que le envuelve ahora denota precisamente que los banqueros centrales no poseen pócimas milagrosas ni laboratorios en los que experimentar: "Seguro que Greenspan , después de ver las consecuencias, evitaría algunos errores. Pero la política monetaria se toma en condiciones de incertidumbre, por eso es un arte y no una ciencia. Y Greenspan fue un gran artista". Pero también echó sus borrones. Y ahora es juzgado por ello.