
Saque al cuerpo de Nadal; Djokovic lo resta como puede; el de Manacor intenta aprovechar la bola a mitad de pista con un derechazo de los suyos; el serbio, que lo anticipa, devuelve la pelota... Éste puede ser, perfectamente, uno de los puntos en la final que ambos tenistas disputan este domingo en el Open de Australia. Una batalla de ida y vuelta... que se asemeja al partido que están jugando Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (Fed), y Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE).
Bernanke y Draghi son los Djokovic y Nadal de los bancos centrales; en sus manos está buena parte del secreto de lo que ocurre en la economía y las finanzas mundiales. Y bien que se está demostrando una pista concreta: la de las divisas.
El intercambio de golpes ha sido constante en los tres últimos meses, justo el periodo que Draghi lleva al frente del BCE tras sustituir a Jean-Claude Trichet el 1 de noviembre. Apenas dos días después sorprendió al mercado con una rebaja de los tipos de interés del 1,5 al 1,25 por ciento. Este movimiento -y la certeza alentada por Draghi de que vendrían más recortes-, combinado con la complicación de la crisis de la deuda soberana en la eurozona, provocó que el euro se depreciara un 3 por ciento contra el dólar a lo largo de noviembre.
Viraje tras el 'QE2'
Ese descenso permitió que la moneda única recuperara buena parte de la competitividad perdida durante el QE2, es decir, la segunda ronda de estímulo cuantitativo con la que Bernanke introdujo 600.000 millones de dólares nuevos en la economía. Mientras estuvo vigente, entre noviembre de 2010 y junio de 2011, el billete verde se depreció un 5 por ciento contra el dólar, una variación que también se vio beneficiada al coincidir con las dos subidas de los tipos -primero del 1 al 1,25 por ciento y luego al 1,5 por ciento- que Trichet ejecutó en la primera mitad de 2011.
El intercambio de golpes entre ambos bancos centrales ha continuado en los dos últimos meses. En diciembre, Draghi volvió a reducir los tipos, para dejarlos en el 1 por ciento. Esta decisión debilitó más al euro, que cayó un 3,6 por ciento en el último mes del año, para terminar 2011 en los 1,296 dólares. Con los tipos a la baja y la crisis de la eurozona muy viva, todo indicaba que el euro continuaría cediendo terreno. Y así ocurrió, puesto que descendió hasta los 1,26 dólares a mediados de enero.
Pero Bernanke ha contragolpeado. El miércoles anunció que los intereses seguirán en EEUU donde están ahora -entre el 0 y el 0,25 por ciento- hasta finales de 2014 y recordó que la posibilidad de imprimir más dólares sigue "sobre la mesa", con lo que una tercera ronda de estímulo cuantitativo (QE3) todavía es posible. Estas novedades han vuelto a dar ventaja al euro. Como confirma Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio, "el movimiento más destacado [tras la reunión de la Fed ha sido] la caída del dólar". En efecto, el euro ha subido un 2 por ciento contra el billete verde esta semana, hasta los 1,319 dólares.
Unos vaivenes continuos que responden a los raquetazos monetarios de Bernanke y Draghi. "En definitiva, tanto el BCE como la Fed han entrado en una guerra de liquidez", certifica Miguel Paz. O como define José Luis Martínez, estratega de Citi en España, un pulso entre dos contendientes: "El miedo a la crisis del euro frente al miedo a la mayor inyección de dólares al mercado". Cuando el primero manda y el BCE actúa, el euro cae; cuando domina el segundo, el euro sube.
El último en sacar ha sido Bernanke. Pero el servicio vuelve a la eurozona: primero con la cumbre de los líderes europeos del próximo lunes y luego con la reunión del BCE del 9 de febrero. El partido sigue disputándose.