WASHINGTON (Thomson Financial) - El plan de reactivación estadounidense desvelado el jueves constituye un tanque de oxígeno bienvenido, pero los analistas advierten que corre el riesgo de rendir sus frutos demasiado tarde para evitar una recesión en la primera economía mundial.
Por Claire Gallen
'Poner el dinero en el bolsillo de los consumidores es la mejor manera de relanzar la economía', asegura Peter Morici, profesor de economía de la Universidad de Maryland, para quien el plan de reactivación es 'una buena cosa'.
A partir de esta premisa, el presidente George W. Bush y los legisladores encontraron un terreno de entendimiento el jueves sobre un plan por unos 150.000 millones de dólares, cuya parte bonita es la devolución de impuestos para las familias y el aumento de las deducciones fiscales para las empresas.
La Bolsa de Nueva York aplaudió, finalizando la sesión del jueves en neta alza, mientras que el anuncio de este plan el viernes pasado había provocado pánico en las plazas bursátiles mundiales.
Hay que decir que las medidas son esta vez muy concretas y que llegaron luego de la espectacular baja de tasas decidida el martes por la Reserva Federal, el banco central estadounidense.
'Lanzar a toda prisa este plan tiene, ante todo, un beneficio psicológico', estimó el economista independiente Bernard Baumohl.
En opinión de responsables de todos los sectores, los estadounidenses podrían recuperar la confianza en el futuro y consumir bastante para relanzar la locomotora. Sobre todo la devolución de impuestos, que puede alcanzar 1.600 dólares por pareja, llega en la forma bien concreta de un cheque al buzón de los hogares.
Pero el efecto de esta devolución de impuestos sigue siendo incierto.
'Todo el dinero no será gastado. La experiencia prueba que casi un tercio será para pagar deudas y una parte va también para el ahorro', destaca Baumohl.
Los economistas resaltan también que el dinero corre el riesgo de llegar tarde al bolsillo de los consumidores, podría ser a mediados de año, dado que el fisco estadounidense va a estar ocupado hasta el 15 de abril con las declaraciones de impuestos, y sin duda no podrá consagrar a todo su personal al cálculo de las devoluciones tributarias.
'Este plan no actuará antes de varios meses', asegura Lawrence Mishel, presidente del Instituto de Política Económica (próximo a la oposición demócrata).
Mishl también deplora que varios proyectos hayan sido abandonados en el camino, mientras que 'el problema de fondo es que hemos tenido necesidad de medidas para amortiguar el aumento del desempleo'.
Los medidas favoritas de los demócratas eran la extensión de los beneficios de desempleo y la distribución de bonos de ayuda alimentaria. Estas medidas tienen generalmente un efecto muy rápido, aseguran sus partidarios.
'Las dos podrían inyectar de poder de compra en los próximos dos meses', afirma Robert Greenstein, presidente del Centro de Presupuesto y Prioridades Políticas.
En apoyo de su tesis, cita un estudio del centro de investigación economy.com que muestra que cada dólar suplementario gastado en subsidio de desempleo genera 1,64 dólares en actividad económica. Para los bonos de ayuda alimentaria, cada dólar implica 1,73 dólares de actividad.
Este punto de vista es cuestionado por Rea Herderman, de la Heritage Foundation (próxima a los republicanos), para quien aumentar los beneficios de desempleo mantiene en los hechos a los trabajadores más tiempo en esa situación.
'La mejor parte del plan es la baja de impuestos para las empresas. Ellas deberían aumentar sus inversiones, y en consecuencia crear empleos y reforzar la economía', agrega el analista.
Una visión matizada por algunos. 'Lo que las empresas verdaderamente necesitan son clientes, no subvenciones', asegura Baumohl.
Otros lamentan finalmente que el plan no contemple grandes proyectos públicos de construcción de infraestructura, aunque los economistas no se ponen de acuerdo sobre la rapidez del impacto de tal medida.
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AFP/jr
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