El año nuevo ha traído de todo menos vida nueva para el Banco Central Europeo (BCE). Todo lo contrario, porque el ejercicio recién estrenado ha complicado aún más el difícil escenario en el que se venía desenvolviendo la institución monetaria. El principal culpable de ello es el petróleo, cuya fortaleza en este arranque de 2008 echa más leña al fuego de la inflación, que ya había afilado sus garras en el último trimestre de 2007.
Sin embargo, y por mucho que la arremetida del crudo, que roza los 100 dólares por barril, incremente el riesgo potencial de un aumento de los precios, todo apunta a que el BCE no elevará los tipos de interés. ¿El motivo? El cada vez más evidente contagio de los problemas financieros a la economía real. Por el momento, este tránsito no es tan evidente en la zona euro como en Estados Unidos o Inglaterra, pero ya hay signos inquietantes.
Referencias negativas
Así, las ventas al por menor de la región cayeron en noviembre y la confianza de los empresarios y los consumidores europeos retrocedieron en diciembre, unas referencias que no invitan al optimismo. Unos datos que, al mismo tiempo, actúan como contrapeso de la inflación. En diciembre, y según las cifras provisionales, se mantuvo en el 3,1 por ciento interanual que ya alcanzó en noviembre y que supone el nivel más elevado desde finales de los noventa.
La situación, por tanto, exige prudencia, ya que por un lado figura la amenaza de un enfriamiento económico más brusco del previsto y, por otro, las presiones inflacionistas. Y en este entorno, sería una sorpresa mayúscula que el BCE no se decantara por mantener el precio del dinero en el 4 por ciento, cota en la que está desde junio de 2007.
¿Descensos en el horizonte?
Eso sí, los expertos prevén que el presidente de la entidad, Jean-Claude Trichet, expondrá un discurso antiinflacionista contundente con el que impedir que las expectativas de nuevas subidas de los precios se disparen. "Trichet transmitirá un mensaje duro", confirma Pablo Guijarro, experto de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
De hecho, la atención de los mercados se centrará más en la comparecencia pública del banquero galo que en la propia decisión. Sobre todo, estarán pendientes de si Trichet pronuncia la expresión "fuerte vigilancia" a la hora de definir la actitud que mostrará el BCE con respecto a los precios, ya que ése ha sido el salvoconducto con el que ha anticipado un repunte de los tipos en la reunión inmediatamente posterior. Sin embargo, los analistas no creen probable que la recupere en un momento tan incierto como el actual.
Es más, cada vez son más los que vaticinan que, conforme avance el año, el BCE deberá preparar el terreno para reducir los intereses con el objeto de combatir el posible frenazo de la economía. "Creo que el BCE mantendrá los tipos durante la primera mitad del año, y que luego empezará a recortarlos en el segundo semestre", pronostica Stefan Isaacs, gestor de la firma M&G. "El paso del tiempo puede ofrecer al BCE el margen que ahora falta para recortar el precio del dinero", apunta igualmente José Luis Martínez Campuzano, estratega en España de Citi.
Y para rematar, Bernanke
Por si la cita del BCE no bastara para dar emoción al día, la entidad europea deberá compartir protagonismo con el Banco de Inglaterra, que también se reúne hoy, y sobre todo con el discurso que pronunciará el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke. A partir de las siete de la tarde -hora española-, el máximo representante del banco central norteamericano comparecerá en el Hotel Mayflower de Washington para hablar sobre mercados financieros, política monetaria y expectativas económicas de Estados Unidos. Con los tambores de una recesión sonando con fuerza, la voz de Bernanke acaparará toda la atención de los mercados.