NAIROBI (Reuters) - Keniatas de todo el país rezaban el domingo por la paz, mientras los equipos de ayuda trataban de asistir a unos 250.000 refugiados de la violencia que surgió tras las elecciones y que ha causado cientos de muertos.
"Nuestros líderes nos han fallado. Nos han traído esta catástrofe. Así que ahora acudimos al Todopoderoso para que salve a Kenia", dijo Jane Riungu, quien llevaba a sus cinco hijos con sus mejores ropas hacia una iglesia en una colina en las afueras de Nairobi.
Pero un comunicado de Kibaki que señalaba que estaba listo para formar "un Gobierno de unidad nacional" fue recibido con escepticismo por la oposición, que sostiene que Kibaki cometió fraude en el proceso y ahora ocupa el sillón presidencial de forma ilegítima.
En las calles, a la mayoría de los keniatas les preocupa cómo poner fin a la violencia y normalizar sus vidas, más que lo intrincando de la política.
Durante el caos se han registrado saqueos y crímenes en un país que era considerado como una democracia relativamente estable y una economía floreciente.
"La fachada de una Kenia pacífica siempre ha buscado ocultar a la vista las profundas fisuras en el país. Lamentablemente, podría llevar una generación o más sanar las nuevas heridas generadas por esta disputada elección", agregó.