Existen dos corrientes en el mercado. La de los economistas, que pintan un panorama gris a medio plazo, y la de los bancos de inversión, que son más que optimistas con las empresas.
Desde que hace unos meses se pusiera sobre la mesa el debate de si la economía norteamericana y la global va a entrar en otra etapa de ralentización/contracción y esto esté pesando sobre la bolsa y otros activos, si había un argumento al que los alcistas en renta variable podían aferrarse era al de que la valoración de Wall Street era atractiva. Algo que, por ahora no está cambiando. El PER (veces que se recoge el beneficio en el precio de la acción) que se paga por el S&P 500 se ubica en este momento en las 12,1 veces, por las 16 veces de su media a 15 años.
Lo que sí varía es que llegará pronto la hora de constatar si los inversores no están aprovechando ese descuento porque no dan credibilidad a los bancos de inversión, que siguen sin "bajarse" de su argumento muy optimista con los resultados de las empresas americanas.
De hecho, y a pesar del discurso negativo de los economistas, que la semana pasada Ben Bernanke hizo suyo al recortar otra vez las expectativas de crecimiento y elevar las de paro, los analistas que miran al mercado desde una perspectiva 'micro' siguen manteniendo sus previsiones de beneficio por todo lo alto. Las estimaciones de beneficio por acción para el S&P 500 de cara a 2012 siguen estando en máximos del año y las de 2011 y 2013 apenas han retrocedido un 0,09 y 0,5 por ciento respectivamente, desde finales de mayo, que fue cuando marcaron su máximo.
Parece que los analistas están esperando a ver si esas sensaciones negativas se trasladan a las empresas o no. Por ahora, la verdad es que en los últimos trimestres han batido previsiones.