Bolsa, mercados y cotizaciones

El vía crucis de la deuda española pone el bono en máximos de once años

Los mercados no entienden de descanso en Semana Santa aunque sí de procesiones. Sin embargo, éstas no van por dentro. Se exhiben y lo hacen en todos los mercados.

La posibilidad de que Finlandia rechace ampliar el fondo de rescate de la Unión Europea y, por lo tanto, impida el rescate de Portugal, los rumores acentuados de que Grecia tenga que reestructurar su deuda e incluso el recorte de la perspectiva a "negativa" de la deuda de EEUU por parte de Standard &Poors, fueron los grandes pecados de los que hicieron propósito de enmienda los mercados. Y a juzgar por sus evoluciones, ninguno de ellos recibió perdón alguno por parte de los inversores.

La rentabilidad de los bonos a 10 años de Grecia, que sube cuando cae el precio, sigue revalidando máximos históricos a marcar el 14,58%, y la de la deuda portuguesa continua por encima del 9%, lo que da razones de peso a aquellos que no sólo defienden una quita de la deuda griega, sino también portuguesa. "Es insostenible que alguien pueda pagar su deuda cuando la rentabilidad supera el 9%", afirma Javier López, director de inversiones de Dracon Partners.

Y basta con ver la evolución de los rendimientos de la deuda a corto plazo de ambos países para darse cuenta de que cada vez son más los inversores que ya no sólo descuentan una reestructuración de la deuda griega, sino también portuguesa. De hecho, el rendimiento del bono a dos años luso ha superado el 10% mientras que la rentabilidad de la deuda helena al mismo plazo rebasa el 20%. Las palabras del gobernador del banco central griego, Yorgos Provopoulos, afirmando que la reestructuración de su deuda no es "ni necesaria ni deseable" o las de la Comisión Europea, que defendió que los resultados de las elecciones en Finlandia "no cambian nada" cayeron una vez más en saco rato ya que los inversores parecen fiarse más de los rumores que aseguran que un ministro griego ha confirmado que sí habrá una quita.

Y, lo más preocupante es que parece que éste es sólo el principio de una nueva oleada de ventas en los mercados de renta fija y, por extensión también en renta variable, donde los inversores están más pendientes de las primas de riesgo que de los fundamentales de las compañías.

"Estamos al inicio de la siguiente fase de la crisis de la deuda pública donde las reestructuraciones saltan a la primera plana. Va a ser la fase más dolorosa", afirmaba Kathleen Brooks, directora de investigación de Forex.com a la cadena CNBC. Una idea con la que comulga incluso Christine Lagarde, la ministra de Finanzas francesa. "La reestructuración de la deuda en países como Grecia, Irlanda y Portugal sería catastrófica porque haría muy difícil que estos países volvieran a los mercados financieros", afirma.

El bono español, en máximos

Y es que ese dolor no sólo lo sufrirán Grecia o Portugal. También Irlanda y España se convertirán en costaleros, al tener que cargar con la incertidumbre que sigue generando la crisis de la deuda de la periferia. Se vio ayer cuando el bono español a 10 años marcó su nivel más alto desde el año 2000 en el 5,58% (hoy se ha relajado hasta el 5,54%), lo que elevó la prima de riesgo con respecto al bund alemán hasta los 230 puntos- ahora se relaja hasta los 225 puntos- y el seguro contra el riesgo de impago (CDS, por sus siglas en inglés) por encima de los 248 puntos básicos. Y es que, además de con los problemas de sus vecinos del sur de Europa, España también tuvo que hacer frente a un polémico artículo escrito por Irwin Stelzer, director de estudios de Política Económica en el Instituto Hudson de Washington, en una columna de opinión en el diario Wall Street Journal, en el que asegura que "aunque no hay duda respecto a que España está en mejor forma que los depositarios de ayuda, está lejos de representar una apuesta sólida de cara a evitar un rescate".

Mientras, el bono irlandés a 10 años está rebotando hasta el 9,79% y su diferencial con respecto al alemán se elevó hasta los 651 puntos básicos, frente a los 566 puntos en los que encontraba hace apenas una semana, pese a que su primer ministro, Enda Kenny, repitió que el tigre celta "no tiene ninguna intención de quebrar".

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