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Durante la tormenta financiera, las agencias de calificación crediticia han sido unos de los actores bursátiles que más chaparrones han aguantado. Se les acusó de haber tardado demasiado en percatarse de los nubarrones que se aproximaban a los mercados. E incluso de encubrir deliberadamente a los emisores con buenos rating olvidando que llevaban al mercado productos que posteriormente han resultado estar sobreexpuestos al riesgo.
Las agencias de calificación han negado categóricamente este punto. Sin embargo, atrás quedan dimisiones como la de la presidenta de S&P, Katheleen Corbert. Es cierto que en las ocasiones en la que grandes accionistas, bancos de inversión, brokers e incluso ciudadanos de a pie pierden dinero, lo primero que se busca es una cabeza de turco.
Pero también es cierto que, aparentemente, las últimas decisiones de las agencias de calificación crediticia no han cumplido con el que se presupone que es su cometido: anticiparse a los cambios del mercado y advertir de los peligros o mejoras que tengan las empresas en cuanto a su solvencia financiera.
Uno de los casos más llamativos en España es el de Telefónica (TEF.MC). Las compras que realizó hace dos ejercicios -adquirió O2, Cesky Telekom y activos latinoamericanos de BellSouth- pesaron en exceso sobre su salud financiera, haciendo que sus calificaciones crediticias sufrieran un duro revés.
Nuevas condiciones
Después de 24 meses, los rating de Telefónica se mantienen idénticos, si bien las agencias de calificación han mostrado su conformidad con su evolución y ya no vigilan las cuentas de la principal operadora española con visión negativa, sino estable. Ésto coincide con un momento en el que el mercado aplaude los números de la empresa presidida por César Alierta, al imponerse un compromiso de endeudamiento entre 2 y 2,5 veces su beneficio bruto de explotación cuando hace un año sólo se exigía 2,5 veces.
Según los expertos, la tardanza en el cambio del rating de Telefónica se puede deber a diferentes motivos: la mejora del dividendo previsto para los próximos ejercicios, ya que, según explica Javier Barrio, director de ventas internacionales de BPI, "para las agencias es negativo que use sus beneficios para entregar dividendos en lugar de reducir su deuda"; su elevada exposición al mercado latinoamericano; y el "riesgo país", añade Barrio, que asegura que de tratarse la operadora española de una empresa que solo realiza su actividad en Europa ya hubiera mejorado su 'rating'.
También hay que tener en cuenta que las agencias de calificación se mueven en función de cánones más estrictos que, por ejemplo, los analistas fundamentales, por lo que hasta que la deuda de Telefónica no traspase el umbral exigido es probable que la operadora no vuelva a reconquistar el grado de calidad máxima.
La banca, en el ojo del huracán
Otro de los focos de interés está en cómo evolucionarán los rating de los bancos. Así, en medio de un debate sobre si las entidades se verán afectadas por el complicado escenario hipotecario, las agencias de calificación crediticia se han mostrado firmes respecto a la banca española al mantener intactas, o incluso mejorar, sus notas financieras. Sobre este asunto hay opiniones para todos los gustos. "Ningún banco va a permanecer inmune. La famosa eficiencia de la banca española se ha sustentado en el gran mercado de hipotecas de los últimos años, habrá que ver como evoluciona ahora", señala Víctor Alvargonzález, director general de Profim.
La opinión contraria es la que mantienen buena parte de los analistas que cubren los títulos de los bancos y las agencias crediticias. De hecho, el único cambio de relevancia de este gremio fue el que realizó Moody's durante el mes de abril como consecuencia de la implantación de un nuevo sistema de calificación, en el que las entidades mejoraban su nota de la solvencia financiera en dos niveles. Lejos de la banca y Telefónica, los principales cambios se han vivido en Altadis (ALT.MC), que vio rebajada su calificación por las dudas que genera la financiación de la oferta de Imperial Tobacco; Mapfre (MAP.MC), cuya estrategia de expansión penalizó a su rating;e Iberdrola (IBE.MC), cuyas calificaciones cayeron al comprar Scottish Power.
La situación opuesta la han vivido empresas como Abertis (ABE.MC), Unión Fenosa (UNF.MC), Agbar (AGS.MC) y Sol Meliá <:SOL.MC:>, ya que la buena evolución de sus cuentas ha recibido su premio.