
Cuando se dispara un activo que perjudica a la economía como el petróleo (cuando sube la bolsa no, porque eso es bueno para todo el mundo), siempre surgen las voces que echan la culpa a los especuladores.
Es una explicación que tiene cierta base: los grandes traders han hecho apuestas récord a que la subida continuará pese al 26% que cumula el barril en el último año.
Es tentador echarles la culpad de disparar de forma irresponsable los precios y de poner en peligro la frágil recuperación económica. ¿Cómo es posible que los fundamentales que justificaban un petróleo a 80 dólares hace sólo seis meses sostengan ahora el crudo a 105?, se preguntan los seguidores de la teoría de la conspiración.
Pero no es así, según asegura Colin Barr, columnista de Fortune. "Lo cierto es que las apuestas a una subida del petróleo son una respuesta bastante racional a la constante subida de la demanda en un mundo donde el suministro cada vez es más incierto", afirma.
Los Gobiernos de Túnez y Egipto ya han caído, y otros países productores amenazan con seguir su camino. Pero incluso si dejamos al margen las revueltas, hay muchas dudas sobre si los grandes exportadores pueden suplir posibles interrupciones del suministro.
"Y si Arabia Saudí no puede producir todo lo que la gente piensa o si sus inventarios se reducen más rápidamente de lo esperado, podemos encontrarnos en un mundo en el que el barril a 105 parecerá una ganga", opina este comentarista.
"Cuando hay dificultades para que la oferta mantenga el ritmo de la demanda, el mercado se vuelve vulnerable a ataques especulativos motivados por acontecimientos que aún no han ocurrido", según Lutz Kilian, economista especializado en los shocks petroleros. "Está de moda decir que este fenómeno es algo al margen de la oferta y la demanda, pero no tiene ningún sentido".
En su opinión, en un mundo donde la oferta es escasa e incierta, y la demanda crece rápidamente, los traders se sienten atraídos por la ecuación riesgo-recompensa de comprar futuros sobre el petróleo anticipando una posible escasez de suministro. De hecho, es la demanda de inventarios lo que ha hecho subir los precios desde que comenzaron las tensiones en Libia. Y naturalmente, el efecto sería mucho mayor si las revueltas alcanzaran Arabia.
"Los saudís han dicho que pueden producir el volumen necesario su otros países exportadores sufren interrupciones. Pero las previsiones de un barril a 140 ó 150 dólares empiezan a parecer razonable si la producción saudí no es la que pensamos, por no hablar de lo que ocurriría si las cosas se ponen feas en el terreno político", opina Barr.
Los analistas de Bank of America Merrill Lynch creen que el barril puede llegar hasta 240 dólares a lo largo del próximo año, si la casta dominante cae. No es su escenario base, sino que coincide con la mayor parte de Wall Street en que el petróleo se mantendrá en torno a 100 dólares porque se apagará el incendio de Oriente Medio y la recuperación global seguirá su curso.
Pero si algo sale mal, EEUU no podrá hacer mucho para solucionarlo. Aunque se habla de liberar las reservas estratégicas, "nuestra incapacidad para tomarnos en serio cosas como el medio ambiente significan que, como siempre, luchamos para solucionar un problema de largo plazo con una mentalidad de corto plazo".
"La gente habla de la distorsiones del mercado, pero el verdadero problema es que la gente que va a trabajar no puede dejar de usar gasolina. Las acusaciones a los especuladores no son la cuestión", concluye Lisa Mrgonelli, editora de energytrap.org.