MOSCÚ (Reuters) - Para tres hombres que afrontaron diferentes disyuntivas en la historia de la exploración espacial, el hecho de que una esfera que emitía un pitido cobrara velocidad en el cielo en 1957 parecía al mismo tiempo tonto, inspirador y un adelanto de lo que estaba por venir.
"Un día o dos después de que aquel bip-bip se escuchara en todo el mundo, estábamos tan emocionados como era de esperar, pero ni nosotros ni los medios soviéticos comprendimos el significado de nuestro logro", dijo Chertok.
"La mayoría de los asistentes de Korolyev, entre los que me incluyo, además de estúpidos y carentes de visión de futuro, pensamos que el Sputnik era un juego de niños", dijo Chertok a los periodistas en el museo Korolyev en Moscú la semana pasada.
Homer Hickam estaba en décimo curso cuando el Sputnik voló sobre su casa en Coalwood, West Virginia, inspirándole soñar con una vida lejos del futuro minero que esperaba a muchos de sus amigos, vecinos y familiares.
Hickam se convirtió en ingeniero de la NASA, entrenando a astronautas y supervisando las tripulaciones de las misiones espaciales Spacelab y de los transbordadores.
Hickam dijo que su encuentro con el Sputnik se completó cuando viajó a Rusia como ingeniero de la NASA para negociar la creación de la Estación Espacial Internacional.
Disponible para personas que desean pagar enormes sumas de dinero para viajar por el espacio en lo que puede ser la aventura más exclusiva del mundo, Space Adverntures ha enviado a cinco turistas espaciales en cohetes Soyuz desde el cosmódromo ruso de Baikonur, alquilado a Kazajistán, para unirse a la EEI en órbita.
"Creo que el turismo espacial tiene un nombre no del todo correcto", dijo Eric Anderson, consejero delegado de Space Adventures, la única compañía que pone a turistas en el espacio.
"Cambia la tendencia de los últimos 50 años, en la que los gobiernos controlaban en espacio. También cambia el paradigma público de modo que es posible creer que compañías privadas y ciudadanos privados pueden hacerlo", dijo Anderson.