
La divisa helvética destaca como la más fuerte entre las principales del mundo desde mediados de febrero. Es lo que tiene ser uno de los activos refugio por excelencia.
Los mecanismos no son novedosos. Todo lo contrario. Resultan más que conocidos. Cuando la incertidumbre se apodera de la situación, bien sea por motivos económicos, financieros o geopolíticos, el espirito de supervivencia de los inversores les empuja a buscar refugios. ¿Cuáles? El oro, por supuesto. También la deuda pública de los países de más acreditada solvencia (como Alemania). Y también el franco suizo, otro de los cobijos tradicionales.
La historia está volviendo a repetirse ante el agravamiento de las tensiones en Libia. La búsqueda de refugios ya ha catapultado al oro hasta su récord histórico. Y en un terreno similar se encuentra el franco suizo, que pisa zona de máximos contra el dólar estadounidense. Se cambia a 0,926 francos por billete verde, muy cerca de los 0,9228 a los que llegó a apreciarse el pasado viernes.
Es más, desde el 15 de febrero, la moneda helvética es la más fuerte entre las principales del mundo. Ninguna aguanta el tirón de su condición de activo refugio. En este periodo se ha apreciado un 3% contra el euro, hasta los 1,278 francos. Sigue, por tanto, igualmente cerca de su plusmarca contra la moneda única, situada en los 1,24 francos.