Bolsa, mercados y cotizaciones

Los encargados de 'conducir' las medidas anti-crisis levantan sospechas sobre su habilidad al 'volante'

La escasa experiencia de los banqueros centrales en situaciones de crisis levanta críticas. Ilustración: LPO
El peculiar universo de los banqueros centrales anda de lo más revuelto. Acostumbrados a luchar contra la inflación, la crisis de las hipotecas de alto riesgo o basura -subprime- en Estados Unidos y los problemas de liquidez derivados de ella les han obligado a cambiar de registro. Han aparcado su cruzada contra los precios y han tenido que desempolvar su misión como guardianes de la estabilidad del sistema financiero.

Pero hay un problema. Contener la embestida de la inflación es un trabajo que, por habitual, les resulta más sencillo. Basta con manejar las palancas precisas para cerrar el grifo del dinero en la medida oportuna y enfriar así el crecimiento con el objeto de meter a los precios en cintura.

En cambio, ahora deben sostener la credibilidad del sistema bancario y recuperar la confianza perdida en los mercados, unas metas no menos importantes, pero sí más etéreas. Y por tanto más complicadas de conseguir.

Más que nada, porque bajar los tipos de interés o inyectar liquidez ayudan a paliar los efectos negativos, pero, por sí solas, estas actuaciones pueden resultar insuficientes en un entorno como el actual. "Las medidas no serán realmente efectivas si la confianza no regresa", coinciden en señalar los expertos.

De los buenos tiempos...

Ese objetivo exige tacto a los banqueros centrales, un tacto que, a su vez, suele provenir de la experiencia... Y ahí es, precisamente, donde las voces más críticas encuentran el caldo de cultivo ideal para atacar a los actuales dirigentes de los principales bancos centrales del mundo. Y es que el destino, siempre caprichoso, ha querido que ninguno de ellos sea un veterano en su puesto.

Así, Toshihiko Fukui preside el Banco de Japón desde marzo de 2003; Mervyn King se convirtió en gobernador del Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) en julio de 2003; y Jean-Claude Trichet está el frente del Banco Central Europeo (BCE) desde noviembre de 2003. Aunque el caso más claro es el de Ben Bernanke, que sustituyó a Alan Greenspan en la Reserva Federal (Fed) estadounidense en febrero de 2006.

Dicho de otra forma, King, Trichet y Bernanke han convivido con un entorno más que favorable -Fukui sí ha tenido que hacer frente a la todavía maltrecha economía nipona-. Desde 2003, la recuperación de la economía mundial ha propiciado la escalada de las bolsas y una actividad empresarial efervescente, caracterizada por las continuas fusiones y adquisiciones. De ahí que durante estos años hayan concentrado sus esfuerzos en combatir a su enemigo preferido: la inflación.

... A los malos

Hasta la fecha, por tanto, no lo habían tenido demasiado difícil. Pero la situación ha cambiado por completo en los últimos meses. Actualmente se enfrentan a una crisis financiera por primera vez desde que ostentan el bastón de mando. Y dicha variación está poniendo en entredicho su autoridad.

El más tocado es Mervyn King. Los problemas del banco Northern Rock le han obligado a rectificar su oposición inicial a suministrar liquidez al mercado. Y esa actuación le ha puesto al borde del precipicio. Se le tacha de ser demasiado académico y poco práctico. Vamos, de no tener tacto. Y no será porque no conoce la institución, ya que forma parte de su organigrama desde 1991. Durante siete años fue el economista jefe de la entidad, y en 1998 pasó a ser vicegobernador, cargo en el que permaneció cinco años.

Sin embargo, estas credenciales no le están sirviendo ahora de mucho. Los ataques contra su persona no cesan, y aunque el primer ministro británico, Gordon Brown, se ha mostrado partidario de renovar su mandato, que expira en 2008, cada vez parece más difícil que sea así.

Tampoco lo tiene más fácil Bernanke. Es cierto que el importante recorte de los intereses decidido la semana pasada, cuando la Fed rebajó los tipos del 5,25 al 4,75 por ciento, le hizo ganar enteros en los mercados. Pero entre los expertos hay dudas sobre si ésta era la voluntad real de Bernanke, quien antes de alcanzar la presidencia fue miembro del Consejo de Gobernadores de la Fed entre 2002 y 2005.

El problema principal radica en que esa decisión recordó demasiado al modo de actuar de Greenspan. ¿Acaso es que quiso imitar el tacto de su predecesor, -casi- siempre tan sensible a lo que ocurría en los mercados? Aunque no fuera así, la sombra de Greenspan sigue siendo alargada, y Bernanke, al igual que King, conduce las medidas contra la crisis tras hacer un brillante examen teórico, pero con el examen práctico recién aprobado. De ahí que su figura despierte recelos.

La excepción

Trichet, en cambio, tiene poco que esconder. Antes de ser presidente del BCE, ya fue el máximo representante del Banco de Francia durante una década. Es decir, posee experiencia más que de sobra al volante de un banco central. En su caso, sin embargo, eso no es sinónimo de que despierte confianza.

De algún modo, es un banquero central a la antigua usanza. Con fama de duro. Nunca ha ocultado su preferencia por contar con una divisa fuerte, y pese a estar a punto de alcanzar el ecuador de su mandato de ocho años, nunca ha bajado los tipos. Y todo indica que para dar ese volantazo debería ver unas curvas muy peligrosas en la economía.

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