Durante años, Alan Greenspan, el banquero central más famoso de la historia, utilizó un lenguaje cuidadosamente codificado. Su medio de comunicación favorito era la observación profética, que únicamente podían ser comprendidos por aquellas personas con un minucioso conocimiento de la política y los mercados financieros.
En una ocasión, el mítico banquero se dirigió al público, con toda seriedad, en los siguientes términos: "Creo que debo advertirles. Si han entendido lo que he dicho, probablemente me hayan malinterpretado".
Sus memorias
Pero con la publicación esta semana de sus memorias, The Age of Turbulence: Adventures in a New World, es como si el oráculo hubiese agarrado súbitamente un micrófono y hubiese comenzado a chismorrear frenéticamente acerca de todas las pobres almas que lo habían consultado durante todos estos años.
El presidente Bush es retratado como irresponsable y poco curioso -¿quién lo diría?-. El antiguo gran jefe de la Reserva Federal estadounidense (Fed) afirma que bajo el mandato de Bush tuvo lugar un intolerable incremento del gasto público. "Mi mayor frustración fue la resistencia del Presidente a ejercer su veto contra el gasto incontrolado". Había puesto sus esperanzas en que su compañero en la Administración Ford, el vicepresidente Dick Cheney, actuase a favor de la prudencia económica y la disciplina fiscal. En cambio, "pronto pude observar que mis viejos amigos adoptaban posturas inesperadas". Los Republicanos, quienes habían controlado el Congreso durante la mayor parte de la última década, "perdieron el rumbo" y "cambiaron los principios por el poder. Se acabaron quedando sin ningun valor."
En cambio, Bill Clinton es una "persona dispuesta a asumir riesgos", que en su mandato mostró una "predilección por ocuparse de los hechos", y en cierto modo un alma gemela para Greenspan, fanático de los datos. "Aquí tenía a un rastreador de información como yo. Los dos leíamos libros, teníamos curiosidad y reflexionábamos sobre el mundo (. . .). Su fascinación por los detalles económicos -como el efecto de la madera canadiense sobre el precio de la vivienda y la inflación- nunca dejaba de sorprenderme (...). Además, tenía ojo para captar la visión global." Cuando se hizo público que también tenía ojo para algo más -una becaria llamada Monica Lewinsky-, Greenspan se quedó "decepcionado y triste".
Greenspan no trata a George Bush, el padre del actual presidente, con compasión. ¿Su culpa? Intentó aplicar mano dura al banco central para que relajase su política económica. Su intención era ganar las elecciones de 1992. No lo consiguió. En cambio, la tendencia de Ronald Reagan, antecesor de George Bush en la presidencia, a formular políticas e ideologías a partir de anécdotas, representaba, según el veterano banquero, una "curiosa forma de inteligencia".
La Guerra de Irak, afirma Greenspan, estalló "en gran parte a causa del petróleo". La excitación que esta afirmación parece haber provocado en algunos sectores de los medios de comunicación podría ser causada por su casi malhumorada admisión, en una parte anterior del libro, de que había sido apartado del círculo íntimo de asesores políticos que rodeaban al Presidente Bush.
Greenspan se justifica
Lo más interesante de todas sus observaciones sobre los políticos, los eventos con los que se ha medido en los 19 años al frente de la FED, los turbulentos mercados financieros de la actualidad, es su justificación de la política monetaria durante los últimos años. Para el creciente número de críticos de Greenspan, el antiguo presidente de la Fed, quien una vez disfrutó de consideración divina en Wall Street, es el principal culpable de la crisis de los créditos hipotecarios de alto riesgo que ha causado el actual estado de confusión. Alegan que permitió el crecimiento de la burbuja del mercado de la vivienda entre 2001 y 2006, sus cinco últimos años al frente de la Fed, al reducir excesivamente los tipos de interés y mantenerlos bajos durante demasiado tiempo.
Greenspan reconoce que no supo ver la magnitud de los problemas en el sector de la vivienda de alto riesgo. "No los aprecié hasta los años 2005 y 2006," declaró en una entrevista en CBS News, programada para que coincidiese con el lanzamiento del libro. No obstante, insiste en que la Fed actuó correctamente al reducir los tipos de interés -hasta un mínimo histórico del 1 por ciento en 2003, manteniéndolos a ese nivel durante un año- debido a que el riesgo de deflación era muy real.
"Deseábamos descartar la posibilidad de una deflación corrosiva -sostiene-, queríamos intentarlo reduciendo unos tipos de interés que pensábamos que podrían favorecer una burbuja, una expansión inflacionista de alguna clase, a la que posteriormente tendríamos que hacer frente. Fue una decisión tomada correctamente." Según Greenspan, la burbuja fue provocada, por otros factores, principalmente el final del comunismo, que provocó la incorporación de nuevos países a la economía global y redujo los salarios, los precios y los tipos de interés a largo plazo, a los que están vinculados la mayoría de los créditos hipotecarios estadounidenses. Asimismo, sostiene que siempre es mejor y más fácil para un banco central responder, agresivamente, si es necesario, a los efectos perniciosos de los eventos económicos o financieros mediante la reducción de los tipos de interés. Eso, al menos, debe pensar Ben Bernanke, el sucesor del Greenspan al frente de la Reserva Federal. Lo ha demostrado al rebajar en medio punto el precio oficial del dinero, hasta el 4,75 por ciento, en la reunión celebrada el pasado martes.
Y todo ese jazz ...
Alan Greenspan es un saxofonista de talento: estuvo a punto de convertirse en artista de jazz profesional, pero en lugar de eso se decidió por los mercados financieros.
"Cuando sus compañeros de banda salían a fumar porros, él les hacía sus declaraciones de impuestos -afirmó un conocido-; había un fuerte olor durante los descansos de sus conciertos. Él no participaba de ello, y por supuesto no fumaba".
Entre las páginas del libro, como cuando estaba al mando de la Reserva Federal, Greenspan no ahorra críticas a algunos de los personajes con los que se midió a lo largo de su carrera.
Irak: "Lamento que sea políticamente incómodo reconocer lo que todo el mundo sabe: el principal motivo de la guerra de Irak es el petróleo".
Presupuesto: El antiguo presidente de la Reserva Federal critica al Presidente Bush por no controlar el gasto estadounidense de forma responsable y por acumular un gran déficit presupuestario.
Gobierno local: Reprende a su propio partido por renunciar a los principios conservadores que favorecen el gobierno local.
Presidentes: Richard Nixon y Bill Clinton han sido los presidentes más inteligentes con los que ha trabajado, asegura.
Hipotecas subprime: Se defiende de las acusaciones de haber ayudado a fomentar la crisis de los créditos hipotecarios de alto riesgo.
Influecia sobre los mercados: "¿Cómo sabemos cuando una exuberancia irracional ha llevado a cotas excesivas los valores de los activos netos?", se preguntó en un discurso en el Instituto Estadounidense de la Empresa en 1996. Los precios de las acciones bajaron más del 4 por ciento al día siguiente, aunque se recuperaron rápidamente.
Deuda: "Las proyecciones más recientes, a pesar de su cautela, dejan claro que el objetivo de cancelar la deuda federal está al alcance antes del final de la década". (Declaraciones en enero de 2001 acerca de las perspectivas presupuestarias para Estados Unidos, recomendando recortes de los tipos de interés al inicio del mandato del Presidente Bush para evitar el riesgo de que el gobierno acumulase un gran superávit). A día de hoy, la deuda federal supera los 9 billones de dólares.
Sobre los empresarios: ¿Por qué los frenos y equilibrios del gobierno corporativo, que nos han servido razonablemente bien en el pasado, han fracasado? Parece que una codicia contagiosa se ha apoderado de gran parte de nuestra comunidad empresarial". (16 de julio de 2002, ante el Comité Bancario del Senado después del escándalo Enron).
Caballero de honor: "Estoy profundamente agradecido por este honor, que siempre llevaré conmigo. Es un día muy poco habitual para un economista". (A su nombramiento como caballero de honor por la Reina de Inglaterra en 2002).