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Auge y caída del genio de los derivados de Barclays: historia de Edward Cahill

Las pérdidas en el área de productos sofisticados de deuda que dirigía están haciendo daño al banco. Foto: Archivo

BARCLAYS

17:30:00
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Alex, el portero del edificio, se ha acostumbrado últimamente a que le pregunten por uno de los vecinos, Edward Cahill. Es un bloque de apartamentos en el puerto de Londres y los periodistas han venido a buscar a Cahill, un genio de las finanzas de Barclays Capital. Alex se deshace de ellos con educación, explicándoles que su búsqueda es en vano.

Hasta hace dos semanas, Cahill, irlandés de 33 años, era un empleado poco conocido de la próspera división de banca de inversiones de Barclays. Alto, "educado y simpático" según Alex, Cahill trabajaba mucho, salía antes de las ocho de la mañana para ir a la oficina y volvía siempre pasadas las once de la noche.

Un nombre asociado a crisis de créditos

Su trabajo como enérgico banquero en los florecientes mercados de deuda podría haberle reportado cerca de un millón de libras al año. Se dice que su ático, en un almacén de azúcar reconvertido donde vive desde hace tres años con su hermano Michael, vale 750.000 libras (1,1 millones de euros).

Cahill ha saltado recientemente del anonimato a los titulares muy a su pesar, ya que su nombre se ha asociado a la crisis de los créditos que está apoderándose de los mercados internacionales. Las actividades de su equipo, que creó exóticos instrumentos de inversión que se han venido abajo, podrían hacer descarrilar los esfuerzos de Barclays de conseguir el mayor acuerdo de servicios financieros de la historia: la compra del holandés ABN Amro por 60.000 millones de euros.

Pese a su cargo rimbombante (director europeo de obligaciones de deuda colateralizada), Cahill no era uno de los principales ejecutivos del banco de inversiones. Sus negocios supusieron una pequeña parte de los 6.200 millones de libras de ingresos de Barclays Capital el año pasado.

Productos de última generación

Él y un grupo reducido de colegas crearon una versión de instrumentos de inversión estructurada (SIV) para clientes. Se trata de fondos de inversión altamente endeudados que ganan dinero cambiando la diferencia en tipos de interés entre el dinero a corto plazo y las inversiones a largo plazo, respaldados por préstamos supuestamente de alta calidad, como los créditos hipotecarios estadounidenses.

De los instrumentos de deuda, conocidos como seudo-SIV, que estableció el equipo de Cahill, cuatro han dado problemas. Dos de ellos se han visto forzados a vender activos para pagar las deudas. El viernes, Barclays vio cómo el tercero de ellos, Cairn High Grade Capital Funding I, se reestructuraba en una financiación de 1.400 millones de dólares.

El banco también tuvo que enfrentarse al escrutinio sobre el colapso del banco alemán Sachsen, usuario de sus productos SIV, rescatado por un rival hace una semana, por problemas con otro fondo no conectado con Barclays.

Se acabó la suerte

Cahill, a quien algunos de sus colegas tildan de "bastante arrogante", volvió de vacaciones el 20 de agosto, consciente de que se le había acabado la suerte. Durante más de tres años, bancos e inversores estuvieron inmersos en la compra frenética de paquetes de préstamos cada vez más complejos, pero en cuanto saltó a la luz la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos, se echaron atrás.

Para Cahill, el futuro no debió de ser nada alentador. Según algunos antiguos compañeros, se enfrentó a la cruda decisión de quedarse observando cómo se secaba el negocio y encogían sus primas, o largarse. Optó por lo último, hizo las maletas y desde entonces no se le ha visto por su apartamento.

En épocas menos turbulentas, su partida, aunque extraña, seguramente habría sido un suceso menor. Los que sugieren que Cahill podría ser el próximo Nick Leeson, el agente que provocó el colapso de Barings en 1995, están muy lejos de la realidad. Se supone que el departamento de conformidad de Barclays revisó sus operaciones y no encontró ninguna conducta desafortunada o impropia.

Barclays obligado a pedir préstamos

Aun así, la renuncia de Cahill ha enviado ondas de choque por todo el mercado, avivando especulaciones salvajes acerca de que Barclays estaba ocultando pérdidas que ascendían a cientos de millones de libras. "Es miedo, miedo a lo desconocido", ha apuntado un analista bancario.

El propio Barclays no ha sido de mucha ayuda en su propia causa. Dos veces en poco más de una semana se ha visto obligado a pedir prestado caro un total de 1.900 millones de libras de las reservas de emergencia del Banco de Inglaterra. Préstamos así son rutinarios, pero en los mercados frágiles actuales cualquier asomo de peligro financiero provoca el pánico.

Bob Diamond, jefe de la banca de inversión, admite que habrá pérdidas en Barclays Capital pero dice que la repentina marcha de Cahill se ha exagerado. Como mucho, 75 millones de libras, incluso si el banco tuvo que vender los activos que posee como garantía subsidiaria a precio de ganga.

"¿Vamos a dejar que un mes duro nos eche de la pista? Por supuesto que no. He hablado de un crecimiento anual del 15-20 por ciento y no hay nada que me haga retroceder", dice.

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