
Quizá pocos sepan que la primera persona en crear un hedge fund en el mundo no fue un banquero. Ni siquiera un economista. Fue un periodista. Alfred Winslow Jones decidió en 1949 crear lo que luego se consideraría el primer hedge fund de la historia, un producto que mediante la combinación de posiciones cortas y largas en valores buscaba crear un producto que le permitiera cubrirse (hedge es cobertura en inglés) frente a las oscilaciones del mercado.
Fue sólo el primero de los cerca de 7.000 hedge funds que en la actualidad se comercializan en el mundo. Una cifra que en los últimos meses se ha ido reduciendo a marchas forzadas. Primero porque la crisis de las subprime, que aún sigue dando sus coletazos, llevó a muchos inversores a huir de estos productos ilíquidos; y segundo porque el aumento de la regulación tanto en EEUU como en Europa obligará a muchos a renunciar a la que hasta ahora ha sido su razón de ser: el secretismo de las posiciones donde invierten.
Los hedge funds han sido en los últimos años los grandes protagonistas del mercado. Tanto en los años de bonanza como en las épocas de crisis han desempeñado un papel fundamental.
Quantum, el hedge fund del filántropo George Soros, fue el máximo responsable de la salida de la libra esterlina del sistema comunitario europeo. Long Term Capital Management, el hedge fund creado por el padre de los bonos basura Jonh Meriwether, excesivamente apalancado, tuvo que ser rescatado por las enormes salidas de dinero a las que tuvo que hacer frente tras la devaluación del rublo en 1998. Pero ha sido con la última crisis, con el fraude piramidal de Madoff de por medio, cuando se les ha colocado en el centro de la diana. Se les considera culpables de la crisis de las subprime y también de la reciente crisis del euro- hay que recordar la famosa cena en la que varios gestores de estos productos acordaron invertir más de 8.000 millones de euros a la baja contra la moneda común-. Y de la banca por las posiciones bajistas que han tomado contra las entidades financieras desde la quiebra de Lehman.
Los gobiernos quieren ahora desprenderles de ese papel protagonista que han desempeñado en los últimos 52 años y la mejor manera para limitar su efecto en los mercados es con una regulación. Pero, aunque esta regulación se dilata en el tiempo (esta semana se ha conocido que en la Unión Europea se prorrogará hasta septiembre) una cosa está clara: los hedge funds tal y como los conocemos hasta ahora han muerto. La duda es ¿cómo serán los hedge funds del futuro?
Las grandes novedades
Según explica Cipriano Sancho, analista de Inversis, son muchas las novedades a las que tendrán que hacer frente los hedge funds que quieran seguir siéndolo. La principal es la que afecta a la transparencia, la razón de ser de estos productos. Aquí reside buena parte de su encanto. Hasta ahora era todo un misterio saber dónde invertía un hedge para poder ganar un 20% cuando el mercado caía. "No estaban obligados a comunicar sus posiciones pero ahora sí tendrán que explicarlo y los gestores podrán replicar estas estrategias". Pierden por tanto la sofisticación y exclusividad de las que hasta ahora presumían.
Otro de los puntos clave es la liquidez. Hasta ahora los hedge funds eran los que decidían si dar liquidez mensual o trimestral a sus fondos. Esta falta de liquidez es a la vez necesaria para que pudieran complementar sus arriesgadas estrategias pero el fraude de Madoff demostró los problemas que puede acarrear ser un producto ilíquido (de hecho, muchos de los afectados perdieron su dinero pese a haber pedido salir del fondo). Además, un estudio de Deutsche Bank asegura que el 83% de los inversores de hedge funds tuvieron problemas para rescatar su dinero entre 2008 y 2009. "A partir de ahora se obligará a que den liquidez una vez al mes, por lo que esto exige que los gestores tomen posiciones más líquidas", afirma Sancho.
El apalancamiento o endeudamiento de las operaciones es otra de las limitaciones que se están estudiando así como el uso de derivados. Estas dos variables son precisamente las dos claves del éxito (o fracaso) de los hedge funds. Con la nueva normativa europea se busca poner límites al apalancamiento (es decir la parte de deuda sobre el capital) y se restringe el uso de derivados en mercados OTC (no organizados). Además, se obligará a los hedge funds a informar de las posiciones cortas que tienen sobre los valores cotizados e, incluso, puede que se les prohíba realizar ventas al descubierto.
Además de las limitaciones en cuanto a la inversión, también se exigirán otras normas en lo que se refiere al riesgo. Hasta ahora, estos productos no aptos para conservadores no tenían que recurrir a un asesor externo que evaluara el riesgo que estaban asumiendo. Esa función, de hacerse, la llevaban a cabo internamente. Con la nueva normativa se les exigirá que las funciones de gestión del riesgo y de cartera se mantengan separadas, así como que se instauren sistemas de gestión del riesgo para conocer el nivel de exposición del fondo.
Pero el principal problema de esta regulación es que estos puntos son sólo el principio pero puede haber más. Y es esta regulación lo que termina con la razón de ser de estos productos: pierden la libertad de la que han disfrutado hasta ahora y por tanto es muy probable que "sus estrategias pierdan fuelle", según afirma Sancho, y que, por tanto, su rentabilidad se contraiga.
"El aumento de la regulación incrementará los costes de dedicarse a este negocio para los que ya están en él e impedirá que entren otros nuevos. La industria podría experimentar una mayor proporción de gestores que salgan del negocio", afirma Cedric Kohler, jefe del negocio de hedge funds de Lombard Odier, a Bloomberg.
Sin embargo, no son pocos los gestores que han encontrado una solución a la regulación que viene. Saben que sus días de vino y rosas han llegado a su fin pero prefieren la regulación conocida que aquella por conocer. Por ello, han decidido transformar sus hedge funds tradicionales en hedge funds para todos los públicos o, lo que es lo mismo, convertir sus productos al formato Ucits III. Este formato, si bien limita sus estrategias de inversión, les da la opción de poder ser adquiridos por inversores de todos los países excepto en EEUU y éstos tienen la seguridad de estar invirtiendo en un producto regulado y con liquidez semanal. De momento, el número de activos bajo gestión que tienen los hedge funds en formato Ucits III se han triplicado en nueve meses hasta alcanzar los 70.000 millones de dólares, según Carne Global Financials.
Mejora la regulación...
"Lo que ha hecho Ucits III es mejorar la regulación de estos productos ya que da igual la estrategia que siga el hedge fund porque todos tienen que cumplir con la misma regulación", afirma Justin Lawson, de Schroders.
La mala noticia es que no todos los fondos de inversión libre pueden adaptarse a la directiva europea de Ucits III. Una de las primeras reglas que han de cumplir es tener al menos el 90% de su patrimonio invertido en activos líquidos. Además, hay estrategias que tienen más fácil adaptarse a este formato que otras. Por ejemplo, las de crédito, ya sea long short, de arbitraje de convertibles, de emergentes, etc, no encajan con el formato Ucits ya que presentan demasiado apalancamiento y muy poca liquidez. Por el contrario, estilos de inversión como bolsa long short, futuros gestionados o inversión en acciones de compañías con posibilidad de llevar a cabo operaciones corporativas (event driven) encajan mucho mejor con las obligaciones que requiere el formato Ucits III.
La liquidez es la principal ventaja que ofrece este modelo frente al estilo tradicional de los hedge funds. Los fondos de inversión libre que quieran acogerse a este formato deberán ofrecen liquidez mínima quincenal. Es decir, tendrán que dar la oportunidad a los partícipes como mínimo cada quince días de comprar o vender participaciones e informar del valor liquidativo del fondo en cuestión. Además, tal como explica Lawson, "la orden de reembolso no podrá retrasarse de más de tres semanas desde que se realiza la solicitud".
También influye en el grado de liquidez la diversificación que han de tener. Además de no poder invertir más de un 10% en posiciones poco líquidas, tampoco podrán destinar más de un 10% de la cartera a un único emisor o un 20% en valores, depósitos o derivados de un único emisor. En cuanto al grado de endeudamiento (apalancamiento) éste no podrá ser superior a las dos veces su patrimonio.
Otro de los puntos clave es el control de riesgos. Si el fraude de Madoff se pudo llevar a cabo durante tanto tiempo (más de 60 años) fue porque no existían controles suficientes que analizaran realmente la cartera en la que invertía su fondo. Al fin y cabo un fondo de inversión libre, como su propio nombre indica es libre para invertir, por lo que es muy difícil de controlar.
...pero pierden libertad
Los hedge funds que se amparen bajo el formato Ucits III tendrán que dejar parte de sus alas de libertad en la puerta de la UE ya que "se exige que haya un agente independiente dentro de la gestora que garantice que el fondo cumple con todas las reestricciones", aseguran en Schroders. Eso sí, pese a que estén más regulados, nunca está de más recordar que estos fondos no siguen siendo aptos, por muy regulados que estén, para perfiles conservadores. "La gente tiene que entender que se puede perder dinero", afirma Lawson.