
El Dow Jones, el legendario índice de Wall Street, alcanzó el miércoles el punto más alto de su historia para mirar cada vez más de cerca los 14.000 puntos.
El acontecimiento supone todo un logro para un índice que en sus 111 años de historia ha ido derribando cifra redonda tras otra desde su atalaya de testigo privilegiado de la historia.
La primera página la escribió un 26 mayo de 1896, cuando Charles Dow, el fundador del The Wall Street Journal, y su socio Edward Jones, empezaron a recoger las cotizaciones de 12 compañías, de las que sólo perdura General Electric entre las 30 que lo componen ahora. El cambio de aquel día fue de 42,6 puntos, en un contexto empresarial que recuerda en parte al actual: las compañías vivían un auténtico auge de fusiones y adquisiciones en todas las industrias, en busca de alcanzar una posición casi de monopolio que les asegurase el éxito futuro.
¿Cómo era el mundo entonces?
Las grandes potencias estaban en una carrera colonialista, en la que España se empezaba a desfondar, con sucesos como la rebelión de Katipunan en Filipinas, que abrió la independencia de la nación asiática. Esto ocurrió en agosto, unos meses antes de dos acontecimientos claves en la humanidad: en Atenas se izaba por primera vez la bandera olímpica en al abarrotado estadio Panatinaikós y el científico francés Henri Becquerel descubría la radiactividad.
En este contexto, los primeros pasos del Dow Jones no fueron prometedores. En verano de ese año, el índice llegó a caer un 30 por ciento, a 28,48 puntos, hasta que la tranquilidad llegó con la victoria electoral de William McKinsley, que salvó la industria del oro que había amenazado su rival político William Jennings Bryan.
El índice se fue recuperando poco a poco y vivió su primera etapa dorada una década después de su creación: el 12 de enero de 1906 alcanzó la cima de los 100 puntos. Ese día, sin embargo, no hubo algarabía ni grandes titulares en los periódicos. El acontecimiento sólo quedó reflejado en las tablas de cotizaciones del The Wall Street Journal, mientras que las crónicas de bolsa hablaban de "un movimiento alcista continuado". John Prestbo, editor actual del índice Dow Jones, afirma en el libro La medida del mercado, que este silencio se debió a que "las acciones se veían entonces como una inversión especulativa, sobre todo las industriales".
Antes, el índice ya había estado a punto de alcanzar los 100 puntos en tres ocasiones. Pero para hacerlo fue necesario un gran momento como el que vivía Estados Unidos en 1906: acababa de derrotar a España en la Guerra Hispano-Americana, conocida a este lado del charco como El desastre de Cuba; el presidente Roosevelt se mostraba probusiness y la industria del ferrocarril y la de los automóviles disparaban su crecimiento y expectativas.
Nada fue un camino de rosas
Tras superar los 100 puntos el índice arrancó un periodo bajista que se agravó por la recesión económica de 1907, mientras tenían lugar dos catástrofes naturales en apenas 15 días: el 7 de abril el Vesubio entró en erupción en Italia devastando Nápoles y poco después un enorme terremoto destruyó San Francisco y causó 3.000 muertos.
En España, mientras, tras un auge del nacionalismo catalán, el ejército ve peligrar la unidad nacional y convence al Gobierno para aprobar la Ley de Jurisdicciones, con Alfonso XIII como Rey. En la cultura, Pablo Picasso sigue ganando fama y un año después pinta Las señoritas de Avignon, mientras que en los deportes se funda el Deportivo de la Coruña, siguiendo los pasos en los años previos de Recreativo, Athletic, Barcelona y Madrid.
Cae la maldición de los 100
Al Dow Jones le cuesta casi 20 años despegarse definitivamente de los 100 puntos, dos décadas en las que el mundo entra en un periodo negro por la Iª Guerra Mundial y las epidemias. Todo lo contrario que en la segunda mitad de los años veinte, cuando la felicidad se dispara. La paz parece ser duradera y el mundo progresa, al ritmo del charlestón y de un crecimiento económico con pleno empleo.
Un acontecimiento marca la euforia de esta época: el 20 de mayo Charles Lindbergh realiza el primer vuelo sin escalas entre Nueva York y París. "Los inversores se abalanzaron sobre las acciones de aerolíneas", según el historiador Robert Sobel, "como lo hicieron siete décadas después sobre las de Internet", escribe Prestbo.
En diciembre de ese año, el Dow Jones rompe la barrera de los 200 puntos y sólo un año después los 300, esta vez animado por las acciones de fabricantes de coches, en un momento en que se amplía a 30 el número de integrantes. En 1929, el índice se dirigía en una racha sin precedentes hacia los 400, cuando entre el 28 y el 29 de octubre llega el crack más dramático de la historia de Wall Street, con un desplome del 23 por ciento, que inicia una crisis que le lleva a caer hasta el mínimo de 41,22 puntos en julio de 1932, por debajo del nivel al que había debutado 36 años antes.
Los 30: años difíciles
La confianza parece herida de muerte y los mercados se mueven arriba y abajo compulsivamente y sin sentido en los años 30. Llega la amenaza totalitaria. En España, el bando de Franco gana la guerra civil y en Alemania Adolf Hitler acumula cada vez más poder.
Los mercados sufren otra fuerte sacudida cuando el dictador alemán invadió Dinamarca y Noruega en abril de 1940, meses después de asolar Polonia. La caída se fue agravando según progresaba la guerra y el índice retrocedió otra vez a los 100 puntos en abril de 1942, medio año después de que Japón bombardeara la base americana de Pearl Harbor. Desde entonces, el índice se fue recuperando -con un breve paréntesis por la guerra coreana de 1950-, pero no fue hasta 1954 cuando el índice estadounidense superó los máximos tocados antes del crack del 29.
Y cómo lo hizo. Rebasó los 400 puntos como una exhalación y en marzo de 1956 alcanzó los 500. Según algunos analistas, el impulso definitivo para romper la barrera fue... ¡la salud del presidente Dwight Ike Eisenhower! muy querido por los mercados. Un mes antes había confirmado que se presentaría a la reelección, algo de los que los ciudadanos dudaban porque había sufrido un ataque al corazón. Durante su mandato, que se prolongó desde 1952 hasta 1960, el Dow Jones subió un 111 por ciento.
En aquel 1956, sin embargo, el mundo estaba algo convulso. Las tensiones entre Israel y Egipto desembocaron en la Guerra del Sinaí, mientras el mundo miraba con recelo el conflicto del Canal de Suez. Tan agitado estaba todo como las caderas de Elvis Prestley, cuya música empezaba a causar furor entre los fans con el tema Hound Dog. Dos años después, en Reino Unido nace el germen de otra revolución musical en una ciudad llamada Liverpool, aunque el verdadero éxito de los Beatles llega en los 60.
La ansiada llegada a los 1.000
Uno de los días más importantes en la historia del Dow Jones fue el 14 de noviembre de 1972, cuando superó la mágica cifra de los 1.000. Ese año, la guerra de Vietnam entra en la fase final, El Padrino gana un Oscar y Nixon protagoniza la primera visita oficial de un presidente de EEUU a China. El planeta se estremece cuando el grupo terrorista Septiembre Negro mata a once deportistas israelíes durante las Olimpiadas de Munich. El esquiador español Fernández Ochoa gana la medalla de oro en Sapporo.
El Dow Jones tardó 15 años en alcanzar su segundo mil. Los brokers estaban de moda y Michael Douglas protagonizó la película Wall Street como Gordon Gekko. El 25 de agosto, con Alan Greenspan recién llegado a la presidencia de la Fed, el Dow marca máximos en 2.722 pero entonces llega otra gran crisis del índice, que tuvo su cénit el 19 de octubre, cuando se desplomó un 23 por ciento en una sesión.
Este batacazo hizo que el asalto a los 3.000 quedara reservado para los 90. El índice empezó esta prodigiosa década ligeramente por encima de 2.000 y la finalizó más allá de los 11.000 puntos. Fueron años marcados por el fuerte crecimiento económico, la Guerra del Golfo, la personalidad de Alan Greenspan y el boom de las nuevas tecnologías, sobre todo de Internet. Una euforia que dejó el índice abocado al pinchazo de la burbuja en 2000, que le hizo caer hasta 7.286 puntos.
El destino quiso que fuera en un mes de octubre, en 2002, cuando se tocaron mínimos y el índice iniciara la recuperación. Lo hizo avalado en la época del dinero barato con la Fed bajando los tipos al 1 por ciento y el BCE al 2 por ciento, que generó un océano de liquidez, que todavía perdura. A finales del año pasado el índice ya había subido por encima del máximo de enero de 2000. Desde ahí, animado por el boom de fusiones y adquisiciones, mantiene una impecable escalada que la ha llevado a rebasar los 12.000 y los 13.000... y ahora poner en el punto de mira los 14.000.