
Tal día como ayer hace 10 años, le burbuja puntocom estalló cuando el Nasdaq alcanzó un máximo histórico de 5.132,52 puntos, un nivel que el mercado tecnológico no tiene de pinta de recuperar en un futuro previsible.
Los analistas afirman que el crash de la tecnología enseñó a los inversores una lección muy simple que se había olvidado en el maremágnum de OPVs de nuevas empresas de Silicon Valley sin ninguna perspectiva de futuro: que las ventas y los beneficios, o al menos la perspectiva de beneficios, importan.
Hoy, el Nasdaq cotiza a menos de la mitad de su máximo, y muchos de los grandes nombres del año 2000, como IBM, Hewlett-Packard y Microsoft, se valoran más como acciones tradicionales, es decir, basándose en sus fundamentales. Y encontrar las empresas del futuro es ahora mucho más difícil.
"Los valores tecnológicos se veían entonces como únicos y diferentes, un sector que iba a crecer rápidamente y que soportaba unas valoraciones extraordinariamente elevadas", según Ken Allen, de T. Rowe Price. "Hemos aprendido mucho sobre los fallos de esa lógica, y ahora los valores tecnológicos son comparables con los demás valores".
Algunos nombres selectos se han disparado en la última década, como Apple, Amazon o Research in Motion; todas ellas tienen productos que no sólo han liderado, sino que han definido su categoría. Lo mismo se puede decir de Google y Salesforce.com, que salieron a bolsa en 2004 y que han multiplicado por cuatro su valor desde entonces.
Pero muchos de los líderes de la burbuja nunca han vuelto a recuperar la gloria pasada. Hablamos de Cisco, Yahoo o Intel, que cotizan más de un 50% por debajo del precio que alcanzaron hace 10 años. Las valoraciones también se han contraído drásticamente: el PER del sector alcanzó un máximo de 70 veces los beneficios a principios de 2000, y ahora se encuentra apenas en 16. El de IBM era de más de 30 entonces, y ahora se encuentra en 13.
Esto hace sentirse cómodos a los analistas que recomiendan valores tecnológicos, pero tiene su contrapartida: el Nasdaq puede tardar entre cinco y 10 años en volver al máximo del año 2000.
En aquel entonces, los inversores compraban acciones tecnológicas a valoraciones estratosféricas porque asumían que el crecimiento espectacular que descontaban se iba a materializar. La subida del Nasdaq a principios de 2000 fue meteórica y, vista desde ahora, absurda. El índice subió de 3.000 a más de 5.000 en cuatro meses.
"En aquellos días, era muy fácil salir a bolsa, y la empresa que no lo hacía o no era adquirida por una cantidad mareante, era un fracaso", recuerda Barry Eggers, de la firma de capital riesgo Lightspeed. "Lo que motivaba la subida era la oportunidad de crecimiento. Ahora hemos aprendido a ser más pacientes", añade.
Lo difícil ahora es identificar la tendencia de futuro: no se sabe si será las redes sociales, los juegos en red o el Internet móvil. Las apuestas más seguras parecen los smartphones y la realidad virtual, mientras que los PC y los servidores parecen olvidados. En todo caso, los días de crecimientos anuales del 30% o el 40% no volverán nunca.