
Buscar culpables, en cualquier situación, es un indicador retrasado. Cuando los políticos y los reguladores empiezan a hacerlo, normalmente la tormenta ya ha terminado, y es lo que seguramente está pasando con la crisis de la deuda de Grecia, según David Callaway, director de MarketWatch.
Es lo mismo que ocurrió cuando los políticos norteamericanos echaron la culpa a los hedge funds de hundir a los bancos de inversión de Wall Street poniéndose bajistas en sus acciones durante la crisis de 2008. Ahora son los europeos los que han encontrado los mismos personajes a los que culpar de la desestabilización de Grecia y del euro.
Según Callaway, no se trata de una conspiración en una oscura cena de hedge funds como sostiene José Blanco, sino de la disponibilidad de derivados sin regulación que permiten a los inversores más avezados crear el pánico y beneficiarse de él. Los CDS (credit default swaps), seguros contra el riesgo de impago de la deuda, son la estrella de esta historia.
El propio George Soros advirtió el año pasado de cómo algunos hedge funds fueron capaces de sembrar el caos en las acciones de Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch o Morgan Stanley. Lo que hicieron fue acumular grandes cantidades de CDS, instrumentos diseñados originalmente para que los tenedores de deuda corporativa comprasen una póliza de seguros contra un posible impago. En algún momento, la subida de los CDS provocaría bajadas de rating por parte de Moody's o Standard & Poor's, lo que a la vez hundiría las acciones de estas empresas. La estrategia era simple: comprar los CDS y vender las acciones.
A finales del año pasado se presentó la misma oportunidad en Europa cuando Grecia empezó a tener problemas con su deuda. Los operadores compraron CDS de Grecia o de otros países del grupo de los PIGS (incluyendo España). Al sembrar el pánico en este mercado, podían apostar a la baja contra el euro, que se hundiría en caso de que los grandes países de la zona euro tuvieran que rescatar a los problemáticos. Comprar el CDS de los PIGS y vender el euro.
Son oportunidades que los traders buscan a diario. El hecho de que muchos de ellos se dieran cuenta y tomaran posiciones al mismo tiempo no fue una conspiración, es que era una oportunidad de ganar dinero a balón parado. Ahora, los reguladores están persiguiendo a los hedge para acusarlos de conductas delictivas en sus operaciones sobre el euro.
El presidente de la FSA británica, Adair Turner, es quien ha dicho lo más sensato sobre esta historia. Ha sugerido que los CDS sólo deberían venderse a las entidades que realmente tengan la deuda del emisor al que aseguran, para que no sean un mero vehículo de trading. "Si eso hubiera ocurrido en Wall Street hace dos años, Bear Stearns y Lehman Brothers podrían estar todavía vivos", opina Callaway.
A su juicio, los reguladores nunca podrán ir por delante de la innovación financiera, pero pueden hacer un trabajo mejor para dotar de transparencia a los mercados y reducir el oportunismo que se ha demostrado dañino. Pone el ejemplo de las limitaciones a las ventas en corto (posiciones bajistas) aprobadas la semana pasada en EEUU, de las que dio cuenta Bolságora. Aunque se las ha criticado por ir en contra del mercado, Callaway cree que no se puede tolerar el beneficio de unos pocos a costa de la salud del sistema, sobre todo si lo que está en juego es tan importante como la zona euro.
"Afortunadamente, si hemos alcanzado el nivel en el que es hora de echar la culpa a los hedge funds y de investigar sus operaciones, ya se han logrado las ganancias y la crisis se acerca a su fin. El debate volverá pronto a la cuestión de limitar los beneficios obscenos, al menos hasta que la próxima crisis -y oportunidad- emerja", concluye.