El pasado 27 de febrero las bolsas de todo el mundo se tambaleban golpeadas por un derrumbre en el mercado chino, que a algunos recordó la "crisis asiática" de hace diez años. Han pasado 16 sesiones desde entonces y hoy el parqué del gigante asiático parece que se ha olvidado de su tropiezo y ha alcanzado un nuveo máximo histórico.
Si bien es cierto que el patinazo de la bolsa china no fue el único factor que empujó a los inversores de todo el mundo a vender con ansia sus acciones, dejó de manifiesto la importancia que tiene actualmente esta economía asiática en en el actual panorama internacional.
El índice general de Shanghai bajó el 27 de febrero 268,81 puntos y cerró con 2.771,79 puntos, una caída del 8,84 por cientp, la mayor desde febrero de 1997, cuando descendió un 8,91 por ciento. El ascenso que ha experimentado hoy ha sido del 0,83 por ciento, para colocarse en 3.057,38 puntos.
Los analistas señalan que para continuar con las subidas, el mercado chino deberá enfrentarse a las autoridades del país, precisamente las más preocupadas por la posibilidad de la creación de una burbuja en su mercado que de al traste con sus esfuerzos para una recuperación sostenida del consumo privado en los próximos años. "Aunque esto llevaría probablemente a una menor creación de liquidez en los mercados internacionales a medio plazo", destaca José Luis Martínez, analista de Citigroup.
El Gobierno chino se ha impuesto como objetivo una reducción del superávit comercial, que pasa por un cambio de estructura de crecimiento económico desde la inversión hacia el consumo doméstico. "Prevenir que se compita únicamente por el crecimiento económico, y promover en consecuencia un crecimiento seguro y rápido", señaló el primer ministro chino, Wen Jiabao, a principios de mes en el tradicional discurso que marca cada año la apertura de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento chino).