
Durante el tercer trimestre del año la economía estadounidense salió de la recesión con un crecimiento de su PIB del 0,9%, lo que en términos anuales lo sitúa en el -2,3%.
Se trata de la primera cifra positiva desde el segundo trimestre del 2008 y que supondría un dato anualizado del 3,5%, crecimiento más que saludable. La vuelta a la senda positiva ha sido impulsada por el consumo privado, el gasto público en forma de planes de estímulo y, el mercado inmobiliario. Fallan las importaciones.