
El lunes 28 de abril de 2025, muchas partes de España y Portugal se sumieron en la oscuridad, sufriendo lo que desde entonces ha resultado ser uno de los cortes de electricidad o apagones más disruptivos de Europa en décadas.
El informe que los investigadores españoles emitieron en junio apuntaba a un pico de tensión que la red fue incapaz de controlar como principal causa del apagón. Sara Aagesen, ministra española para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, confirmó que habían intervenido varios factores y rechazó cualquier sugerencia de que este suceso pueda cambiar el modelo español de energías renovables. Sus motivos para hacer estas declaraciones son importantes, ya que se había especulado con la idea de que el apagón era consecuencia del alto porcentaje de fuentes de energía renovables en la cesta energética minutos antes de que se produjera el suceso. España disfruta de un nivel saludable de energías renovables en su cesta energética: aproximadamente el 60% de la combinación energética en 2024 procedió de renovables como la eólica, la solar y la hidráulica. Sin embargo, momentos antes de que se produjera el apagón, el porcentaje se disparó por encima del 80%. Dada su naturaleza intermitente la volatilidad adicional que esto supone para la red eléctrica, numerosos analistas sugirieron que ésta fuese una causa probable del apagón.
Dado que España tiene la ambición de aumentar hasta el 81% la energía renovable en su generación de electricidad para 2030, cabe preguntarse si su red eléctrica está adecuadamente preparada para tal aumento. Es importante destacar que esta cuestión es pertinente para todos los países con aspiraciones similares. De hecho, hay que admirar a España por sus ya elevados niveles de renovables en su cesta de generación eléctrica y por sus ambiciones de aumentarlos todavía más. Por su parte, la Directiva revisada de la Unión Europea (UE) sobre energías renovables pretende alcanzar al menos un 42,5% de fuentes de energía renovables para 2030, con la aspiración de llegar al 45%.
Creemos que existe la oportunidad de aprender de los posibles problemas asociados con el apagón de abril y que los países comiencen a realizar las inversiones necesarias en sus redes eléctricas. De este modo, podrán garantizar que sus redes eléctricas tengan una mayor resiliencia según aumente de forma sostenida el peso de unas fuentes renovables más volátiles. Esta conversión de la cesta energética plantea inevitables retos de carácter técnico, económico y normativo, y su gestión resulta fundamental para mantener la fiabilidad, la eficiencia y la estabilidad de la red. Las inversiones y el diseño de la red deben permitir la incorporación de nueva generación de electricidad que esté abierta a diferentes tecnologías más modernas, desde las renovables hasta los reactores nucleares modulares pequeños, sin dejar de integrar las centrales eléctricas tradicionales existentes.
En el caso de la red eléctrica española, por ejemplo, las inversiones en transmisión y distribución (TyD) no han alcanzado el nivel necesario para modernizar una red de redes eléctricas que ya tiene aproximadamente 40 años. Esta opinión se vio reflejada en nuestras recientes conversaciones con Iberdrola, en las que sus representantes defendieron que es esencial que exista una estrecha colaboración entre el gobierno, el operador de la red y las eléctricas para desarrollar la red de manera que satisfaga todos los requisitos futuros. Una vez más, esto no es exclusivo de España, sino que se trata de un problema que afecta a toda Europa, pues se estima que los planes de inversión de los operadores de red europeos ascenderán a un total aproximado de 1,8 billones de euros entre 2024 y 2050, por debajo de la estimación de la Comisión Europea sobre las necesidades de inversión, de entre 2 billones de euros y 2,3 billones de euros.
Además, hay que tener en cuenta el lado de la demanda, especialmente con el auge de la inteligencia artificial y la necesidad de velocidad. Volviendo al ejemplo español, actualmente hay 19 gigavatios (GW) de solicitudes de conexión de centros de datos en España, lo que representa más del 60% de la demanda eléctrica total media actual del país. Una vez más, esto no es exclusivo de España ya que la demanda de los centros de datos en los principales núcleos europeos de Frankfurt, Londres, Ámsterdam, París y Dublín (o FLAPD, como se conoce a los núcleos de centros de datos de Europa) supera con creces la oferta.
Además de la inversión necesaria en la red eléctrica, el aumento de la capacidad de almacenamiento de la red también puede contribuir a proporcionar más estabilidad a medida que se incremente la cuota de las energías renovables. Las renovables son de naturaleza intermitente y la capacidad de almacenar el excedente de energía durante periodos especialmente productivos (como los días muy ventosos o soleados) podría ser clave para proporcionar más estabilidad. Por supuesto, esto también ofrece la oportunidad de liberar parte de esta energía almacenada en los días en que las renovables no son tan eficaces, lo cual reduce la necesidad de recurrir a fuentes emisoras de carbono, como el gas.
Hay que recordar que las soluciones de almacenamiento no son nuevas, ya que, por ejemplo, las centrales hidroeléctricas de bombeo llevan décadas existiendo. Volviendo al ejemplo de España, el país tiene la ambición de aumentar significativamente su capacidad de almacenamiento en baterías para 2030, algo que también vemos en muchos otros países. La buena noticia desde esta perspectiva es que los precios han bajado y se prevé que sigan disminuyendo. En este contexto, los reguladores deberían pensar además en una reforma de los mercados eléctricos para incluir también pagos por capacidad, pagos auxiliares o precios en tiempo real.
La electrificación es el núcleo de la transición energética, pero las redes eléctricas de todo el mundo han sufrido durante años una inversión insuficiente y necesitan modernizarse para ser más resilientes y flexibles. Esto es especialmente importante dado que las energías renovables constituirán una proporción cada vez mayor de nuestra cesta energética en los próximos años. En nuestra opinión, el aumento de los niveles de inversión y la incorporación de una mayor capacidad de almacenamiento pueden hacernos pasar de una situación de posible bloqueo a otra en la que podamos aprovechar el potencial de la red.