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Qué hacer ante Israel e Irán: la crisis de los misiles de Cuba en los años 60 ofrece una interesante lección a los inversores

  • Fue el momento de mayor tensión de la Guerra Fría entre EEUU y la URSS
  • Un jefe ordenó a un operador de Wall Street de la época que comprara
  • Si no había guerra nuclear, todo subiría. Si la había, todo daría igual
Un avión Lockheed SP-2H Neptune de la Armada de EEUU sobrevuela un carguero soviético con bombarderos rusos en 1962. Foto: US Navy

Las tensiones geopolíticas son como una cuerda de la que dos extremos tiran con fuerza. En ocasiones, la cuerda se rompe y ahí entra en escena el pánico. Es lo que ha ocurrido con Israel e Irán, ahora envueltos en ataques aéreos cruzados y abriendo una espiral muy peligrosa en un ya de por sí siempre revuelto Oriente Medio. Aunque las caídas todavía no han sido abruptas en las bolsas, como es lógico, el miedo se ha instalado entre los inversores. Y es que hay mucho en juego: poderío nuclear, tránsito de petróleo y el gran riesgo de que otros actores, incluido EEUU, primera potencia mundial, entren en la pelea. Eso hace que surja cierta ansiedad sobre cómo posicionarse. ¿Vender? ¿Aguantar? ¿Comprar la incipiente caída? Los consejos de los estrategas abundan, pero hay uno de ellos que pide mirar primero a la historia.

"Las crisis geopolíticas suelen dominar los titulares, pero rara vez dejan una cicatriz duradera en los mercados financieros, a menos, claro está, que nos adentremos de verdad en una catástrofe mundial", adelanta en un informe para clientes Andreas Steno Larsen, destacado en su día del departamento de análisis de Nordea. "De hecho, la historia demuestra que la inmensa mayoría de las escaladas militares y las conmociones políticas han resultado ser oportunidades de compra más que caídas sostenidas", alicata.

Si bien hay algunas excepciones notables -la Segunda Guerra Mundial, la Guerra de Corea y el 11-S-, éstas se ven ampliamente superadas en número por los casos en los que los mercados cayeron brevemente por el miedo, para recuperarse con la misma rapidez una vez que el peor escenario no se cumplió, sostiene el analista. "El patrón histórico es claro: el pánico vende, pero el capital paciente gana", subraya.

Para visualizar esto mejor, se retrotrae a los años 60 del siglo XX y al famoso episodio de la crisis de los misiles de Cuba. Así es como se denomina al conflicto entre EEUU, la Unión Soviética y Cuba acaecido en octubre de 1962 y generado a raíz del descubrimiento por parte de Washington mediante aviones espía de bases de misiles nucleares de alcance medio de origen soviético en la isla cubana, ya gobernada por Fidel Castro. La crisis fue el punto más alto de tensión en la Guerra Fría, con la posibilidad real de un conflicto nuclear entre las superpotencias. El mundo estuvo en vilo durante días ya que el tan comentado escenario de que alguno de los 'dos grandes' apretara el botón nuclear nunca estuvo más cerca.

En 1962, Castro y el entonces líder de la URSS, Nikita Jrushchov acordaron colocar misiles nucleares en Cuba para disuadir una futura invasión estadounidense, opción muy factible en la medida en la que Washington había organizado varios intentos para derrocar al régimen castrista. Tras el descubrimiento por parte de los aviones espía estadounidenses, el presidente del país, el demócrata John F. Kennedy, anunció un bloqueo naval a Cuba para impedir la llegada de más armas y exigió la retirada de los misiles existentes. Aunque a Kennedy le sugirió que procediese a un ataque aéreo contra la isla, seguido de una invasión militar terrestre, el inquilino de la Casa Blanca optó por el bloqueo naval para evitar que más misiles llegaran a Cuba y no llegar al extremo de una declaración de guerra.

Finalmente, tras 13 días en los que el mundo entero contuvo la respiración, Kennedy y Jruschov llegaron a un acuerdo: la URSS desmantelaría su arsenal en Cuba bajo la supervisión de Naciones Unidas a cambio del compromiso de EEUU de no invadir Cuba. En secreto, Washington se comprometió a la retirada de sus misiles en Turquía e Italia. Aunque la resolución acabó suponiendo la caída de Jruschov en la URSS unos años después (y Kennedy sería asesinado al poco tiempo), el episodio dio paso a una época de distensión y de cierto diálogo directo entre ambas potencias enemigas; lo que popularmente se conoció como 'teléfono rojo'.

En el plano bursátil, Steno Larsen refiere una anécdota muy reveladora de esta crisis. Cuando el mundo entero estaba en un puño, en los días más tensos del episodio, Mike Epstein, un joven operador de la época, se encontraba en la Bolsa de Nueva York. Con los misiles apuntándose unos a otros y el mundo aparentemente al borde del abismo, preguntó a su jefe qué hacer. La respuesta fue clara: "Compra a lo que te pidan (la expresión hit the ask en inglés)". De la forma más educada que pudo, Epstein, operador entonces de Bear Sterns, cuestionó la cordura de su jefe cuando todo el mundo hablaba de holocausto nuclear. Este le replicó con una respuesta cargada de cinismo que quedará para la historia de Wall Street: "Si no nos bombardean, el mercado se recuperará. Y si lo hacen, no tendrás que preocuparte de pagarles".

Reunión entre Jrushchov y Kennedy. Foto: Wikimedia Commons
Reunión entre Jrushchov y Kennedy. Foto: Wikimedia Commons

"Esta claridad brutal sigue siendo válida. En los escenarios en los que el mundo no se acaba, el capital vuelve a los activos de riesgo con fuerza", colige Steno Larsen, que extrapola la anécdota al caso actual con Irán. "A pesar del ruido y los titulares, nuestra evaluación es que esto no es el comienzo de la Tercera Guerra Mundial o incluso un conflicto de poder regional de la variedad de la Guerra Fría. Putin tiene las manos ocupadas en Ucrania. No hay pruebas creíbles de que Rusia esté preparada -o sea capaz- de llevar el conflicto Israel-Irán a una confrontación más amplia. E Israel, por su parte, tiene plena superioridad aérea sobre Teherán, como confirman nuestras fuentes sobre el terreno", incide.

"El régimen iraní está en graves problemas. Una tregua podría detener eventualmente los ataques aéreos, pero probablemente no detendrá el desmoronamiento político. El ejército está desmoralizado. Los disidentes dentro del país se han movilizado. Y los vecinos de Irán -desde los talibanes hasta Azerbaiyán- seguramente están reevaluando su postura, atentos a un momento de debilidad estructural. El siguiente paso podría ser un cambio de régimen, un golpe de Estado o incluso un conflicto civil", afirma. "Desde la perspectiva del mercado, la situación parece una dislocación del mismo por miedo de manual", agrega. Cuando los mercados están a la baja por los titulares nucleares, la lógica de la inversión puede destilarse en una sencilla matriz, concluye el estratega: si hay guerra nuclear (da igual que compres o vendas), si no hay guerra nuclear (el que ha comprado gana bastante, el que ha vendido se queda al margen del rally posterior).

Michaël Nizard y Nabil Milali, gestores de Edmond de Rothschild, dibujan dos escenarios. En el primero, una respuesta iraní a gran escala que provocaría una declaración de guerra israelí a gran escala. En este caso, la intervención estadounidense en el conflicto sería inevitable, con el riesgo de una conflagración regional que podría sumir al mundo en una escalada sin precedentes. La principal consecuencia sería una interrupción de los flujos de petróleo, con el riesgo potencial del cierre del Estrecho de Ormuz y una subida incontrolada de los precios del crudo, lo que provocaría una fuerte corrección de los activos de riesgo ante el riesgo de una recesión económica mundial, alertan.

El segunda escenario pasa por una respuesta más comedida por parte de Teherán, similar a anteriores fases de tensión entre ambos países en los dos últimos años. "Todavía hay varias razones para esperar que este segundo escenario pueda materializarse y que el conflicto pueda contenerse. Por un lado, EEUU ha indicado que estaba informado del ataque israelí pero que no lo apoyaba. Donald Trump también ha indicado que sigue queriendo reanudar las conversaciones con Teherán, por lo que podría ejercer presión diplomática sobre ambas partes para fomentar la moderación. Por otro, el régimen iraní se encuentra en una posición especialmente delicada, ya que su economía está asfixiada por las sanciones internacionales y el descontento de su población sigue creciendo, lo que explica en gran medida su vuelta a la mesa de negociaciones con EEUU en los últimos meses. Sus capacidades militares también parecen haberse debilitado. Por último, las reacciones comedidas de las demás potencias regionales sugieren que el episodio actual no se percibe por el momento como un cambio en el paradigma de seguridad y, por tanto, dan motivos para esperar que las tensiones no se extiendan a Oriente Medio en su conjunto", desarrollan.

El gran riesgo geopolítico infravalorado

Para Christian Gattiker, investigador jefe de Julius Baer, aunque algunos lo califiquen de visión cínica, los mercados necesitan que siga intensificándose la escalada en Oriente Próximo para que se produzca una gran conmoción geopolítica. "Para los mercados, esto sigue siendo una 'crisis geopolítica 101': una sacudida brusca, pero en última instancia transitoria, a menos que la escalada se acelere significativamente a partir de ahora. Los precios del petróleo subieron la semana pasada, pero desde entonces se han estabilizado, y aunque la renta variable se debilitó y aumentó la volatilidad, los sectores defensivos, el oro y la energía obtuvieron los resultados esperados"

"La clave para los inversores no es sólo si el conflicto continúa, sino si se intensifica en alcance o duración. Sin una rápida ampliación (pensemos en el Estrecho de Ormuz, la implicación directa de EEUU o Arabia Saudí, o una ampliación del conflicto por poderes -a través de terceros-), es improbable que el mercado revalúe más allá de la prima de riesgo inicial. Hasta entonces, sigue siendo un acontecimiento táctico más que estratégico, que ofrece una buena excusa a los operadores para recoger beneficios y reevaluar el posicionamiento", rubrica Gattiker.

No todos los estrategas lo ven así. "El conflicto entre Israel e Irán se está agravando, lo que aumenta las probabilidades de que se produzca una importante crisis de suministro de petróleo y refuerza la conveniencia del efectivo, la sobreponderación de la renta variable estadounidense y la exposición táctica a la energía", escriben los analistas de BCA Research en su boletín diario. "Nuestros colegas señalaron anteriormente los ataques israelíes contra Irán como el riesgo geopolítico clave infravalorado de 2025, asignando una probabilidad del 75% de tales ataques. También estimaron en un 30% la posibilidad de que se produjeran pequeñas perturbaciones petrolíferas y en un 45% la posibilidad de que se produjeran grandes crisis capaces de duplicar los precios del petróleo y desencadenar una recesión mundial. Tras los acontecimientos de esta semana, las probabilidades de que se produzca una interrupción histórica del suministro han aumentado al menos al 50%", añaden.

"La producción de petróleo iraní e incluso iraquí está ahora en peligro. La capacidad de reserva de la OPEP no es fiable, y la escalada podría continuar si EEUU entra en el conflicto o si Irán toma represalias directas contra activos estadounidenses. Si bien la desescalada sigue siendo posible, la ventana es estrecha. Recomendamos a los inversores aumentar el efectivo, sobreponderar la renta variable estadounidense frente a la mundial y prepararse para nuevas subidas a corto plazo de los precios del petróleo", se reafirman.

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