
La revisión de la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), incluyendo la presentación de sus proyecciones macroeconómicas, será el faro para los inversores la próxima semana ya que, si mantuviese un posición de moderación como la actual -se espera un nuevo recorte de 25 puntos básicos hasta el 2,5%- y a pesar de los envites arancelarios de la administración estadounidense de Donald Trump, podría generar algo de inquietud sobre las perspectivas de crecimiento en la región y una posible caída en los mercados de renta variable y bonos.
A lo largo de toda la semana se irá sucediendo el sinfín de PMI que darán a conocer el estado de varias economías europeas, EEUU y China.

Más allá de esto, el miércoles, los pedidos de bienes duraderos de Estados Unidos servirán para tomar la temperatura al sector manufacturero de la primera economía del mundo y, por ende, de la salud general del sistema norteamericano. Un aumento significativo de los pedidos podría interpretarse como una señal de crecimiento sostenido, impulsando la confianza en el mercado y llevando a Wall Street a virar su comportamiento y recuperar el optimismo con el que comenzó el año.
En todo caso, en las bolsas estadounidenses también pesarán las cifras un día después cuando se darán a conocer las ventas de viviendas pendientes de enero con lo que se verá qué está pasando en el mercado inmobiliario del país. Una buena lectura podría devolver el apetitivo por activos de riesgo. De una forma similar podría interpretarse el dato de solicitudes semanales de subsidios por desempleo y las nóminas no agrícolas que, de caer de nuevo como ya sucedió en enero, podría refrendar la tesis de que el mercado laboral de EEUU todavía está fuerte lo que, a su vez, despejaría las dudas ante posibles cambios de opinión con los que se especula sobre el futuro de los tipos de interés. Por el momento, los inversores esperan dos movimientos acomodaticios en el año por parte de la Reserva Federal (Fed).