
No, aunque pudiera parecerlo por el titular, según el horóscopo chino, 2025 no será el año del mono (pero sí del bono), sino que es el año de la serpiente y, por tanto, un buen periodo para reevaluar, revisar estrategias, y transformarnos en busca de respuestas y alternativas. Esta definición tiene un paralelismo con la situación de los mercados de renta fija, desde el ángulo emisor y/o el de sus financiadores, en los que el panorama ha cambiado, y las compañías y los inversores han vuelto a centrar su interés en los mercados de bonos para beneficiarse de las oportunidades que les están ofreciendo.
2024 ha confirmado que estamos inmersos en un nuevo ciclo de tipos de interés. El ritmo de los principales mercados mundiales de deuda ha estado marcado por la confirmación del cambio en el sesgo de la política monetaria de los principales bancos centrales, como respuesta a los signos de debilidad de la actividad económica y la acelerada corrección de la inflación en las principales áreas económicas.
La Reserva Federal norteamericana (FED) rebajaba en septiembre, por primera vez en 4 años, los tipos de interés de referencia en 0,50 puntos porcentuales, después de que la inflación se desacelerara a mínimos de tres años en agosto. En noviembre, justo tras las elecciones en EEUU, y cumpliendo con el guion esperado, volvía a rebajar los tipos un 0,25% hasta el rango 4,50%-4,75%. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) también ha tomado medidas significativas para ajustar su política monetaria en respuesta a las débiles condiciones económicas de la Eurozona y a la reducción significativa de la inflación. Las cuatro bajadas de tipos efectuadas en junio, septiembre, octubre y diciembre, cada una de 25 puntos básicos, ha llevado su tipo de interés de referencia al 3%, en un esfuerzo por estimular la economía y mantener la estabilidad financiera en el área del euro. A la FED y al BCE se han unido otros bancos centrales como el suizo (SNB) o el Banco de Inglaterra (BoE), que han llevado a cabo rebajas del 1,75% al 1,00% y del 5,00% al 4,75%, respectivamente.
Este movimiento general a la baja en los tipos de interés se ha visto acompañado por una mejora en las primas de riesgo. En el caso español, el diferencial del benchmark del Tesoro frente al bono alemán de referencia a 10 años se redujo significativamente a lo largo del año, ya que arrancó 2024 en 100 puntos básicos y en diciembre se situaba en 75.
En este contexto, como ya ocurrió en el anterior ciclo bajista de tipos, los inversores han vuelto a mirar hacia la renta fija de forma decidida, aumentando la duración de sus carteras, la exposición al crédito corporativo y hacia los nombres que han aparecido en el mercado de bonos empresariales, favoreciéndose así el necesario proceso de diversificación de las fuentes de financiación, tan reclamado por organismos públicos y privados, y por múltiples informes internacionales publicados en los últimos meses, como el Informe Draghi, el Informe Letta o el Informe de la OCDE sobre la revitalización de los mercados de capitales en España, que se alinea con el Libro Blanco de BME sobre el impulso de la competitividad de los mercados de capitales en nuestro país.
Más emisores en el MARF
En línea con las conclusiones de estos trabajos, en los mercados de renta fija en España, el MARF ha vuelto a mostrarse como una herramienta ideal para cristalizar esta tendencia hacia la diversificación. Este año ha recibido 14 nuevas empresas emisoras directas en el mercado, y ya son 161 las compañías que han emitido deuda por primera vez en el MARF desde que este mercado inició su andadura en 2013. Además, varios miles de compañías más, en algunos casos pymes de muy reducido tamaño, y seguramente muchas de ellas sin ser plenamente conscientes de que están accediendo al mercado de renta fija en condiciones similares a las grandes corporaciones, han podido utilizar fondos de titulización para emitir deuda en este mercado. En 2024, el MARF registró más de 16.500 millones de euros en nuevas emisiones y mantiene un saldo vivo, financiación real que aporta a sus emisores, cercano a los 9.000 millones de euros.
Gracias a la confianza que estas empresas, los asesores registrados, los colocadores, los despachos, etc. depositan en el MARF cada día el mercado no para de crecer. Continuar con este desarrollo hará que siga aumentando su utilidad para todos ellos y siga siendo el punto de encuentro entre emisores e inversores que la economía española necesita para mantener la senda de crecimiento y su trasformación.