
Empezó junio con ganancias para la mayoría de los índices de renta variable, liderado una vez más por la tecnología y con el Nikkei sumándose a lo que nos señala un suelo sostenible.
Cuentan los viejos del lugar que mayo es un gran mes para alejarse de los mercados, pensando en no volver a ellos hasta la última parte del año. Y lo cierto es que la estadística les da la razón. Por ahora. Soy poco amigo de estadísticas que computan unas cuantas decenas de sucesos, y no son más los datos que tenemos en el mejor de los casos cuando hablamos de estacionalidad anual. No sabemos nada a este respecto de los mercados de 1827 ó 1368, por ponerle dos ejemplos al tuntún. En los últimos años, de hecho, operar así no habría dado gran resultado. Es difícil olvidar lo mucho que complicó las cosas el salirse del mercado por estas fechas en 2003, justo cuando el mercado dejaba atrás la tendencia bajista nacida en 2000.
Por errores como ése, vale la pena mirar este tipo de "conocimiento" con cierta distancia. El mercado es un puzzle y uno debe en- frentarlo con paciencia y desde diferentes frentes. Eso, o jugar a profeta, noble tarea a la que se dedican tantos supuestos analistas bursátiles. Mire, yo sigo sin tener ni idea de lo que puede pasar a corto plazo, trabajo pensando en que hemos visto un gran suelo y no quiero ser expulsado del tren en el que viajo. Soy un gestor de riesgos. Y hoy, como cuando desafié a la tendencia bajista, mi riesgo es salir de un mercado que puede estar en cambio en tendencia principal.
Probablemente le suene el gráfico del Ibex 35. Lo vio aquí en 2007. Entonces alertaba de que podíamos estar repitiendo el patrón de los giros de 2000 y 2003; para lo que debíamos perder antes el 13.500. Para trading, en Bolságora habíamos cerrado casi todas nuestras posiciones al romperse el 15.500 por lo mismo que volvimos al mercado sobre los 7.500: porque no podemos esperar tanto para encontrar soluciones óptimas al riesgo que toman nuestros clientes. Una cosa son los gráficos de manual, y las llamativas profecías de los que viven de charlar sobre gráficos, y otra el trabajo de asesores y gestores que tienen que perder y ganar dinero real sin enfrentarse sólo a ejemplos que, bien escogidos, reflejan estupendamente los principios del análisis que defendemos a posteriori. Ni podía esperar a la perdida de los 13.500, ni podía esperar a la superación de los 10.000 puntos que es la que pide ahora el mercado para romper y repetir la pauta.
Además, como puede verse en el gráfico del Ibex 35, esos niveles pueden romperse y luego situarse el mercado ampliamente por encima o por debajo de ellos sin que las cosas hayan cambiado. Y ahí es donde más de uno se va a llevar una tarascada como rompamos los 10.000. Pues salvo escenario en súper vuelta en v -circunstancia realmente inusual- la clara ruptura de los 10.000 nos llevará más arriba pero sólo temporalmente; tal que los que entren tan tarde las pasarán canutas por el camino. Es bien fácil que el mercado vuelva a situarse bajo ese nivel en algún momento, sin que ello anule el giro de fondo.
Conocedor de esta realidad tan alejada del mundo perfecto que nos venden los que dicen que el mercado es previsible, de los cuentos que cuentan casi todos los libros, un servidor procura vivir salomónicamente en estos tiempos, recogiendo parte de la cosecha a medida que el alza madure porque en algún momento llegará el ajuste y podré retomar posiciones a un nivel de exposición propio de velocidad de crucero con nuevos stops. No habrá nuevos stops sin corrección. No los habrá porque se supere una resistencia clave por la misma razón por la que ésta pasa a ser soporte pero no stop.
¿Es posible una 'súper-v'?
Tan posible como infrecuente. Las cosas han empezado bien para ello en mayo, siendo muy destacable la ruptura de resistencias en índices como el Nasdaq o el Russell 2000 norteamericano; y sobre todo en el Nikkei japonés. Pero resultan insuficientes. Para pensar de verdad en una super-v necesitamos ver la ruptura de las resistencias horizontales que pueden verse en los gráficos superiores. La súper v encaja con la analogía que ha hecho Alain Galibert, director general de Bolságora, con lo que él llama el efecto Ketchup: sacudes la botella una y otra vez y no cae nada, sigues y sigues sacudiéndola y de repente... ¡Zás!, estás perdido de tomate y la hamburguesa es una isla en medio de un océano rojo. Eso es una súper-v, y no es el primer caso en la historia; dándose siempre en momento de extrema euforia o pánico inversor.
Haya o no haya súper-v, antes o después habrá un ajuste. Éste puede ser intenso o, como en el de 2003, no superar el 10 por ciento. ¿No fue una súper-v lo que desplegó entonces el Eurostoxx? Sí, pero hoy está más caro.