Bolsa, mercados y cotizaciones

El vía crucis de Intel a la tierra prometida ya le cuesta una caída del 60% en bolsa

  • El giro del negocio durará más tiempo del previsto y la rentabilidad se tambalea
  • Hay dudas sobre cuándo y cómo Intel monetizará sus inversiones en más fábricas
  • El balance de Intel es flojo y no tiene visos de recuperarse a corto plazo 
Un procesador de Intel. Foto: Bloomberg.

Intel ha perdido el 60% de su valor en bolsa en lo que va de año y las caídas podrían no ser suficientes. La compañía lleva años inmersa en su cambio de estrategia, un giro necesario porque se ha quedado descolgada de sus competidores. Su apuesta es clara: renovarse o morir. Pero la transición no está siendo fácil y los inversores están pagándolo con un gran deterioro financiero. Con la última presentación de resultados se ha evidenciado que la remodelación de la firma va a tardar más de lo esperado y que su futuro está en jaque.

Han pasado tres años y pico desde que el consejero delegado de la firma, Pat Gelsinger, anunciara la nueva estrategia de la compañía. La de procesadores quiere convertirse en un gran fabricante de chips, abriéndose a fundir los productos de terceros, incluidos sus competidores. Actualmente, la taiwanesa Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) es la fundición más potente.

Para intentar competir como fábrica de procesadores, Intel decidió invertir miles de millones de dólares en los próximos años. En buena parte, para levantar nuevas instalaciones que puedan atender los pedidos de otras empresas de chips. La empresa con sede en Santa Clara, California, se dedica al diseño de semiconductores (modelo fabless) y a la producción. Habitualmente, las empresas del sector hacen una cosa u otra, pero Intel abarca ambas. Ahora, su principal ambición es desarrollar la segunda pata, llamada Intel Foundry, que hasta hace poco se limitaba exclusivamente a la fundición de sus propios modelos, por lo que no tenía clientes.

Hace unos meses, Gelsinger reconocía que esta apuesta iba a lastrar las cuentas de la compañía. El directivo esperaba que las pérdidas en el área de fabricación de chips alcanzaran su punto álgido en 2024. Incluso, reconocía que dicha unidad podría arrojar números negativos durante años y no ser rentable hasta 2030. Aunque todo ello forme parte de los planes de la compañía, la factura está siendo mayor de lo esperada y tiene un impacto importante en el balance de la firma. Intel Foundry supone una tercera parte de los ingresos totales, por lo que los números rojos en esta división comprometen todo el negocio.

"Las dificultades en el cambio de modelo de negocio van a durar más que lo anteriormente anticipado", señala un análisis de Bloomberg Intelligence. "No vemos un arreglo rápido o fácil en los riesgos competitivos, financieros, estratégicos y de fabricación a los que se enfrenta la compañía", apunta Bank of America (BofA) en una nota.

El deterioro financiero ha sido tal que Intel ha tenido que tomar medidas drásticas. La primera, despedir al 15% de la plantilla este año y reducir los gastos de marketing o administrativos, con lo que espera reducir sus gastos en 20.000 millones de dólares en lo que queda de ejercicio. La segunda, dar marcha atrás en los gastos de capital un 20% respecto a lo que tenía anteriormente previsto y limitarlos a una cifra de entre 25.000 y 27.000 millones de dólares. Es decir, están ajustando la inversión en nuevas fábricas. Aunque sostienen que sus planes para fabricar chips de distinto rendimiento siguen firmemente vigentes, han puesto una marcha menos y ello confirmaría que el giro en la estrategia tardará más.

Mientras, sus competidores siguen avanzando. "Intel está haciendo una reducción muy fuerte de los costes operativos y en los gastos de capital de los próximos dos a tres años, lo que puede costarle su futura competitividad en el diseño y producción de procesadores", apunta BofA.

¿Qué dice su balance?

Los ingresos de Intel han caído un 1% interanual en el segundo trimestre, hasta los 12.833 millones de dólares. Sin embargo, desde sus mejores días en los últimos años, su facturación ha caído casi un 35%. En el mismo periodo de 2020, sus ingresos se acercaban a los 20.000 millones de dólares.

Del mismo modo que las ventas han mermado, lo ha hecho el beneficio neto. En 2020, la cifra fue de casi 21.000 millones de dólares y ha ido cayendo hasta los 1.675 millones de dólares del conjunto de 2023. Este ejercicio ha empezado con pérdidas en los dos primeros trimestres y estas ascienden a los 1.991 millones de dólares en lo que va de curso.

Intel está quemando caja. Es decir, está gastando más efectivo del que genera y está recurriendo a su ahorro para hacer frente a sus gastos, algo que ocurre desde 2022, momento desde el cual el flujo efectivo libre (FCF, por sus siglas en inglés) es negativo. Es una muestra de la apuesta de futuro de la de procesadores, pero es una métrica que hay que vigilar para ver durante cuánto tiempo más se puede extender la necesidad de tirar de caja. Especialmente, teniendo en cuenta que los ingresos están mermando.

"La suspensión del dividendo y los despidos indican que no hay mucha confianza de que los ingresos vayan a recuperarse rápidamente o que vaya a mejorar la presión actual en la tesorería", explica BI. De momento, la californiana tiene liquidez para hacer frente a sus gastos. Su ratio de liquidez es del 1,5 y una cifra por encima del 1 implica que tiene capacidad de pago.

¿Cuál es el futuro de la compañía?

Parece que Intel tiene que atravesar muchas dificultades. El camino será tortuoso. De momento, su balance es flojo y eso implica que tiene poco margen para dar valor al accionista en el corto plazo, sin mencionar el hecho de que ha cancelado el dividendo. A largo plazo, Intel tiene potencial, pero debe conseguir ese giro en el modelo de negocio que persigue y ha de monetizar sus inversiones.

Su valoración también va a depender de dónde se acabe ubicando la compañía, que diseña procesadores y los fabrica, un negocio que abarca ambos mundos dentro de la industria. Actualmente, la de Gelsinger no destaca ni en una ni en otra cosa.

"Los inversores van a buscar pistas concretas sobre el plan hacia la rentabilidad de Intel. Sin embargo, los despidos recientemente anunciados no inspiran mucha confianza", apunta Barclays.

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