
El optimismo se ha apoderado de la bolsa y los tres ases de Wall Street vienen de lograr máximos históricos. Sin embargo, que los principales índices coticen en torno a niveles nunca antes vistos, justo cuando los tipos de interés están en los niveles más restrictivos de los últimos tiempos, no deja de levantar sospechas. La principal incógnita es si este sentimiento alcista está justificado o si simplemente es FOMO. Algunos analistas creen que el miedo a perderse la fiesta ha vuelto al mercado y advierten de los riesgos que ello conlleva.
"El miedo a quedarse fuera (fear of missing out o FOMO, por sus siglas en inglés) sigue siendo la amenaza más inmediata y está ganando cada vez más peso en la mente de los inversores frente a los riesgos materiales -aunque pasajeros- que hay, como el de política monetaria o las tensiones geopolíticas", decía Bank of America (BofA) sobre sus previsiones para este año y recordaba en un comentario más reciente.
Los analistas de esta entidad pronostican que las acciones americanas van a rendir mejor que las europeas, precisamente, gracias a ese sentimiento de no querer llegar tarde a la fiesta y debido a la concentración de las ganancias en las Siete Magníficas. Es decir, en Microsoft, Apple, Alphabet, Amazon, Nvdia, Meta y Tesla, que cotizan en Wall Street. Sin embargo, si se quiere ganar exposición a bolsa y refugiarse parcialmente del FOMO, aconsejan hacerlo mediante instrumentos financieros complejos, como opciones, que aporten más cobertura en caso de que haya caídas y que ofrecen una mejor ecuación rentabilidad-riesgo. Con lo cual, recomiendan cierta prudencia con este fenómeno de fondo.
En muchas ocasiones, el FOMO está ligado a las grandes tecnológicas, ya que ese enfoque inversor acaba traduciéndose en la compra de esos valores. Por eso, ambas cuestiones están estrechamente vinculadas y se retroalimentan, aunque no son el único indicador de esa tendencia, que también se ha materializado anteriormente con la inversión en acciones meme o en criptomonedas. En 2021, coincidieron los máximos de las tecnológicas, de bitcoin y la fiebre por acciones poco valiosas, impulsadas por los minoristas.
La práctica desaparición de los bajistas de la bolsa y el mayor apetito por el riesgo se debe a varios factores. Uno de los principales es que el mercado ha descartado la recesión, ya no es el escenario base por primera vez en años, desde abril de 2022. En consecuencia, los gestores han optado por aumentar su exposición a la bolsa, también hasta niveles no vistos en años, según la encuesta mensual de BofA. Pero otro argumento a favor del rebote y que ha ayudado a los principales índices de EEUU a conquistar máximos históricos ha sido la expectativa de que el banco central afloje con la restricción monetaria.
Lo que el mercado tiene claro es que el próximo movimiento de la Reserva Federal (Fed) será un recorte en los tipos de interés, solo que no se sabe cuándo se iniciará la flexibilización. Este martes, tras conocerse unos datos de inflación en EEUU peores de lo esperado, la bolsa está dando un paso atrás. Lo que hará Jerome Powell está marcando el movimiento de los inversores, que no dejan de recalibrar las expectativas a medida que se conocen datos macroeconómicos. Pero, independientemente de cuándo se produzca la confirmación de los descensos, los tres ases de Wall Street vienen de conquistar máximos históricos, lo que refleja el optimismo pese a todo.
Las incógnitas que quedan por resolver en el mercado no han impedido las ganancias en la renta variable y eso es también lo que choca, que el panorama no está del todo despejado. Dos ejemplos de acciones que han subido como la espuma en apenas cinco semanas de curso y que han desatado la euforia inversora son Meta o Nvidia. En gran parte impulsadas por el auge de la inteligencia artificial, la primera acumula una revalorización superior al 30%, y la segunda, mayor al 45%. La cuestión es si estos rebotes tan espectaculares reponden al FOMO o están justificados.
En el caso de la de semiconductores, el consenso del mercado le da un precio objetivo a 12 meses de 689 dólares, es decir, inferior a su último cierre, en los 722 dólares. Aunque su sobrevaloración es la hipótesis más respaldada, Goldman Sachs acaba de subirle la nota y ve sus títulos en los 800 dólares. Mizhuo Securities también la ha revisado al alza y considera que puede llegar a los 825 dólares. Y eso que Nvidia viene de ganar un 230% en el último año, precisamente, lo que ha provocado que ya se haya comido el potencial que le daban la gran parte de los analistas.
En gran medida, este tipo de títulos son los que acabaran confirmando o descartando el FOMO debido a su gran protagonismo en Wall Street. Hace tres años, el peso de las Siete Magníficas en el S&P 500 era del 15% y ahora es del 28%, según datos de la gestora Jupiter AM. Su relevancia hace que la dirección de la bolsa dependa de ellas, en gran medida. De hecho, es lo que pasó en 2023, cuando solo en el último trimestre las ganancias se repartieron entre el conjunto de las empresas, mientras que en el resto del año las tecnológicas coparon las subidas.
"Hay muy buenas razones para justificar por qué esas empresas tienen y deberían tener una mayor presencia, dado el papel futuro de la tecnología de consumo de la inteligencia artificial (IA) en la economía. Pero lo que la historia nos dice claramente es que los contextos de mercado en los que los repuntes vienen dados por un conjunto muy reducido de valores pueden dar lugar a una burbuja", advierte Amadeo Alentorn, gestor de inversiones de renta variable de la firma británica.
Los rebotes estrechos, que se basan en los ascensos de unos pocos, fomentan un comportamiento inversor compulsivo y alientan el FOMO, explica el mismo experto. Algunas acciones, como las mencionadas, que parecen subir sistemáticamente y no tener techo se popularizan porque nadie quiere perderse ese tren y los inversores se mueven por envidia y avaricia. Sin embargo, que todo el dinero esté concentrado y haya poca diversificación, supone un riesgo importante.
"El dominio de las diez acciones más grandes en los mercados bursátiles de EEUU está dibujando cada vez más similitudes con la burbuja de las puntocom, lo que aumenta el riesgo de una venta masiva", alertaban los analistas de JP Morgan de estrategia cuantitativa y derivados, dirigidos por Khuram Chaudhry. Les inquieta que la concentración ya se acerca a los niveles de la burbuja de las puntocom, cuando superó el 33%.
Una cosa lleva a la otra. El FOMO empuja a invertir en las acciones más populares, dando poco espacio al criterio técnico. Eso favorece la concentración en los índices y la acumulación de riesgos. En caso de caídas, hay demasiada exposición a pocos nombres y falta de diversificación. Especialmente, para aquellos que invierten en índices pasivos o ETFs.
Esta vez, la asunción de que lo peor ya ha pasado en el ciclo restrictivo de la Fed puede inducir a los inversores a caer en la conocida trampa del FOMO. Queda por ver si la euforia de 2024 acaba siendo como la de 2021 o si el optimismo está justificado por una buena causa.