
Uno de los errores más habituales de los inversores al comprar acciones -¡que hemos cometido todos!-, y se convierte hasta en un modus operandi sistemático, es no comprometer un objetivo a los títulos que hemos metido en cartera. Y no estoy hablando de inversores especialmente novatos, en sus primera operaciones bursátiles. La lógica es aplastante, ponemos una orden, a un precio razonable, bien porque consideremos que se trata de un negocio de crecimiento o bien porque estemos comprando una rentabilidad por dividendo atractiva. Hasta aquí, todo correcto. El error es no comprometer un objetivo de rentabilidad a esta inversión, una aspiración cuantificada de lo que debemos ganar con el único objetivo de poder examinar si nuestra inversión ha sido acertada o hay que reconocer un fracaso y vender.
No hacerse este planteamiento como accionista nos convierte en coleccionistas de acciones y en propietarios de carteras eclécticas. Todavía peor, en ocasiones nos podemos llegar a convertir en esos coleccionistas que acaparan cosas y no disfrutan de ellas. Como esos propietarios de facsímiles que no pueden leer el libro que tienen en propiedad porque su cuidado es más importante que disfrutar de lo que tienen. Hace ya muchos años quien era un avezado especulador y hoy es una institución de las redes sociales en España por el enorme salto de dimensión que le dio a la marca @policia, Carlos Fernández Guerra, me decía: "Jokin, tú te enamoras de las acciones, y las acciones no son para casarte con ellas, las acciones están para follar con ellas".
Seguramente una de la primeras reglas de una construcción de una cartera es la diversificación sectorial para lograr que la maduración de todo lo sembrado no tenga la misma fecha de recolección. Este es el motivo por el que el fondo asesorado por elEconomista, Tressis Cartera Eco30, se sustenta en una selección equilibrada sectorial, en la que ninguno de ellos pueda contar con más de cuatro representantes, que ofrezca en conjunto unos ratios de crecimiento atractivos, comprados a multiplicadores de beneficios y valoración muy inferiores a los de la media del mercado. Pero inmediatamente pegada a esta regla está la sustantivación de que todos los valores que componen Tressis Cartera Eco30 tienen que comprometer algo más del 7% a un año vista como miembros de una selección sistemática, por fundamentales, de valores internacionales de calidad con la idea de duplicar el patrimonio cada década.
El colchón de seguridad para lograr ese 7% en ningún caso es comprar títulos que estén simplemente baratos: el objetivo es tratar de incorporar historias atractivas, con catalizadores, a precios razonables. Y para lograr el objetivo de rentabilidad en cartera, las compañías que componen Eco30 ofrecen de media un 14% como expectativa del sumatorio de la inversa del PER y la rentabilidad por dividendo estimada.