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La deuda y la inflación frenan el crecimiento del continente africano, que despegará en 2024

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"Una recuperación accidentada". Así denomina el Fondo Monetario Internacional (FMI) a las perspectivas de crecimiento que se estiman para este 2023 para el conjunto del planeta. "Las perspectivas son de nuevo inciertas, rodeadas por las turbulencias del sector financiero, la elevada inflación, los efectos desatados por la invasión rusa de Ucrania y los tres años de Covid-19", apuntan desde el organismo.

El año pasado, de media, las economías emergentes y en desarrollo crecieron hasta 1,3 puntos más que las avanzadas. En 2023, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional continuará esta hoja de ruta y el crecimiento del PIB de los países en vías de desarrollo alcanzará el 3,9%, frente al 1,3% que se proyecta para las economías avanzadas. "Los países emergentes y en desarrollo se enfrentan a un período de varios años de crecimiento lento impulsado por una pesada carga de la deuda y escasas inversiones; al mismo tiempo, el capital mundial es absorbido por las economías avanzadas que enfrentan niveles de deuda pública extremadamente altos y tasas de interés crecientes", declarava David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. Y, en este desarrollo, el papel del continente africano será clave.

El estrecho de Gibraltar no solo es uno de los puntos calientes más importantes del sur europeo y uno de los cuellos de botella más tensionados del mundo, también es el espacio físico que separa a Europa de África. En apenas una distancia de 14 kilómetros, el denominado mundo avanzado se distancia de un continente en vías de desarrollo que alberga, sin embargo, todo un reguero de oportunidades.

Aunque a nivel general, el crecimiento de este continente tomará una velocidad más lenta con respecto al resto de territorios emergentes, tras el Covid-19, entre los diez países que el FMI espera que su producto interior bruto crezca más este año, siete de ellos son africanos: Guayana (25,2%), Libia (17,9%), Senegal (8,1%), Níger (7,3%), República Democrática del Congo (6,7%), Ruanda (6,7%) y Costa de Marfil (6,5%). Así, el FMI proyecta para el conjunto de África un incremento del PIB del 3,7%, que repuntará hasta el 4,2% para 2024. Desde el fondo monetario también destacan el apoyo a este desarrollo que ejercerá la economía nigeriana, la más grande de todo el continente -supera a Sudráfrica en términos de PIB y de población y la ONU espera que en 2100 sea el tercer país más poblado del mundo con 545.000 mil habitantes - y, solo ella, acaparará la mayor parte del crecimiento esperado para la región este año. El continente, además, superará en casi un punto, el crecimiento que el FMI espera para el mundo este 2023, del 2,8%.

Las elecciones celebradas a finales de febrero en el país tomaron una deriva trascendental. Tras más de ocho años de inestabilidad con el presidente Muhammadu Buhari, el candidato por el partido Congreso de Todos los Progresistas (APC, en sus siglas en inglés), Bula Tinubu (70 años) ganó los comicios sin necesidad de celebrar una segunda vuelta, pues conquistó al menos el 25% de los votos en dos tercios de los estados. El nuevo presidente toma el relevo de la que es la economía más importante del continente y debe enfrentarse a una de las inflaciones más altas de su historia (en marzo, el dato de IPC alcanzaba el 22%) y a una fuerte crisis de deuda que representa cerca del 40% de su PIB -según el FMI, la deuda de los gobiernos subsaharianos representa más del 50% de su producto interior bruto-, especialmente afectada por la falta de liquidez en dólares -la mayor parte de su deuda la poseen con Estados Unidos-. Pese al crecimiento que señalan las previsiones para el país, desde el informe Africa's Pulse, elaborado por el Banco Mundial, apuntan a que el desarrollo de la economía nigeriana será menor debido a que la producción de petróleo se mantiene en niveles moderados.

Desde el FMI señalan a que el crecimiento de la región subsahariana podría verse dañado por una mayor división del mundo en dos bloques: Estados Unidos junto la Unión Europea y China. "Las economías del África subsahariana podrían experimentar una disminución permanente de hasta el 4% del producto interno bruto real durante 10 años, según nuestras estimaciones, pérdidas mayores que las que experimentaron muchos países durante la crisis financiera mundial", señalaban desde el organismo y añadían que "a la región le iría mejor si los EE. UU. y la UE cortaran los lazos con Rusia y los países del África subsahariana siguieran comerciando libremente. En este escenario, denominado desacoplamiento estratégico, los flujos comerciales se desviarían hacia el resto del mundo, creando oportunidades para nuevas asociaciones y posiblemente impulsando el comercio intrarregional". "Debido a que algunos países africanos se benefician del acceso a nuevos mercados de exportación e importaciones más baratas, la región en su conjunto no sufriría una pérdida de PIB. Los exportadores de petróleo que suministran energía a Europa podrían incluso ganar", terminaban. Para ello, desde el FMI apuntan que es necesario un fortalecimiento del Área de Libre Comercio Continental Africana.

Otro de los países más importantes de la zona subsahariana, Sudáfrica, no corre, sin embargo, la misma suerte en sus proyecciones de crecimiento. Para ella, el FMI apenas estima un incremento del 0,1% de su producto interior bruto este 2023, aunque en 2024 repuntará hasta un 1,8% de incremento. "La actividad económica en Sudáfrica se ve frenada por las consecuencias de la guerra en Ucrania, los fenómenos meteorológicos extremos y la crisis energética. En la parte posterior de los peores cortes de energía en récord, la debilidad se está extendiendo a sectores más allá de la fabricación, en particular, el comercio minorista", explican desde el informe Africa's Pulse.

Países vecinos

El desierto del Sáhara supone una barrera natural dentro del propio continente. Más allá del áfrica subsahariana, antes de encontrarse con la barrera de dunas, hay países que se hallan casi más cerca de nuestro país que las propias islas canarias y que juegan un papel fundamental en la geopolítica española.

Este mismo febrero tuvo por primera vez en ocho años, el XII Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos, un encuentro que desde el propio ejercutivo nacional denominaron como "histórico" y en la que se firmaron una veintena de acuerdos que refuerzan la relación bilateral entre ambos países.

No solo a nivel energético, el nexo entre España y Marruecos toma cada día más relevancia a través de la agricultura y el territorio africano se coloca ya como el principal exportador hortofrutícola de nuestro país, según Asociaciones de Productores-Exportadores de Frutas y Hortalizas (FEPEX). La inflación también presiona a este país que en marzo registró un dato de IPC del 8,2%, que descendió con respecto al mes anterior. Para Marruecos, el FMI estima un crecimiento del PIB del 3% este 2023, frente al escaso 1,1% que registró en 2022.

Las tensiones entre Argelia y Marruecos son ya más la regla que la excepción y, desde el acercamiento de España a Marruecos, las relaciones con Argelia, de la que se independizó energéticamente en 2022, están "congeladas, pero no canceladas", según declaraba el presidente argelino, Abdelmayid Tebún. Para esta región en 2023, el FMI estima un crecimiento del producto interior bruto del 2,6%, el mismo que para 2024.

La inflación que vive Egipto es más que desbocada. En marzo el dato de IPC escaló hasta el 33,9% y los precios de los alimentos no dejan de escalar en el país, cuyo Gobierno ya pide a los ciudadanos que coman patas de pollo. Pese a todo ello, el fondo monetario sigue estimando crecimiento para su PIB en 2023, del 3,7% y del 5% para el siguiente año. A todo ello se suma la fuerte devaluación que sufre su moneda frente al dólar que, desde que comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania pierde cerca de un 50% de su valor (solo un 20% de la caída corresponde a este año).

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