Bolsa, mercados y cotizaciones

El mono lanzando dardos al azar no bate al mercado

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En el libro Un paseo aleatorio por Wall Street, Burton Gordon Malkiel escribió que cualquier mono con los ojos vendados y lanzando dardos a las páginas financieras de la lista de acciones The Wall Street Journal podría escoger una cartera que diera retornos parecidos a los escogidos minuciosamente por los mejores analistas de mercado. The Wall Street Journal recogió el testigo de esta afirmación y creó la Cartera del Mono. En el primer envite, el comportamiento de la cartera de valores elegida al azar por el mono batió al 85% de los fondos de inversión referenciados al mercado estadounidense, además de haber superado al comportamiento de los principales índices del país.

Rebatir esta necedad ha sido uno de mis objetivos durante décadas porque solo creo que la selección ordenada de títulos, el largo plazo y las aportaciones periódicas son los elementos para conseguir eso tan etéreo que son nuestros objetivos financieros o, todavía más ampuloso, eso que llaman la libertad financiera.

De la necesidad de rebatir empíricamente la sandez del mono surgió hace una década en elEconomista, calculado por Stoxx, el índice de ideas de inversión de calidad Eco30, generando una selección sistemática, por fundamentales, de valores internacionales de calidad. La idea esencial era construir una cartera que lograse una rentabilidad anualizada del 7% para doblar cada década cada euro invertido fruto del interés compuesto.

Hoy publicamos con satisfacción en el elEconomista que el Eco30 Stoxx ha cumplido diez años con un 101% de rentabilidad, y lo ha hecho en una década que no ha sido especialmente sencilla de entender, con el evento en principio más ininteligible para el mercado que puede haber como fue la Covid. Pandemia cuyas consecuencias aún no somos del todo conscientes. No olvidemos que la Peste Negra de siglo XIV dio paso a la Edad Media al Renacimiento, de los señores feudales a la burguesía, y todo por los cambios en los hábitos de vida.

Pero volviendo al Eco30, el análisis, la selección, la paciencia y el interés compuesto deben permitir duplicar el patrimonio cada década. La cartera se sustenta en una selección equilibrada sectorial, en la que ninguno de ellos pueda contar con más de cuatro representantes, que ofrezca en conjunto unos ratios de crecimiento atractivos, comprados a multiplicadores de beneficios y valoración muy inferiores a los de la media del mercado. En ningún caso se trata de comprar títulos que estén simplemente baratos: el objetivo es tratar de incorporar historias atractivas, con catalizadores, a precios razonables.

La probabilidad de que la Cartera del Mono lo hubiese hecho mejor que el Eco30 a diez años es la misma que pensar que un huracán arrasase una chatarrería y con todo lo cogido ensamblase en el aire un Boeing 737 dispuesto para despegar.

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