
No es el Calvo de la Lotería al que media España encomienda sus sueños estos días, pero regala tanta o más felicidad.
Es un personaje al que los niños estadounidenses escriben cartas y los adultos -especialmente los inversores en bolsa- dedican oraciones. Se llama Santa Claus.
Vestido con su atuendo rojo, el bonachón hombre de los regalos navideños esconde en su trineo algo más que bonitos presentes de colores brillantes; reparte dinero contante y sonante. En los últimos 37 años que ha sobrevolado el parqué norteamericano, ha dejado rentabilidad como regalo 28 veces; es decir, en más de un 75 por ciento de las citas.
El Rally de Santa Claus.
Los ha depositado en el calcetín de todos los inversores que se han apuntado a lo largo de todos esos ejercicios a la carrera que lleva su nombre; al Rally de Santa Claus. Es la manera con la que el "Stock Trader's Almanac", una publicación especializada en estadísticas bursátiles, bautizó un fenómeno que descubrió en 1972 y que no deja de repetirse año tras año: que el índice de la bolsa estadounidense Standard&Poor's 500 sube en el periodo comprendido entre las cinco últimas sesiones bursátiles de cada año y las dos primeras del siguiente.
En esas fechas, de media, el índice ha ganado un 1,57 por ciento y, además, la representatividad de los números rojos es muy discreta; el indicador sólo ha perdido puntos nueve años. Un rally que, aunque es tradicionalmente norteamericano, también se desarrolla en las bolsas europeas, incluida la española.
El carbón no es cosa suya
Para los temerosos al riesgo, que se estén pensando dos veces qué hacer con sus acciones después de cuatro ejercicios de subidas consecutivas, Santa Claus también es útil. En primer lugar, porque no acostumbra a traer carbón. En los años que ha racaneado regalar la tradicional rentabilidad, los descensos no han sido tan acusados como en los años donde el optimismo hizo mella en el parqué -por ejemplo en 1974, cuando el S&P 500 se anotó aquellas sesiones un 7,2 por ciento; o en 1973, cuando sumó un 6,7 por ciento-. El tropezón más fuerte lo sufrió entre los últimos días de diciembre de 1999 y los primeros de 2000; jornadas en las que el Standard&Poor's 500 se dejó un 4 por ciento. Un anticipo de lo que habría de venir.
2000 terminó mucho peor de como empezó, ya que fue el ejercicio que ha pasado a la Historia como el de la explosión de la burbuja tecnológica. Y esa advertencia también fue un sabio regalo de Papá Noel para los inversores que confiaran en la estadística. De acuerdo con el "Stock Trader's Almanac", cuando el rally no es alcista, sino que termina en pérdidas, está prediciendo que se está acercando una mala racha bursátil.
"Si Santa Claus falla, o bien viene el oso -un mercado bajista-, o bien quiere decir que las acciones cotizarán ese año a precios más bajos", explica el almanaque. En 2000 se cumplió a rajatabla. Pero no es una norma infalible. Entre 1990- 1991 y 1992-1993, cuando el Rally de Santa no trajo rentabilidad, sino pérdidas (véase gráfico superior), el S&P 500 ganó un 26 y un 7 por ciento, respectivamente. Claus también erró con el rumbo que llevaría el mercado a lo largo de 2005. En el paso de 2004 al año siguiente, el S&P 500 perdió un 1,8 por ciento, pero acabó el ejercicio sumando un 3 por ciento.
En el último, sí que cumplió con la tradición; lo hizo tanto el S&P 500, que se anotó en el Rally de Santa Claus de 2005 un 0,42 por ciento, como el Ibex 35, el índice más importante de la bolsa española, que sumó un 1,09 por ciento. El año pasado, el periodo en el que se produjo el rally fue entre el 23 de diciembre y el 3 de enero. Este ejercicio cambian las fechas, el último estirón del año comienza el 21 de diciembre y finaliza al toque de la campana de cierre el 3 de enero. Y no hay razones para que no se produzca.
La tradición manda
Diciembre no está siendo el mes más brillante de la bolsa española, a la que le pesa la fuerte subida que ha acumulado durante todo el ejercicio; muy superior a la que suman otros mercados europeos. Sin embargo, los expertos opinan que esto no debe ser un inconveniente para que el Ibex 35 y sus índices hermanos de la zona euro se aceleren durante el Rally de Santa Claus.
"En años buenos para la bolsa siempre hay un final de ejercicio positivo", afirma Eduardo Liñán, gestor de renta variable de Inversis Banco, "porque los inversores acumulan plusvalías y no tienen la necesidad, en la mayoría de los casos, de realizar minusvalías para compensarlas fiscalmente", añade este experto. Inversis Banco, además, cree que es lógico que los primeros días del próximo mes de enero sean positivos por el ritmo de trabajo típico de los inversores institucionales. "Las compañías aseguradoras componen sus carteras los primeros días de enero y eso provoca que los mercados suban", revela Eduardo Liñán.
Psicología, 'haberla, haíla'
El ritmo de los grandes inversores no pasa desapercibido para la mayoría de ahorradores, que intenta sacarle provecho. Al fin y al cabo, las bolsas responden, entre otras cosas, a sentimientos humanos -basta con recordar la euforia injustificada que vivieron los mercados por las tecnológicas y la aversión hacia este sector que vino después con la crisis-. "La tradición marca que no se debe vender ni los últimos días de diciembre ni los primeros de enero porque la renta variable suele subir y los inversores no suelen saltársela", apostilla Liñán.
En España, la necesidad de aprovechar el cambio fiscal es otro aspecto a tener en cuenta para que este ejercicio Papá Noel visite el parqué español. De hecho, muchos expertos creen que el buen comportamiento tradicional de la renta variable en la recta final de año se justifica en una gran parte por la cirugía fiscal que los inversores, individuales e institucionales, realizan en sus carteras.
"Que se produzca el Rally de Santa Claus depende de la fiscalidad que está vigente en cada país. Tiene sentido que en 2006 pueda haberlo, porque en el mercado existe mucho dinero proveniente de los planes de pensiones".
No es ningún secreto que los españoles suelen esperar a final de año para realizar aportaciones a sus planes de ahorro para la jubilación: para que así cuadre la declaración de la renta.