Bolsa, mercados y cotizaciones

Cuándo hay que apretar el botón de compra

Escultura de Julio César en el Jardín de las Tullerías de París. Foto: Pixabay.
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La bolsa nos ha llevado a estas alturas del año a que, si el ejercicio cerrase hoy, firmaríamos el peor balance desde Lehman Brothers. El castigo a las valoraciones empieza a ser evidente al pagarse los multiplicadores de beneficios más bajos de la serie histórica, muy similares a los de los mínimos del Covid y solo por encima de los del peor momento de crisis del euro, en 2011, y Lehman, a finales de 2008.

Es cierto que una vez que esto sucede el PER (veces que el beneficio está recogido en el precio de las acciones) sufre fuertes crecimientos porque las ganancias se minimizan. El PER se duplica o triplica, pero las bolsas no caen y se reconstruyen... cotizan expectativas.

Históricamente, la reparación de los mercados bajistas como en el que nos hayamos inmersos cuesta casi cuatro años, entendida la reparación como el retorno al punto máximo de partida. Si se piensa en cuánto tarda el mercado en caer desde el punto más alto al más bajo hablamos de alrededor de un año. Llevamos entonces la mitad del camino.

Vamos a ver deterioro de beneficios que hoy todavía no están en las estimaciones, pero la historia nos dice que tenemos por delante los mejores meses para apretar el botón de compra. ¿Pero cómo hacerlo de la mejor forma posible? Reitero siempre que nadie va encontrar el punto óptimo de entrada y que lo idóneo es periodificar la munición con la que se cuenta.

Mi regla básica es no sobrepasar un nivel de exposición a bolsa del 75% del dinero que se cuenta para invertir a largo plazo. Y la propia caída del mercado agranda la pólvora con esta regla. El aforismo bursátil, según los cálculos antes expuestos, nos diría que nos queda por delante medio año bajista y tres de reconstrucción. Cada inversor en su cabeza es el que tiene que diseñar un plan de entrada en función de su tolerancia para aguantar las caídas y su liquidez actual.

Particularmente, creo que estamos en semanas en las que hay que intensificar una primera andanada por si el catastrofismo que se ha instalado en mercado acaba siendo mucho menos severo en el beneficio de las compañías y estamos ante oportunidades históricas de compra. Al menos una cuarta parte de la liquidez disponible. El inversor en bolsa tiene que tener algo de conquistador y el sexto mes del calendario romano se convirtió en agosto en honor del emperador Augusto, al igual que el quinto se llamó julio en honor a Julio César.

Pero al igual que Augusto dijo que no había que sobrepasar las fronteras del Rin y del Danubio para mantener controladas las fronteras del Imperio, la siguiente andanada habrá que guardarla hasta la vuelta del verano hasta que conozcamos los efectos de la aceleración de la subida de tipos. Vienen meses de locura, como la del emperador Domiciano, que él mismo puso a septiembre su propio nombre. Por fortuna, más tarde llegó Trajano.

P.D: Gracias siempre por tan buenos ratos leídos a Santiago Posteguillo.

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