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Lecturas de un profesional CFA: El oído absoluto de Mozart

Imagen: iStock

El genio austríaco del clasicismo musical, Wolfgang Amadeus Mozart, tenía una habilidad bastante curiosa conocida como el oído absoluto. Dicha cualidad permite a la persona en cuestión identificar qué nota musical se corresponde con un determinado sonido, sin importar la altura de éste o el instrumento que lo emite. Solo 1 de cada 10.000 personas lo desarrolla hoy en día, e incluso entre músicos tampoco es muy común.

El oído absoluto de Mozart siempre ha sido una de las razones que se han esgrimido como prueba del talento natural con el que nació el compositor. Sin embargo, en un experimento realizado en 2014 con 24 niños de edades entre los 2 y 6 años, a los que se les dio clases cortas diarias durante varios meses, todos los participantes lo acabaron desarrollando.

Mozart y el experimento anterior ilustran una pregunta que siempre ha acompañado a la humanidad, ¿se nace con talento o se entrena? Anders Ericsson, psicólogo y una de las personas que más han estudiado esta pregunta en las últimas décadas, ha unido fuerzas con Robert Pool para escribir Peak: Secrets from the New Science of Expertise, un libro que desentraña los rasgos comunes de los mayores expertos a través de varias disciplinas, como el ajedrez, la música, las matemáticas o el deporte. El libro también se publicó con la idea de desmontar varios mitos popularizados en el famoso libro de Malcolm Gladwell, Outliers, concretamente cuando afirmaba que se alcanzaba la barrera del rendimiento extraordinario en una determinada disciplina después de una práctica de 10.000 horas.  

En Peak, sin embargo, se nos enseña que no todas las prácticas son iguales. Uno de los conceptos fundamentales del libro es lo que se conoce como práctica deliberada, un método que los autores consideran el sine qua non del rendimiento extraordinario. Como todos hemos vivido en nuestras propias carnes, la práctica es imprescindible si se quiere desarrollar una habilidad particular. Pero la mayoría de ellas adolecen de objetivos concretos, no evitan las distracciones, no hay ningún feedback y no nos obligan a salir de nuestra zona de confort. Este tipo de práctica es ingenua, y no permite el desarrollo a largo plazo de nuestras habilidades. La práctica deliberada cumple estos requisitos, y además solo se puede realizar en aquellas disciplinas en las que hay un cuerpo de conocimiento ya establecido – así como un conjunto de profesionales que haya creado una serie de rutinas para acelerar el aprendizaje.

¿Por qué la práctica es tan importante? Primero, porque la neurología nos enseña que nuestro cerebro cambia físicamente debido a los estímulos externos prolongados – no a través de la creación de nuevas neuronas, sino a través del fortalecimiento de las conexiones entre las mismas. Entre otros muchos, un estudio encontró que la parte posterior del hipocampo (responsable de la memoria a corto plazo, de la navegación y memoria espacial) de los taxistas de Londres era de media más grande que en otro grupo de individuos que no eran taxistas. La neuroplasticidad del cerebro no acaba ahí. Varios estudios han demostrado que en las personas ciegas o sordas las partes del cerebro dedicadas a estos sentidos han sido reprogramadas para hacer otras tareas: por ejemplo, en las personas ciegas una de las partes del cerebro más activas a la hora de leer braille es la corteza visual.   

Segundo, la práctica deliberada nos ayuda a desarrollar representaciones mentales, que son estructuras abstractas sobre objetos, ideas, etc. que el cerebro está analizando. Cuanto más práctica deliberada, más precisa será la representación mental y más fácil será de recuperar cuando haga falta. Dichas representaciones se desarrollan para temas muy específicos: la idea de desarrollar habilidades en general, que también es una creencia muy extendida, es casi inexistente. La famosa destreza de ver patrones en colecciones de información que parecen desordenadas o aleatorias (como la habilidad de los maestros de ajedrez al leer rápidamente una determina posición) es la clave del rendimiento de los expertos, y guarda relación directa con la calidad de las representaciones mentales desarrolladas.

Si la práctica deliberada permite llegar tan lejos, ¿por qué ha estado siempre tan extendida la idea del talento natural? En cierto modo, las personas queremos creer que hay magia en la vida, que hay cosas que no obedecen a las típicas reglas aburridas. Y no hay nada más mágico que creer que se ha nacido con alguna habilidad increíble – hay una industria a tal efecto, la de los superhéroes. Pero quizás la razón más importante es que la práctica deliberada es ardua, y muchas veces no reporta satisfacción en el momento. En un estudio del propio Ericsson con violinistas de la Universidad de Berlín, los mejores de ellos habían estudiado de media unas 7.410 horas a la edad de 18 años, los buenos unas 5.301 y los más mediocres 3.420. Incluso éstos últimos habían echado una cantidad de horas ingente en su juventud, por no mencionar los recursos monetarios dedicados a ello. 

En mi opinión, se puede sacar una lectura optimista del libro. Uno de los riesgos de creer en la teoría del talento innato es la profecía autocumplida: la gente no practica porque cree que no tiene lo que hay que tener. En Peak, sin embargo, se nos enseña que, aunque la inteligencia juega un papel importante, a la larga es la cantidad y la calidad de la práctica lo que determina el rendimiento. Las consecuencias son de largo alcance, no solamente para cómo nos valoramos a nosotros mismos, sino también para cómo repensamos el papel de la enseñanza en las generaciones más jóvenes. 

'Ficha técnica':

Título: Peak: Secrets from the New Science of Expertise.

Autor: Anders Ericsson & Robert Pool.

Editorial: Eamon Dolan, 2016, pp.336, tapa dura.

Reseña realizada por Javier Lopez Bernardo, Ph.D., CFA, Miembro de CFA Society Spain.

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