
En Deutsche Bank llevan apostando desde hace más de 20 años por una oferta abierta de fondos, que permite acceder a los gestores internacionales de mayor prestigio.
La situación a nivel mundial que se está viviendo a raíz de la pandemia del COVID-19 está siendo ciertamente inaudita. Las dudas sobre la duración y la magnitud de la recesión global están castigando con fuerza a los mercados financieros. Los niveles de volatilidad se han situado en valores no vistos desde 2008, en los momentos más graves de la crisis financiera. Dado que se está en este momento en el punto álgido de la epidemia, es previsible que estos niveles de incertidumbre se mantengan en el tiempo.
La situación actual de fuerte volatilidad de los mercados financieros está impactando, lógicamente, a la cotización de los distintos productos de inversión. Son los productos ligados a los activos más castigados (bolsas, bonos corporativos de calidad más baja, bonos emergentes) los que más han sufrido. Es una caída sin precedentes por su velocidad y virulencia, imposible de anticipar (es un shock exógeno, o lo que en el argot financiero se llama un "cisne negro") y que lamentablemente ha impactado en mayor o menor medida a todos los activos financieros.
No obstante, también en este caso se demuestra que tener una cartera bien diversificada, que incluya todo tipo de activos y productos es lo más adecuado, pues permite amortiguar las caídas y estar bien posicionado para el esperado rebote en los mercados una vez se supere la crisis sanitaria actual.
Fondos de inversión
Como era de esperar, los fondos más castigados han sido aquellos que tenían anteriormente una mayor exposición a la renta variable, a los bonos corporativos de baja calidad crediticia, o a los bonos ligados al sector de la energía. En definitiva, aquellos que tenían una mayor exposición a los activos que más han sufrido. Mientras, los fondos que estaban posicionados de una forma más cauta, con un mayor peso de la renta fija pública o corporativa de calidad más alta, así como a sectores ganadores como salud o incluso tecnología, han aguantado mejor.
Uno de los factores que ha puesto en valor la actual crisis es el papel de los fondos de gestión activa (con decisiones activas de inversión por parte de un equipo gestor) frente a los fondos de gestión pasiva o los ETFs. Mientras que los primeros han sabido adecuarse en mayor o menor medida a la actual volatilidad en los mercados, los segundos se han visto arrastrados en las caídas (e incluso probablemente las han acelerado). En un entorno como este, un equipo gestor que realice una selección adecuada de activos es clave para mitigar los efectos de la crisis: refugiarse en mercados defensivos en las caídas y aprovechar oportunidades para incrementar posiciones.
En un momento en el que la gestión como se ha visto es importante, cobra especial valor la política de arquitectura abierta, esto es, ofrecer la posibilidad de invertir en un abanico amplio de gestoras internacionales. Esto permitir asegurar a los clientes el acceso a los mejores fondos de cada categoría.
Dentro del universo de fondos de inversión, es destacable también el comportamiento de los fondos mixtos flexibles. En Deutsche Bank llevan apostando desde hace varios años por una oferta abierta de este tipo de fondos, que permite acceder a los mejores fondos internacionales de la mano de los gestores más reconocidos de la industria, con un enfoque de diversificación. Es decir, no invertir en un solo fondo sino en distintos fondos multiactivos, con distintas metodologías de inversión y visión estratégica, para así mitigar los riesgos de las carteras ("no poner todos los huevos en la misma cesta").
Dentro del universo de fondos multiactivos, el comportamiento durante las caídas ha sido dispar, como era de prever en base al distinto posicionamiento estratégico de los diferentes gestores. De esta forma, los fondos que tenían anteriormente una mayor exposición a la renta variable, a los bonos corporativos de calidad crediticia más baja, o que bonos ligados al sector energía, son los que ha mostrado los mayores retrocesos (entre un 15% y un 20% de caída), mientras que los fondos que estaban posicionados de una forma más cauta, con un mayor peso de la renta fija pública o corporativa de calidad más alta, o sectores ganadores como salud o incluso tecnología, han aguantado mejor (con caídas en el año en torno al 2% y el 8%). La combinación de estos estilos diferentes de inversión ha permitido mitigar las caídas e incluso, que sus carteras se estén comportando mejor que la competencia. Mejor producto y diversificación siguen siendo la clave de una cartera.
Según analistas de reconocido prestigio, la cartera conservadora de Deutsche Bank muestra una caída del -7,4% en el año, frente a la caída del -10,8% de la media de su competencia. En el caso de la cartera arriesgada, la rentabilidad en el año se sitúa en el -15,3%, vs -22,3% de la media, lo que sitúa a la cartera de Deutsche Bank en el primer puesto.
En todo caso, estas cifras no ocultan un comportamiento muy negativo, consecuencia del extraordinario momento histórico en el que nos encontramos.
Tiempos inciertos ante el coronavirus
Tras el confinamiento, nadie duda que la economía se resentirá. La incertidumbre sobre el desarrollo de la epidemia a corto plazo es alta, y se espera una recuperación económica después de una fuerte recesión (debido al cierre de la actividad), una vez que se revierta la propagación del virus y las medidas de contención se desvanezcan.
Sin saber dónde está el suelo y asumiendo que las semanas venideras seguirán siendo de gran volatilidad, es de esperar que, la economía mundial vuelva a su senda de crecimiento y los índices reboten. No obstante, la historia económica indica que este tipo de recesiones provocadas por un shock exógeno (guerras, crisis del petróleo, etc.) son muy profundas, pero afortunadamente temporales. Una vez superado el factor que provocó la caída (en este caso, sería cuando el número de afectados deje de crecer), debería producirse, como siempre, una recuperación en forma de "V" de la actividad económica mundial.
Además, gracias a la coordinación de las políticas monetarias y fiscales el mundo saldrá de la actual recesión, si bien lamentablemente a día de hoy es difícil saber cuál será la magnitud y la duración de la misma, y esta incertidumbre obviamente va a seguir castigando a los mercados financieros. La zona euro está en una recesión que podría durar hasta el segundo semestre; EEUU sentirá el impacto económico en el segundo trimestre ; China tiene el potencial de recuperarse antes, pero aquí existe la duda de si los patrones de gasto puedan haber cambiado y los efectos de la debilidad de los mercados de exportación. Habrá un doloroso proceso de reajuste en muchos frentes
Con los mercados "rotos", los precios de los activos financieros están totalmente distorsionados. En una circunstancia tan anómala de los mercados, hay que procurar no caer en un "pánico vendedor", sobre todo en aquellos productos que tienen todavía mucho plazo hasta su vencimiento y barreras de protección muy amplias. Mientras tanto, calma, y sobre todo, no tomar decisiones precipitadas.
Mantener las carteras bien diversificadas, dentro del perfil de riesgo es clave, porque no hay que olvidar que la mayor parte de las inversiones suelen ser a medio-largo plazo y, a estos plazos, estos episodios de inestabilidad se superan y las carteras recuperan las caídas.
Contar con arquitectura abierta permite a Deutsche Bank buscar la solución más adaptada a las necesidades de sus clientes.