Ayer se produjo un hecho sin precedentes en los mercados de bonos americanos: una subasta de bonos del Tesoro protegidos contra la inflación (TIPS) se vendió con rentabilidad negativa, algo que los medios norteamericanos interpretaron como una señal de que la Fed va a tener éxito en revivir la economía y en alimentar la inflación.
La subasta fue de 10.000 millones a cinco años y recibió tal demanda (2,84 veces la oferta) que el Tesoro pudo fijar ese cupón negativo del 0,55%. Es decir, los inversores están dispuestos a pagar un interés al Estado en vez de recibirlo, a cambio de la protección que ofrecen estos títulos contra la inflación.
Los TIPS (Treasury Inflation Protected Securities) pagan a los inversores un cupón (el -0,55% en este caso) más el IPC anual, lo que garantiza que la inversión no pierde nunca poder adquisitivo. El hecho de que se pague una rentabilidad negativa implica, según Deborah Levine de MarketWatch, que los inversores esperan tanta inflación durante la vida del bono que haga que merezca la pena esta protección.
De hecho, la interpretación de CNBC es que el mercado espera que la Fed tenga éxito en estimular la economía con su nueva oleada de compras de bonos, lo que hará subir la inflación y, en consecuencia, el valor de los TIPS.
Sin embargo, la expectativa de inflación implícita en esta subasta es bastante baja. Esta expectativa se mide por el llamado tipo de equilibrio (break-even rate), que es la diferencia entre la rentabilidad de los TIPS y la de los bonos normales al mismo plazo; en la subasta de ayer, este tipo se situó únicamente en el 1,57%, lo que no parece una cifra tan temible como para que valga la pena pagar un interés al Estado por esta protección.
Los TIPS a cinco años llevan desde septiembre cotizando con un interés negativo, pero es la primera vez que esto ocurre en una subasta. Esto se explica también por los mínimos históricos de la rentabilidad de los bonos normales, que hace muy probable que se sitúe por debajo de la inflación en cuanto ésta repunte un poco desde los niveles actuales. Estos mínimos obedecen a la fuerte demanda de activos seguros, y han llegado a tal extremo que mucha gente habla de "burbuja" en la deuda pública.
En todo caso, todas estas expectativas dependen de la decisión que tome la Fed sobre el famoso QE2. Si hace unas semanas se esperaba un programa de compra de bonos valorado en 500.000 millones, la semana pasada ya se hablaba de 1 billón e incluso ahora se oyen voces que apuntan a 2 billones. Otra posibilidad, más frustrante para el mercado, es que la Fed no anuncie la cuantía total del programa, sino sólo el volumen que comprará hasta su siguiente reunión, seis semanas después.