
La noción de moral fiscal hace referencia a las situaciones en que, frente a una igualdad de oportunidades, algunos contribuyentes evaden y otros cumplen. El hecho de que existan diferentes actitudes frente al fraude depende de la moral fiscal, algo indispensable a tener en cuenta a la hora de adoptar medidas legislativas.
La moral fiscal es empleada como elemento básico de análisis de las conductas de los contribuyentes ante el fraude fiscal. Sin embargo, a pesar del convencimiento que existe de que es necesaria una reforma fiscal y un cambio de cultura de usos políticos, sociales y económicos, no hay apenas estudios sobre la materia.
Es por ello, que en Iuris&Lex queremos destacar un interesante artículo sobre la materia, de Sandro Giachi, miembro del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (Iesa), perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), titulado Dimensiones sociales del fraude fiscal: confianza y moral fiscal en la España contemporánea, publicado por la Revista Española de Investigaciones Sociológicas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) -número 1454, de enero de 2014-.
Considera Giachi, que hay dos factores relevantes para comprender el fraude fiscal relacionados con la equidad, como son, de una parte, la percepción de justicia fiscal, es decir, la equidad ante las oportunidades legales de evadir impuestos y en el nivel de recaudación exigido a distintas clases sociales, y de otra, la percepción de un intercambio favorable con el Gobierno, es decir, la correspondencia percibida por el contribuyente entre tributos pagados y servicios públicos recibidos. Estos factores están relacionados con la confianza en las instituciones y son factores determinantes, que podrían aumentar la probabilidad de cumplimiento tributario.
La moral fiscal es la legitimidad que el contribuyente otorga a la norma que prescribe que los impuestos deben ser pagados, en función de sus valores éticos y políticos, así como de sus expectativas racionales a partir de sus creencias sobre las instituciones. Se ha demostrado mediante investigaciones empíricas cómo la justificación de la evasión fiscal guarda una relación positiva con el fraude efectivo.
Esta percepción motiva al contribuyente a pagar sus impuestos, pero teniendo en cuenta al tiempo sus cálculos racionales sobre las oportunidades reales que tiene de defraudar a Hacienda. Consecuentemente, explica Giachi, no todos los individuos evadirían los impuestos: sólo lo harían aquellos que carecen de moral fiscal y en la medida en que crean tener una probabilidad muy baja de ser descubiertos y sancionados.
Diversos estudios, bien en el caso español (Martínez- Vázquez y Torgler, 2009), bien en las comparaciones internacionales (Torgler, 2007), han destacado la existencia de tres tipos de factores que guardarían una relación positiva con la moral fiscal y que están interrelacionados entre sí, como son la edad, el género y el nivel de estudios -alto-. Además, la confianza en las instituciones y en el Gobierno; y, finalmente, la calidad de las instituciones y del Gobierno.
Observa Giachi que es muy difícil acceder a datos empíricos sobre el fraude fiscal: las investigaciones empíricas, llevadas a cabo por instituciones públicas o fundaciones privadas, utilizan sólo estimaciones del fraude fiscal a nivel agregado. Prácticamente no existen bases de datos que registren el fraude efectivo a nivel individual. Así, analizando la distribución de la moral fiscal en las muestras del CIS y del IEF -encuestas de 2003 a 2009 sobre un conjunto total de 10.000 entrevistados que representan a la totalidad de los contribuyentes-, pero en realidad, las dos encuestas no miden exactamente lo mismo, al ser sus preguntas diferentes.
La existencia de una relación positiva entre la confianza social y la moral fiscal apunta la importancia que la red de contactos del contribuyente tiene sobre sus creencias y motivaciones. Es posible que los individuos más motivados para defraudar a Hacienda estén conectados entre sí, al tiempo que destaca la importancia de la dimensión de las creencias políticas en el cumplimiento tributario. La posible relación entre la residencia en determinadas comunidades autónomas y la motivación para el cumplimiento fiscal por parte de los contribuyentes españoles resulta interesante.
Una posible explicación de la variación regional de la moral fiscal reside en la existencia de culturas fiscales territoriales, en las cuales se plasmaría la falta de legitimidad del sistema tributario, reforzada a través de mecanismos sociales.
La comunidad autónoma de residencia es una variable significativa en todos los análisis, aunque no se hayan observado pautas claras en la distribución regional. Las regiones que han obtenido niveles más altos de moral fiscal son Asturias, Aragón, Castilla y León, Extremadura y Madrid. En cambio, se han encontrado niveles de moral fiscal más bajos en Cantabria, La Rioja y el País Vasco, entre otros.
La conducta tributaria del contribuyente podría verse afectada por aquellos valores característicos de un determinado territorio. Por ejemplo, si el nacionalismo regional fomenta la deslegitimación del Estado central, cabe esperar que se reduzca la moral fiscal. Otra posible explicación relacionaría la moral fiscal con ciertas características económicas del territorio, como estructura productiva o magnitud de la deuda de las administraciones autonómicas.