
Barcelona, 10 abr (EFE).- La Audiencia de Barcelona ha condenado a 24 años de prisión a Sergio Isart, a 21 a Edgar Rodríguez y a 10 a Wilber Alexis Castillo como autores del atraco perpetrado en octubre de 2010 a una joyería de la calle Guipúzcoa de Barcelona, donde mataron de una puñalada a su propietario cuando intentó impedir el robo.
En la sentencia hecha pública hoy, el tribunal absuelve a Eric O., que fue juzgado al ser incriminado por los procesados como presunto ideólogo del atraco, y condena a los tres autores materiales a indemnizar con 18.576 euros a cada uno de los dos hijos del joyero asesinado y con 111.458 euros a su viuda, además de pagar más de 33.000 euros por el valor de las joyas que sustrajeron.
Aunque la Fiscalía pidió penas de hasta 25 años de cárcel para los tres atracadores, condenados por un delito de asesinato y otro de robo con violencia e intimidación, el tribunal ha aplicado una atenuante muy cualificada a Wilber Alexis Castillo por confesión.
Los hechos ocurrieron el mediodía del 16 de octubre de 2010, un atraco que disparó en aquellos días la alarma sobre los robos violentos en Cataluña porque coincidió en fechas muy cercanas con sendos asaltos mortales en una panadería de Barcelona y en una entidad bancaria de Cambrils (Tarragona).
La sentencia considera probado que Wilber Alexis Castillo, de 22 años, nacido en la República Dominicana y domiciliado en Barcelona, entró en la joyería de la calle Guipúzcoa fingiendo ser un cliente para conseguir que el dueño abriera la puerta, y la sostuvo abierta para permitir acceder al local a los otros dos condenados.
Isart, de 23 años, alias "El Ruso" porque había nacido en Rusia aunque de padres españoles, está domiciliado en Barcelona y era un viejo conocido de la policía desde su adolescencia, con múltiples antecedentes e iba armado con una navaja, mientras que Rodríguez, de 24 años, nacido en Córdoba y también domiciliado en Barcelona, portaba una bolsa de grandes dimensiones.
Los dos supuestos atracadores, que llevaban los rostros cubiertos con un casco de moto integral e iban equipados con guantes para no dejar huellas, irrumpieron en el local y simularon golpear a su cómplice, al que obligaron a tirarse al suelo, tras lo que exigieron al joyero, Zosimo González, de 62 años, que abriera su caja fuerte y les entregara las alhajas y objetos de valor que guardaba en ella.
El joyero, acorralado en el mostrador, reaccionó instintivamente, se enfrentó a los dos presuntos atracadores y roció la cara de Isart con un aerosol de defensa personal sin éxito puesto que el ladrón llevaba puesto el casco de moto.
El atracador, que en 2012 también fue condenado a cuatro años de prisión por cometer un atraco violento en otra joyería tres meses antes de este, respondió clavando en el pecho del joyero el puñal que llevaba, sin dar posibilidad alguna de defensa a la víctima, que murió a consecuencia de las heridas.
A continuación, los procesados se apoderaron de las joyas que encontraron en el establecimiento, valoradas en 33.760 euros.
Mientras Wilber Alexis Castillo permaneció en el establecimiento hasta que llegó la policía simulando ser una víctima, los otros dos atracadores huyeron en la motocicleta que tenían aparcada fuera del local y que había sido sustraída anteriormente.
En su declaración en el juicio, sólo el dominicano acabó reconociendo que aceptó participar en el asalto, que le propuso la expareja -menor de edad- de uno de los acusados, pero insistió en que nunca pensó que se tratara de un atraco a mano armada.
Isart negó cualquier relación con el atraco e intentó incriminar en el asalto a un familiar suyo de origen ruso, que según su versión el día del asalto le cogió prestados el teléfono móvil y las zapatillas de deporte, mientras él permanecía todo el día en casa.
De esa forma, el autor material del asesinato, consumidor habitual de cocaína, trató de dar una explicación exculpatoria a los informes de los Mossos d'Esquadra, que encontraron huellas compatibles con la suela de unas zapatillas suyas en la joyería y constataron la presencia de su teléfono móvil en las cercanías del establecimiento la mañana que ocurrió el asesinato.
Rodríguez también intentó en el juicio desvincularse del atraco y acusó a los Mossos de presionarle hasta conseguir que se autoinculpara.
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