A pesar de que vivimos en la era de la conectividad, la era del smartphone y de las redes sociales, la cruda realidad es que cada vez nos sentimos más solos. Según el INE, el 25% de los hogares españoles son unipersonales, y de estas casi cinco millones de personas que viven solas, el 40% declara hacerlo de forma no voluntaria, la mayoría, mayores de 65 años. A pesar de importantes avances en las últimas décadas, sólo en la Comunidad de Madrid hay más de un millón de personas en riesgo de exclusión social, según el último Informe FOESSA elaborado para Cáritas
La soledad no deseada es sin duda uno de los grandes males del siglo XXI, y es que cada vez hay más estudios que vinculan el estrés generado por la soledad crónica con un sinfín de patologías médicas, desde un envejecimiento más rápido, debilitamiento del sistema inmune o una mayor vulnerabilidad, a enfermedades como el Alzheimer o algunos tipos de cáncer. En este sentido, la Academia Americana de Psicología afirmó en 2017 que la soledad puede llegar a ser tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos diarios.
Si a esta situación le añades COVID, tienes la tormenta perfecta para nuestros mayores. Ellos están siendo sin duda los más afectados por la pandemia, no solo directamente por el virus, sino indirectamente por el aislamiento al que se han visto sometidos. Algunos, ingresados en el hospital, con miedo a morir sin tener ocasión de despedirse de sus seres queridos. Muchos, en residencias, escuchando las noticias sobre el aumento de contagios y fallecidos. Y el resto, confinados en casa, solos, deseando salir para ver a familiares y amigos, pero aterrorizados por el enemigo invisible que acecha fuera.
Por suerte, en España hay muchas organizaciones conscientes de la envergadura del problema que llevan años trabajando para luchar contra esta otra epidemia. El año pasado, a través de la red de consultores solidarios de ESADE Alumni, tuve la oportunidad de conocer de primera mano una de ellas - Nadiesolo Voluntariado (antes Desarrollo y Asistencia). Nadiesolo es una fundación que coordina desde hace 25 años una red de más de 2000 voluntarios, principalmente en la Comunidad de Madrid, que acompañan a personas que sufren soledad no deseada en hospitales, residencias de mayores o en sus domicilios, además de apoyar a personas con discapacidad, personas sin hogar o en riesgo de exclusión social.
Como para tantas otras organizaciones, COVID ha supuesto un reto sin precedentes, pero el equipo de Nadiesolo ha sabido adaptarse a las nuevas circunstancias y restricciones, poniendo en marcha sesiones de teleacompañamiento, recogiendo y difundiendo cartas, dibujos y vídeos para pacientes en hospitales, organizando webinars y cursos de formación para sus voluntarios, además de ayudando a identificar y canalizar a otras ONGs todo tipo de necesidades urgentes, sobre todo, en las residencias con las que colaboran.
En Uber estamos muy orgullosos de poder ayudar a Nadiesolo en su misión, no sólo apoyándoles económicamente, sino como partner de movilidad para facilitar, de forma gratuita, los desplazamientos de sus empleados, de sus voluntarios y de los miles de profesionales en hospitales, residencias de mayores y centros de acogida que hacen posible su labor. Residencias que ahora podrán hacer uso del servicio de Uber para el desplazamiento de sus mayores a
consultas médicas. Hospitales que podrán pedir un Uber para llevar a casa a enfermos a los que un voluntario ha acompañado telemáticamente durante estos meses de confinamiento. Y por supuesto voluntarios, sobre todo los más mayores, que ahora podrán ir en Uber de forma segura a sus tan esperadas visitas semanales.
Durante el estado de alarma, más de 200 personas se registraron como voluntarios en Nadiesolo, entre ellos, mi mujer y yo. Porque ahora, más que nunca, hacen falta voluntarios, porque el voluntariado nos acerca, nos recuerda que no estamos solos, y que, por muy mal que se pongan las cosas, juntos podemos con esta pandemia. Porque, como reza el lema de la campaña de la Plataforma de Entidades de Voluntariado de la Comunidad de Madrid (FEVOCAM), ahora, más que nunca, "no puede haber distancia para la solidaridad".